Vivo a unos treinta quilómetros del recinto del Primavera Sound, y por la mañana me levanté enmedio de un par de tormentas que me hicieron presagiar y temer una tarde / noche de sábado desagradable y pasada por agua. Pero a medida que pasaban las horas y me iba acercando a primera línea de mar las nubes se desvanecieron como por arte de magia hasta llegar al Fòrum y encontrarme con un sol espatarrante. Es verdad que el día no iba a ser tan caluroso como lo fueron las dos primeras jornadas, y en algunos momentos hizo un vientecillo algo molesto que obligó hasta a descolgar las pantallas laterales de un par de escenarios, pero a la hora de la verdad no hubo ningún impedimento para que pudiéramos disfrutar de una jornada final del festival que, para mí, contaba con tres grupos clave por encima de todos los demás: los madrileños Jardín de la Croix, las leyendas del stoner / doom Sleep y, para acabar, una de mis bandas favoritas a día de hoy, los Against Me! de la carismática Laura Jane Grace.
Tal y como pasó en la segunda jornada con Rebuig, la banda escogida para abrir el día en el escenario Adidas Originals fueron unos novatos con una larga trayectoria en el underground catalán. Les Cruet són un cuarteto de punk rock rural, bailongo y abrasivo liderado por Laura Crehuet a la voz y guitarra y que cuenta con componentes de bandas icónicas de la escena del Montseny como Zeidun, La Célula Durmiente, Els Surfing Sirles o los muy metaleros Moksha. Tan tímida cuando tocaba comunicarse entre canciones como ardiente y cruda a la hora de berrear y rasgar su guitarra sin piedad, la voz estridente, desgarrada y personal de Laura, situada en algun lugar entre una Janis Joplin del punk y una especie de versión femenina de Leatherface o Hot Water Music, convierte en algo especial la energética propuesta de estos chicos, que en la media hora de que dispusieron descargaron un puñado de temas cortos, cañeros, directos y muy disfrutables como «Ocells», «Pals i Troncs», «Caure Mort» o la final «Creure», pertenecientes a Pomes Agres, su único disco hasta el momento, publicado en 2016.
Aunque su propuesta no es del todo acorde con la línea de esta revista, mi siguiente parada obligatoria estaba en el cercano escenario Pitchfork, donde la vallesana Museless (nombre artístico de otra Laura, en este caso Llopart), se preparaba para presentar su primer disco, titulado «Dichotomic History» y publicado justo la semana pasada. Para dar densidad y electricidad a la voz etérea y a los talentosos teclados, loops y sintetizadores de la maquillada protagonista, parapetada detrás de una mesa de mezclas, Museless cuenta con la presencia en directo de otro veterano de la escena rockera catalana como es Toni Feliu, que se encarga de las guitarras y los violines. Así es el mundo del rock, que después de un par de décadas paseándose por grupos tan interesantes y complejos como Yahi o El Tercer Semestre, el bueno de Toni ha tenido que esperar a pegar guitarrazos junto a una artista electrónica para saborear por fin una gloria incipiente. Lo cierto es que su aportación añade un montón de contundencia y riqueza a la tranquila, lírica y atmosférica base rítmica que caracteriza a esta banda, una mezcla que alcanza su punto más alto durante la final «Frozen Heart» y su apoteosis guitarrero, que sirvió para poner el colofón a una descarga impecable y entretenida, en parte gracias a la presencia de dos bailarinas ataviadas con brillantes monos azul y rosa que encandilaron al público con sus movimientos sinuosos y espasmódicos y que seguro que ayudaron a que este concierto fuera recordado entre los muchos que se acumularon para verlos.
