Después de que Korpiklaani, Arkona y toda su tropa vinieran a inundar nuestros escenarios de folk metal hace unas semanas, ahora le tocaba el turno a los también finlandeses Ensiferum para que se reafirmaran como otra de las grandes bandas del género. En esta ocasión, el cartel al completo se escapaba un poco del folk más estricto, ya que si bien los cabezas y Wind Rose sí que se encuadran ahí con bastante fidelidad, los canadienses Ex Deo se definen más bien dentro del death metal simfónico. En este caso (y habitualmente cuando se producen este tipo de mezclas), creo que la combinación fue positiva. Bastante gente vino a ver específicamente a los teloneros (entre ellos yo), con lo que al final se juntó un conglomerado de público variado e interesante.
Porque debo decir que ni el folk metal en general ni Ensiferum en particular me emocionan en exceso, pero como a nuestro folkmetalero en plantilla no le fue posible venir, acabé asistiendo yo en mi condición de apagafuegos oficial del Reino. Imaginaos hasta qué punto ha llegado mi no-interés por esta banda que en el Rock Fest de este verano pasado ni tan siquiera los vi. Y no porque se solaparan con algo que me interesara especialmente (si no me equivoco, en el escenario principal estaban Queensrÿche, cuyo concierto tampoco vi del todo), sino que opté por ignorar a ambas bandas y dar unas vueltas por las paradas de merchandising.
En todo caso, no os penséis en absoluto que venía con el monóculo y con ganas de mirármelo todo por encima del hombro. Al contrario, llegué a las puertas de la Sala Salamandra armado de buena voluntad y de optimismo, con el convencimiento que, a pesar de no conocerme su catálogo en profundidad ni mucho menos, me iba a resultar muy fácil disfrutar de una banda tan alegre y festiva como Ensiferum en directo. Y no me equivoqué para nada.
Ex Deo
Compromisos calendáricos de fuerza mayor me obligaron a perderme a los italianos Wind Rose, y aunque su mezcla entre folk y power metal no es ni mucho menos mi cóctel ideal, me habría gustado verlos y explicaros qué tal fue la cosa. Según las opiniones que pude recabar entre asistentes conocidos, su descarga fue potente y divertida. Me alegro por ello.
Lo primero que noté al entrar finalmente en la sala poco antes de que Ex Deo saltaran al escenario fue la edad media de los asistentes, bastante más baja de lo que estoy acostumbrado. Teniendo en cuenta que en los otros dos conciertos a los que asistí esa semana (Pristine en el Rocksound y Diabolical en Upload) me habría costado encontrar a alguien que aún tuviera que cumplir los treinta, en este caso la cantidad de jóvenes y post adolescentes que casi copaban la pista era abrumadora. Ya nos lo dijo Cane de Korpiklaani en una entrevista que le hicimos hace poco: el folk metal está de moda, y teniendo en cuenta la edad de los fans, más de moda que va a estar.
Ex Deo no tiene nada de folk, a no ser que la música que los centuriones escuchaban hace dos mil años se pueda considerar folk. El proyecto paralelo que encabeza Maurizio Iacono junto a sus rudos compañeros en Kataklysm tiene el único objetivo de glorificar las tradiciones y las virtudes bélicas de la época romana, y generó una notable expectación en su tercera visita a nuestros escenarios. Con un nuevo disco de su banda madre al caer (y visitas confirmadas al Rock Fest y en una gran gira junto a Hypocrisy en otoño), parece que ésta es la última oportunidad que tendremos para ver a Ex Deo en unos cuantos años. Y la gente se lo tomó como tal.
Una larguísima intro simfónica y batallística sirvió para que el forzudo batería Oliver Beaudoin se diera un pequeño baño de masas mientras arengaba al público y se colocaba lentamente tras los parches, relegados a una esquina del escenario durante la actuación de los teloneros. Al acabar la intro se subieron Maurizio y sus dos escuderos, ataviados en pesadas y voluminosas armaduras romanas y dispuestos a descargar sus odas al Imperio sin descanso ni cuartel. De hecho, empezaron con dos de sus temas más icónicos, «The Rise of Hannibal» y «I, Caligvla», con lo que os podéis imaginar que tuvieron a la gente comiendo de su mano desde el primer momento.
El hecho de que no llevaran bajista y de que todos los arreglos (que son muchos) vinieran pregrabados deslució un pelín su actuación, pero no fue un impedimento, al contrario, para que sonaran como un puñetero cañón. Aprovecharon el interludio «Suavetaurillius» para incorporar un solo de batería muy dotado de sentido (¡cosa extraña!) y continuaron su amplio repaso a su reciente y muy buen The Immortal Wars, dedicado a la vida y milagros del general cartaginés Hannibal, con la épica y poderosa «Cato Major», que acabó de convencernos de que eso de montar una banda dedicada a Roma es, definitivamente, una muy buena idea.
Con un fuerte y creíble acento italiano, Maurizio también se mostró orgulloso y feliz con su hijito, celebrando el volver a estar de gira con Ex Deo a pesar de que eso signifique tener que embutirse una vez más en sus pesadas y calurosas armaduras. «Para bailar ya tenéis a Ensiferum, aquí es hora de luchar e ir a la guerra». Y con ello, «The Final War» fue la excusa perfecta para montar un wall of death que, cartagineses a un lado y romanos al otro, tuvo un éxito espatarrante y me atrevería a decir que sorprendente entre un público que había venido dispuesto a todo.
Encararon el final de los cincuenta minutos de que dispusieron (y que se hicieron algo cortos) con otros dos temazos como son «The Roman» y «Romulus», corte que da título a su primer disco, tras el cual el cuarteto canadiense se bajó del escenario entre vítores de la gente y con Maurizo soltando «arrivedercis». Si no fuera porque la cantidad de partes pregrabadas se notaba demasiado, me atrevería a decir que lo de Ex Deo fue un bolazo.
