Si el show business que envuelve al mundillo del rock tuviera sexo, si uno pudiera amar y ser amado sin necesidad de esconderse por los rincones por miedo al qué dirán, ahora mismo iría al Ikea, me haría con un Aneboda (o mejor todavía, con un Dombås, que es más grande y se cabe mejor), me lo llevaría yo mismo a casa (porque paso de pagar portes), lo montaría y me hartaría de entrar y salir de éste, una vez montado. Tengo muy clara mi orientación sexual… pero amo con locura a este tipos, no puedo remediarlo. Son grandes, inmensos y colosales, y no solo sobre los escenarios.
Ya ni recuerdo la primera vez que escuché a los de Florida, pero fue muy, muy a sus inicios, poco después de la publicación de su álbum debut One Day Remains (2004). Desde entonces, desde aquella primera visita a la Sala Bikini de un ya lejano 21 de junio de 2005, se han dejado caer por aquí con demasiada asiduidad, lo cual me encanta, apasiona y, como no, excita a partes iguales. La banda vive un idilio muy especial con Europa, y me atrevería decir que con España en particular.
Me he cansado de escucharlos, disfrutarlos y recomendarlos cual fan histérico, pero a uno no le invade, para nada, una sensación de hartazgo. Su sonido ha evolucionado con el paso de los años… y de qué manera. Han sabido reinterpretarse con cada álbum, y el tono más alternativo de sus inicios ha dado paso a un sonido más denso y oscuro; más acorde a los tiempos que vivimos.
Su estatus de rockstars está ahí, lo tienen delante, aunque a uno le asalta la duda de que (realmente) se sientan a gusto ahí arriba, en el Olimpo del Rock. Es una de las bandas, me atrevería a decir, con más proyección de los últimos años… pero también de las más humildes y cercanas, tal y como pudimos comprobar en nuestras propias carnes hace un par de semanas cuando, un servidor, tuvo el inmenso placer de charlar por teléfono con su bajista Brian Marshall, experiencia que podéis leer aquí a modo de entrevista.
Alter Bridge, ladies and gentlemen. Todavía estáis a tiempo de descubrirlos. Como se suele decir: «Nunca es tarde si la dicha es buena», y esta «dicha» es, creedme, de las mejores.
Apenas cuatro meses después de que descargaran junto a otros pesos pesados de la escena hard mundial (Aerosmith, Alice Cooper, por citar un par) en un territorio que hasta hace relativamente poco era propiedad de Justo Molinero, Myles, Mark, Brian y Scott se dejaron caer de nuevo por aquí, por Barcelona, esta vez acompañados de los londinenses As Lions, unos prácticamente desconocidos en nuestro país, pero que dejaron bastante buen sabor de boca entre los allí presentes.
As Lions
Sobre el escenario, pueden parecer unos adolescentes que se compran la ropa en el Bershka de turno… pero no van por ahí los tiros. De las cenizas de Rise To Remain, banda de metalcore británica que cosechó un relativo a la par que fugaz éxito con su único trabajo de estudio City Of Vultures (2011), se presentan ante nosotros As Lions, liderados y capitaneados por Austin «Hijo de Bruce de los Maiden» Dickinson, y en cuyas filas todavía figuran Will Homer (guitarra) y Connor O’Keefe (bajo). A diferencia de este anterior proyecto, As Lions practican un hard rock/metal más moderno y alternativo, y algo menos cañero, tal y como pudimos comprobar durante los cuarenta y cinco minutos que estuvieron sobre el escenario, que aprovecharon para dar buena cuenta de su único larga duración publicado hasta la fecha, Selfish Age (2017), el cual interpretaron casi en su totalidad. Previamente, lanzaron su EP debut, Aftermath (2016), que hizo bastante mella en la escena.
Poco a poco fueron desgranando su repertorio en la que era su primera visita por nuestras tierras, tal y como Austin, a quien se le notaban unas ganas locas de gustar y conectar, se encargó de comentar a las, más o menos, setecientas personas que presenciamos su show. Abrieron fuego con la accesible «The Suffering», a la que siguieron temas como «White Flags» o la pesada y pegadiza «Bury My Dead». Hacia la mitad de su actuación nos regalaron la que, hasta la fecha, es su mayor éxito «Aftermath» que es, seguramente, su pieza más intensa, mostrando una amplia gama de técnica desde el principio.