Obligándome a renunciar a la actuación de Van Morrison en uno de los escenarios principales, mi primer gran concierto del día era el que iban a dar los madrileños Jardín de la Croix en el escenario Adidas Originals. El cuarteto se encuentra en el mejor momento de su carrera después de la publicación del exitoso Circadia a finales del año pasado, y de la mano del sello barcelonés Aloud Music y de la calidad de su post / math rock hipertécnico, progresivo e instrumental, este verano van a ver su agenda repleta de festivales de primerísimo nivel: Primavera Sound y Be Prog! My Friend en Barcelona, Download Madrid, Tsunami Xixón y, como colofón, el ArcTanGent británico, quizás la meca del rock progresivo moderno y un evento que no está al alcance de cualquiera. Y la verdad es que visto el bolazo que se marcaron esta tarde de sábado primaveral, calidad y tablas para triunfar en todos ellos tienen de sobras. Dando una lección de técnica, complejidad, contundencia y sensibilidad a partes iguales, la banda liderada por Pablo Rodríguez y Ander Carballo a las guitarras abracadabró a los centenares de asistentes que llegaron con curiosidad y que acabaron rendidos a su magia, calidad y canciones.
Después de cierto pánico generado por algunos problemas con el sonido de los monitores durante la inicial «Seventeen Years to Hatch an Invasion», que también sirve para abrir Circadia, la banda se asentó y se acabó desatando en la interpretación contundente y poderosa de una mayoría de cortes de su último disco, como la fabulosa «Intermareals» (quizás su mejor tema), la potente «Reversion» o la compleja «Green Architect», que mezclaron con lo más granado de su anterior 187 Steps to Cross the Universe (2013). Mientras Pablo y Ander embelesan a todos con sus continuos y malabarísticos tappings y el batería Israel Arias se deja ir con fills y progresiones imposibles, en el centro del escenario la imponente figura de Nacho Hernández actua como el pegamento que lo mantiene todo compacto, aportando una base sólida, dura y fiable sobre la que los otros tres músicos se recrean en fascinante coordinación. El continuo sube y baja de emociones, con momentos suaves y líricos de la mano de un dulce piano alternándose con pasajes agresivos y apoteósicos, acabó con el público entregado en una atronadora ovación y los Jardín exhaustos y literalmente por los suelos, poniendo un broche de oro a uno de los mejores conciertos del día y uno de los descubrimientos del festival para los muchos que no aún no los conocían.
Aún faltaban tres horas para que Sleep se subieran al escenario, tiempo más que suficiente para cenar (mis bocadillos caseros) y deambular aleatoriamente por el Fòrum. Como ninguno de nosotros teníamos un plan demasiado definido, acabamos de visita turística a Mordor, una zona bastante más inhóspita e impersonal que el sector donde se concentran la mayoría de escenarios pequeños y, por suerte, de bandas que me interesa ver. Coincidimos con el final del concierto de Metronomy, que me pareció un grupo de lo más vulgar, y con el principio de la descarga de una de las «frikadas» de la edición de este año, como es la diva del pop Grace Jones, auténtico icono de los ochenta gracias a una carrera musical que aúna reggae, dance y pop, y a su participación en películas como «Conan» o «Panorama para Matar», donde fué chica Bond en la última vez que el recientemente malogrado Roger Moore interpretó a 007. No sé qué es lo que me esperaba, pero la verdad es que a sus 69 años fabulosamente llevados, la gatuna y andrógina cantante jamaicana se pegó una performance visual con contorsiones, máscaras, coronas y capas que me dejó bastante patidifuso, teniendo incluso la suerte de enganchar la interpretación de «Libertango», probablemente su tema más conocido. De nuevo de vuelta a la zona donde se concentran la mayoría de escenarios, nos paramos un rato en el Ray Ban a ver al cantautor brasileño Seu Jorge, conocido por los no iniciados en el mundo de las músicas brasileñas por su faceta de actor y sus interpretaciones en la gran «Ciudad de Dios» y en la comedia «The Life Aquatic». En esta ocasión su repertorio consistió en versiones de David Bowie con el único acompañamiento de una guitarra acústica. Quizás el hecho de llegar casi al final del concierto y verlo desde cierta distancia no ayudó del todo, pero la ubicación escogida no me pareció en absoluto la adecuada para una actuación tan intimista, más propicia quizás para el Auditorio. De todas maneras, el público pareció disfrutar y gente con la que hablé a posteriori colocaron esta actuación como una de las más destacadas y emotivas del fin de semana.
