Las inmediaciones del WiZink Center, horas antes de que abrieran puertas, eran clara muestra de que lo que se vivía la noche del 9 de diciembre no era solamente un concierto como tantos otros que visitan nuestro país. La reunión de Helloween con Michael “Miguel” Kiske y Kai Hansen era de las más esperadas por los fans, una vez consumadas, años ha, las de Iron Maiden y Judas Priest. Se respiraba ansiedad, festividad y muchas ganas de show. Claro ejemplo de esto fueron las casi 15.000 personas que abarrotaron el pabellón, cuando en sus últimas visitas, los de Hamburgo tocaban en salas de unas 2.000 personas de capacidad. Tal y como dijo la propia banda, el del recinto madrileño fue el concierto más multitudinario de Helloween en España y el segundo de más afluencia en la gira Pumpkins United, tras el de Sao Paulo (Brasil). Cómo iba a ser la cosa, que decidieron grabar el show para editarlo en DVD.
Sí, como digo, algo se notaba en el ambiente. Las colas para comprar merchandising eran enormes, y barato no era (la sudadera oficial de la gira costaba 70€. Chula lo era mucho, pero el precio estaba muy fuera de mercado), las avalanchas al abrir las puertas fueron tremendas y 2 horas antes de que se iniciase el show el pabellón estaba prácticamente lleno. Y eso no que no había teloneros que escuchar. Al menos tuvimos sesión de DJ con temas de las bandas que asistirán al próximo Rockfest.
A las 20:30, con exactitud alemana, sonó el «Let Me Entertain You» para dar paso a los primeros acordes de «Halloween». Poca broma para empezar. El escenario era bien bonito, con partes de calabaza elevando la batería de Dani y tres pantallas: dos laterales, que enfocarían a los músicos, y una central, que proyectaría imágenes acorde a las canciones que irían sonando. En esta primera, bosques terroríficamente divertidos, casas de locura y algunas calabazas harían su aparición. El sonido era más que decente y la complicidad entre todos los músicos fue lo mejor de la noche. ¿Se iba a convertir en un duelo Kiske Vs. Deris? En absoluto, al menos para los dos protagonistas, que se irían intercambiando entre canciones o cantando a dúo algunas. Kiske, con una chupa de cuero rojo la mar de maja (sí, soy así de hortera) y la sudadera que me quedé con ganas de comprar, cumplió teniendo en cuenta los problemas de afonía que arrastra desde hace un par de meses y que han supuesto no pocas críticas hacia el grupo. Deris demostró que, hoy en día, es el capitán general de la nave y aunque vocalmente hace tiempo que no es lo que fue, su actuación fue sobresaliente, dirigiéndose al público en su castellano macarrónico canario. Hansen también cumplió sobradamente, tanto ayudando a sus compañeros como cuando se puso al frente. Y del resto qué decir… Weikath soso y genial como siempre, Markus divertido e implicado como es habitual, Grestner de menos a más, de quedar relegado a guitarra rítmico a hacerse con su espacio principal, y es que para mÍ es el mejor instrumentista que tiene la banda a día de hoy, en dura pugna con Dani Loble, batería absolutamente genial.
«Dr. Stein» siguió el show, y el WiZink entero botó a ritmo divertido. Fue al acabar cuando Deris nos presentó a Seth y a Doc, dos calabazas de dibujos animados que aparecerían entre tema y tema para que los músicos pudieran cambiar de instrumentos y darse un respiro. Las calabazas se irían disfrazando de los componentes de Helloween e irían tirando objetos a una máquina hecha por casi todas las portadas de sus discos. Momentos entre divertidos y WTF. Tras la primera aparición de los nuevos amigos calabaceros, Kiske se personó en escena para cantar él solito «I’m Alive» y permitir que el que abajo firma pueda morir ya feliz y en paz con el mundo. Luego le tocó el turno a Deris (curioso, excepto los temas cantados a dúo, casi todo el rato fue una canción de Miguel Kiske por dos de Andi) con «If I Could Fly». La verdad es que no logro comprender por qué esta canción sigue en el set list, cuando en el mismo disco hay canciones muy superiores como «Mr. Torture», «Immortal» o «I Live For Your Pain». Sea como fuere, Andi la defendió muy bien, al igual que «Are You Metal». Aquí vuelvo a poner un poco de interrogación. Si la idea era dar algo de cabida a la que yo denomino etapa gris de Deris (desde el Rabbit Don’t Come Easy (2003) hasta la actualidad)¸ este tema y «Waiting For The Thunder» que sonaría más tarde me parecen de lo mejor, pero en el tintero quedaron temas del propio Deris que me parecen tremendamente superiores («Where The Rain Grows», «We Burn», «Falling Higher», etc.).