Y así sucesivamente, sin pausas más que para agradecer al respetable su presencia y para descansar entre carrera y carrera, llegamos al final de su actuación. La grande las Razz se tiñó de negro para recibir «World On Fire», entre mecheros y pantallas de móvil encendidas. Como punto final, y tras contar hasta cuatro, sonó «The Great Escape», con todo el personal saltando y practicando el noble arte del headbanging que, amablemente, Austin nos solicitó.
En general, la puesta en escena de As Lions se caracterizó por la poderosa voz de Dickinson (aunque a veces el sonido no le acompañara), más dinámica que cuando militaba en Rise To Remain. Sonido más, por así decirlo, refinado y unas estructuras más sólidas. Desde la redacción de Science of Noise les auguramos un mas que prometedor futuro.
Setlist As Lions:
The Suffering
White Flags
Bury My Dead
Deathless
Aftermath
The Fall
One By One
World On Fire
The Great Escape
Alter Bridge
No lo vamos anegar: Alter Bridge son nuestros colegas… y son unos «jefes». Los de Florida son capaces de hilvanar, con una soltura que da realmente miedo, himno tras himno sin caer, para nada, en el tedio o la monotonía. Con cinco más que sólidos álbumes de estudio a sus espaldas, y un sexto que, según nos contó el propio Marshall, nos estarán presentando dentro de un año, sus setlists nunca defraudan.
Si no me equivoco, era la séptima o la octava vez que visitaban Barcelona, y no hacía demasiado desde que tocaron en el Rock Fest. Por este motivo, y creo que por culpa del elevado precio de las entradas, quizá no llenaron la sala del todo. Aún así, tres cuartos bien largos del aforo estaban cubiertos por unos fans que, una vez más, no paramos de corear todos y cada uno de sus temas, mover los brazos al ritmo que Myles nos marcaba o practicar el noble arte del headbanging acompañando los solos matadores de Mr. Tremonti.
Con un escenario todavía medio a oscuras, uno podía vislumbrar la silueta de Kennedy acercándose a su micrófono mientras entonaba los primeros acordes de «Farther Than The Sun», incluida en Fortress (2013), cuyas piezas coparon buena parte del inicio de su show. Tras «Come To Life», con la que dejaron claro que son un grupo duro y denso, le llegaría el turno a su primer single extraído del ya mencionado álbum, la metalera «Addicted To Pain», un himno rockero y directo con unos riffs de guitarra que echaron humo, que hizo las delicias de los allí presentes. Con el medio tiempo «Ghost Of Days Gone By» la banda levantó un poco el pie del acelerador… pero por poco tiempo, pues unos acordes «aflamencados» nos anunciaba lo que estaba por llegar. La estratosférica «Cry Of Achilles» volvió a poner las cosas en su sitio. Sonó como nunca antes la había escuchado, con una voz exquisitamente exquisita, válgame la redundancia, y esos «Heeyy!!!» del público justo antes de cada estribillo; comunión perfecta, matrimonio para toda la vida.
Muy buen inicio de concierto. Sonido más que correcto, potente y, sobre todo, muy sólido. Se les veía con muchas ganas de agradar y, por encima de todo, muy a gusto sobre las tablas… como siempre que han venido, vamos. Con «My Champion» le llegó el turno a la primera píldora de su más reciente trabajo, The Last Hero (2016), una de los favoritas de la noche, y de los coros más coreados por el personal aquella noche. Justo antes de que Tremonti iniciara “Ties That Bind”, uno de los temas más potentes de la noche, Myles aprovechó para arrancarnos un más que merecido aplauso para As Lions. Seguidamente, sonaron «Crows On A Wire», una de las canciones más directas de su último trabajo de estudio, y «Slip To The Void».
Que Mark Tremonti, además de destrozar guitarras a base de riffs demoledores, sabe cantar, y muy bien, por cierto, eso es algo que todos los allí congregados sabemos de sobras. Era su turno, y tras Myles solicitar un «much noise» para él, nos regaló «Waters Rising», cuyos coros sonaron «ensordecedoramente» mágicos.