Setlist Ex Deo:
The Rise of Hannibal
I, Caligvla
Pollice Verso (Damnatio ad Bestia)
Suavetaurillia
Cato Major: Carthago Delenda Est!
Ad Victoriam (The Battle of Zama)
The Final War (Battle of Actium)
The Roman
Romulus
Ensiferum
Para animar el cotarro mientras esperábamos a los cabezas de cartel, los encargados de la mesa de sonido (con connivencia total con la banda, por supuesto), nos entretuvieron con algunos hits del eurodance como «What is love» (baby don’t hurt me, no more) y otras perlas del estilo. Toda una declaración de intenciones, que fue recibida con alegría y motivación por unos asistentes que, acabada la cruenta batalla que les habían planteado Ex Deo, ahora tenían ganas de bailar, de saltar y de desgañitarse sin más preocupaciones que evitar que se les cayera la cerveza de las manos.
Y vaya si lo consiguieron. Ensiferum es una de esas bandas capaces de levantar a un muerto, y desde el primer momento pusieron el nivel de alegría e intensidad fiestera hasta los topes, con temas animados y pegadizos de puño en alto sucediéndose sin descanso. Si hasta yo, que llevaba escuchándomelos tres días, disfruté del concierto con una sonrisa en la cara y aguantándome las ganas de abrazarme etílicamente a los camaradas vikingos de mi alrededor, os podéis imaginar como se lo pasaron los fans de verdad: no pararon de saltar en ningún momento, de cantar una letra tras otra y de poner cuernos hasta que les dolieron las falanges.
Los finlandeses venían a presentar Two Paths, publicado a finales del año pasado, y durante la recta inicial del concierto este disco tuvo un protagonismo casi absoluto. Cuatro de los cinco primeros temas fueron nuevos, empezando por la intro «Ajattomasta Unesta» y continuando con «For Those About to Fight for Metal» (toma título pajillero), la propia «Two Paths» y «King of Storms». Desde mi oído indudablemente poco entrenado, estas canciones recientes sonaron igual de bien que las antiguas, y los fans parecieron disfrutarlas con la misma pasión, demostrando que Ensiferum siempre han sabido dar a sus seguidores lo que les gusta.
Tal y como ocurrió con Ex Deo, la banda llevaba todos los arreglos, teclados e instrumentos folklóricos pregrabados. A mí esto no me convence para nada, y ya ves tú lo que costaría almenos llevar un teclista, pero creo que a la mayoría de la gente le dio exactamente igual, y no me extraña. La alegría intrínseca de las canciones y el dinamismo que insuflaban sobre el escenario Petri Lindroos, un siempre cachondo Sami Hinkka y un Markus Toivonen que fue de menos a más como si llevara motor diesel fueron suficientes para que la sala al completo se mostrara entregada a su contagiosa energía, obedeciendo solícitos a toda petición de circle pits y demás engorilamentos varios.
Las canciones fueron pasando una tras otra sin bajar el nivel de intensidad en ningún momento, tan deliciosamente previsibles y facilonas en sus estructuras que no se me hizo pesado en absoluto, al contrario. Uno de los momentos cumbre llegó con la pareja formada por la apasionadamente coreada «Lai Lai Hei» y la épica y celebrada «In My Sword I Trust», enlazadas por un intento de blues por parte de un Sami completamente en su salsa. Ojo que cuando digo que son previsibles y facilones no lo hago como una crítica ni mucho menos: no es precisamente fácil ser previsible y facilón sin caer en la vulgaridad y el aburrimiento, y Ensiferum, más allá de que técnicamente todos los miembros de la banda estén a un nivel altísimo, consiguen mantenerte enganchado durante la totalidad del concierto.
Nos acercamos a la recta final con los punteos épicos de «Into Battle», que dieron pie a todo tipo de bailoteos de taberna y coreografías varias sobre el escenario, mientras que en la pista un enjambre de folk metaleros zumbaba de un lado para otro con desenfreno. Después de unos minutos de silencio, la banda volvió a subirse al escenario con Markus y Sami al frente para ofrecernos la parte más desenfadada de su show. Mientras el primero, ahora ya desatado, se marcaba unos solos (amago de «Sweet Child o’Mine» incluido) con la guitarra encima del hombro, el segundo, comodísimo en su papel de cachondo el grupo, lo animaba metiéndole una cerveza gaznate abajo y quejándose visible y teatralmente de sus elecciones musicales. «Iron» suposo, ahora sí, el final definitivo del concierto, entre saltos unánimes y puños en alto, y Ensiferum se bajaron finalmente del escenario con la sensación de haber cumplido con su deber, que no era otro que haber contagiado de sus ganas de gresca a todos aquellos que se congregaron para verlos.
Supongo que al folk metal le pasa un poco como al power metal, por eso son primos hermanos. Aunque en casa no se me ocurriría ponerme discos de este tipo de bandas, en directo es muy fácil disfrutar y ser atrapado por sus ritmos infecciosos y su descarada luminosidad. Por eso, aunque no me conociera con nada de profundidad el catálogo de Ensiferum, me lo pasé la mar de bien. Y os cuento un secreto: ya sabía que sería así, que por eso vine.
Setlist Ensiferum:
For Those About to Fight for Metal
Two Paths
Heathen Horde
King of Storms
Wanderer
Twilight Tavern
Treacherous Gods
Lai Lai Hei
In My Sword I Trust
The Longest Journey (Heathen Throne, part II)
Way of the Warrior
Into Battle
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Iron
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.