Kiske volvería a escena con otro de sus clásicos, «Rise And Fall», y yo volví a darme cuenta de algo que me enamora de las calabazas, especialmente de su primera etapa: la positividad y alegría de sus letras. ¡Hace falta más de esto en el mundo, leñe! Le tocó el turno a Andi para defender la mencionada «Waiting For The Thunder» y la divertidísima «Perfect Gentleman», ataviado con americana de lentejuelas, sombrero de copa y bastón. Kiske se le unió al final y volvieron a dar muestras del buen rollo que existe entre ellos. Creo que no le daremos suficientes gracias a Tobias Sammet por recuperar al grande de Kiske para el metal…
Llegó la hora de volver (aún más) al pasado, a los inicios de la banda, con Hansen a la voz. «Starlight» sonó tremenda y bien unida a las inmensas «Ride The Sky» y «Judas». El padre de todo esto nos preguntó que qué era el heavy metal, y él mismo se respondió con los primeros compases de «Heavy Metal Is The Law». Y tocó su descanso. Aparecieron dos banquetas en escena, señal de que se iba a pisar el freno. Con Sasha como único instrumentista (y creo que este fue el punto en el que empezó a tomar el protagonismo que merece), «Forever And One» y «A Tale That Wasn’t Right» fueron interpretadas por Deris y Kiske. Un Kisken que a lo largo de la noche dijo que siempre había querido un look a los Elvis y acabó teniendo el de Halford. Tras la balada, salió del escenario para que Deris interpretase uno de sus mejores temas: «I Can». El pabellón estalló en locura.
Y llegó la hora de ponerse emotivo. Dani empezó un solo de batería, pero pronto los amigos Seth y Doc pusieron un VHS con el título «Ingo Solo». La pantalla nos mostró al malogrado batería haciendo su solo, y Dani empezó a replicarle desde su posición. Sin duda, un precioso homenaje a uno de los fundadores de Helloween. ¡Descansa en paz, Ingo! ¡Las baquetas están en muy buenas manos!
La distorsión volvería con Kiske y una de las sorpresas de la noche, «Living Ain’t No Crime» (esa positividad de la que hablábamos…) y «A Little Time». Le dio el relevo a Deris y «Why?», un buen tema pero que para mi gusto podría haber sido fácilmente sustituido. Los que sí debían estar, y estuvieron, fueron el trío previo a los bises: «Sole Survivor», «Power» (que puso el WiZink patas arriba) y la inmensa «How Many Tears» a tres voces. ¡Enorme!
“El último tema de la noche”, habían dicho, y obviamente no era cierto. 2 horas y 7 minutos no era suficiente para calmar las ansias del personal, así que «Invitiation» hizo las delicias, sabiendo que le seguiría la magistral «Eagle Fly Free». Y, señoras y señores, llegaría otro de los momentos de la noche. «Keeper Of The Seven Keys» íntegra, por Kiske (que ya le costaba mucho llegar) y Andi echándole una mano. Y es que esta, seguramente, sea la mejor canción de la historia de la música universal. Gustos personales, le llaman. El final sirvió para que Grestner siguiese con el arpegio característico y Hansen fuese presentando uno a uno a todos los miembros de la banda. El propio Kai tuvo un recuerdo a todos los muertos del rock antes de ser presentado por Sasha y dejarlo solo ante todo el público. Nadie le presentó, al pobre…
¿Eso era todo? Imposible, quedaban demasiados temas por sonar. El foco iluminó a Hansen, que empezó su solo clásico, manido y fiestero que dio paso a los primeros acordes de otro básico de los alemanes: «Future World». La gente enloqueció, como no podía ser de otra forma, y aún lo haría más con (ahora sí) la última canción de la noche. ¿Adivinan? «I Want Out», tres voces y decenas de globos naranjas y negros volando por el pabellón.
Y acabó. 3 horas de show que supieron a poco y que invitan a repetir en el RockFest. El concierto que muchos habíamos estado esperando toda la nuestra vida había concluido, y el sabor de boca era muy bueno. ¿Mejorable? Por supuesto, tanto por el sonido (que no fue malo en absoluto), como por algunas actuaciones mermadas por enfermedades y por algún detalle del setlist (hubiese apostado mucho dinero por que tocaban su nuevo tema, Pumpkins United. Suerte que no lo hice), pero para mí no solo ha sido la gira del año, sino haber cumplido un sueño.
Gracias Kiske y Andi por vuestro buen rollo contagioso. Gracias Kai. Gracias Weiki y Markus. Gracias Sasha y Dani por haberos unido a estos locos y haber apartado vuestros egos si era necesario (no lo era en mi opinión). Y gracias a ti por leerme.
Setlist:
Halloween
Dr. Stein
I’m Alive
If I Could Fly
Are You Metal?
Rise And Fall
Waiting For The Thunder
Perfect Gentleman
Starlight / Ride The Sky / Judas
Heavy Metal (Is The Law)
Forever And One (Neverland)
A Tale That Wasn’t Right
I Can
Solo de batería + Ingo Tribute
Livin’ Ain’t No Crime / A Little Time
Why?
Sole Survivor
Power
How Many Tears
—–
Invitation
Eagle Fly Free
Keeper Of The Seven Keys
—–
Solo de Kai Hansen
Future World
I Want Out
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.