Momentos de clama y relajación. Cuando las luces se bajan más de lo debido, el personal ya sabe a lo que atenerse, aún más cuando, ante uno, se planta Myles Kennedy cargando con una guitarra acústica que hizo las delicias de todos. Se me acaban las palabras al tratar de describir lo que siento por este tipo; creo que, efectivamente, es amor, sin lugar a dudas. «Watch Over You» sonó sublime, perfecta y sin fisuras, como no podía se de otra manera; quién nos salvará cuando os vayáis. Aprovechando la coyuntura, Myles cedió su guitarra para que Tremonti se le uniera en la desgarradora (al menos para mí, y mucho) «In Loving Memory», con la inestimable ayuda del público, que coreamos todos y cada uno de sus compases como si la vida nos fuera en ello porque, en cierta manera, también nos consuela a nosotros. Sin lugar a dudas, el clímax de la noche.
Con la banda ya al completo sobre las tablas, sonó el segundo tema de One Day Remins (2004) de la noche, «Shed My Skin», para ir ganando tono poco a poco, y para ir preparándonos para la gigantesca, majestuosa y épica «Blackbird», el «temazo» de los dos pedazo de «solazos», una obra perfecta, sin paliativos, se mire por donde se mire. Y es que cuando uno oye esos cuatro acordes de «los cuatro de Liverpool», ya sabe a lo que atenerse. Bueno, para los neófitos: el bueno de Myles siempre inicia el tema tocando los primeros compases que abren «Blackbird», que también es el nombre de un tema de los Beatles. Los que les conocemos, aparte de «pegarnos el moco» con esta referencia a la banda británica, sabemos que, normalmente, este tema marca el inicio de la recta final, que suele estar copada por sus clásicos más clásicos. La potente «Isolation» dio paso a la no menos cañera «Metalingus», momento que Myles siempre aprovecha para presentar a la persona que aporrea los parches ahí detrás, Scott Phillips, esta vez con todo el respetable agachado, a petición suya. Justo antes de poner el broche final con «Open Your Eyes», la banda aprovechó, una vez más, para dar las gracias a los teloneros y a todos nosotros, a la ciudad de Barcelona, por ser tan majos y acojonantes. Sin novedad en el frente.
Tras un par de minutos entre bambalinas, los de Florida regresaron al escenario para obsequiarnos con una par de temas más. «Show Me A Leader», primer sencillo del quinto álbum de la banda, daría paso a una más que acalorada «discusión», en forma de batalla de solos de guitarra, entre Myles Kennedy, que toca «acojonantemente» bien, ya sea música rock o blues, y el guitar hero que es Mark Tremonti, quien me da la sensación que, cada día que pasa, flipa más con los skills de Kennedy tras las seis cuerdas. Y ahora sí, el final de los finales, de la mano de la placentera, a la par que hooking, «Rise Today», la que para muchos es una de las canciones más destacadas de Blackbird (2007). De diez.
Y esto es todo, amiguitos. Final de finales. Concierto, una vez más, redondo, cañero y muy directo. Estos chicos no defraudan nunca… y cuando digo nunca, me refiero a eso: NUNCA. Son, sin lugar a dudas, los máximos exponentes del metal alternativo actual, y dan buena cuenta de ello cada vez que se dejan caer por aquí, lo cual es muy de agradecer. ¡Que no decaiga! Gracias, Alter Bridge.
Setlist Alter Bridge:
Farther Than The Sun
Come To Life
Addicted To Pain
Ghost Of Days Gone By
Cry Of Achilles
My Champion
Ties That Bind
Crows On A Wire
Slip To The Void
Waters Rising
Watch Over You (solo acústico de Myles Kennedy)
In Loving Memory (dúo acústico de Myles Kennedy y Mark Tremonti)
Shed My Skin
Blackbird
Isolation
Metalingus
Open Your Eyes
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Show Me A Leader
Duelo de solos de guitarra – Myles Kennedy y un asombrado Mark Tremonti
Rise Today
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.