Eran casi las doce, y finalmente había llegado la hora de que el trío californiano Sleep, seminales pioneros del stoner / doom más psicodélico e imitados hasta la saciedad por centenares de bandas, saltaran al escenario Primavera, un espacio aparentemente inmenso para ellos. Aún así, no se les hizo grande en absoluto, al contrario, y lo llenaron a base de pantallas de bajo (cuatro) y guitarra (hasta once) para crear una pared de sonido densa, grave y pesada como un yunque de plomo que atizó y aplastó sin piedad al considerable público que se acabó acumulando para verlos. Introducidos por la conversación que Neil Armtrong tuvo con Houston en el momento en que pisaba la Luna, los tres jinetes del apocalipsis pantanoso entraron en el escenario atacando las primeras notas de «Holy Mountain», el tema que dá título al disco definitivo de la historia de esta banda y uno de los discos definitivos del stoner / doom en toda su extensión. Este Sleep’s Holy Mountain (1992) tuvo un protagonismo casi exclusivo en el repertorio de esta noche: de los cinco temas que tocaron, cuatro le pertenecían, mientras que la única excepción vino con «The Clarity», un tema nuevo que va a formar parte, por lo que parece, del sorprendentemente inminente cuarto disco de la banda, el primero en prácticamente veinte años.
Sleep es quizás la banda definitiva de stoner / doom, y a principios de los noventa reinterpretaron el legado de Black Sabbath como nadie, añadiendo un componente de lánguida y psicodélica pesadez que no se había visto hasta entonces. Separados a finales de los noventa ante la negativa de las discográficas a publicar Dopesmoker, un disco con un solo tema de casi una hora que acabaría viendo la luz casi diez años más tarde, Sleep se han venido reuniendo con más o menos asiduidad durante los útimos años. La formación actual cuenta con dos de los miembros originales: el peludo bajista / vocalista Al Cisneros, con su Rickenbaker ultra distorsionado, y el descamisado guitarrista Matt Pike, virtuoso inesperado con su eterna pinta de pendenciero sureño, que ha alcanzado éxito y reconocimiento considerable a los mandos de High on Fire. Detrás de los parches, a falta del original Chris Hakius, hace ya años que cuentan con la inestimable colaboración del señor Jason Roeder, batería habitual de Neurosis y experto en sacar lo máximo de su minimalista kit gracias a su feeling inigualable. El concierto fué y se hizo sorprendentemente corto, dejándonos con la miel en los labios, pero Sleep ofrecieron exactamente lo que prometían: caña machacona, hard rock, lentitud, pesadez y pajareo, y la gente lo apreció y disfrutó sin reservas sacudiendo su cabeza a cámara lenta durante lo largo y ancho de su actuación.
Los kilómetros recorridos durante el fin de semana ya se notaban en las piernas y, sobretodo, en unos pies burbujeantes, así que a estas alturas no quedaban muchas fuerzas para aprovechar la media hora larga antes de que empezara Against Me! para curiosear por otros escenarios. La banda de Laura Jane Grace (menudo día de Lauras!) formó junto a Slayer, Gojira y Converge mi terna de grupos favoritos de esta edición del festival, así que preparado para mi definitivo canto del cisne, me coloqué justo en medio del pit con ansias de darlo todo y de rememorar las inolvidables descargas que el cuarteto de Florida dió en sus dos últimas visitas a la Ciudad Condal, la primera junto a Bad Religion en 2014 y la segunda hace un par de años en la sala Bikini, un concierto súmamente feliz en el que se creó una comunión y una simbiosis entre banda y público como pocas veces he visto antes. Superar ese bolazo era muy complicado, y la verdad es que no creo que lo hicieran, pero tanto los componentes del grupo como los que nos concentramos delante del escenario nos divertimos, cantamos, reímos, lo dimos todo y sudamos como pollinos con el folk punk contagioso, alegre y festivo y la inmensa cantidad de temazos coreables, bailables y motivantes que componen el catálogo de una banda que suena fabulosa y que lleva unos cuantos años absolutamente on fire.
Empezar con «I Was a Teenage Anarchist» es garantía de poner a la gente de 0 a 100 en segundos, pero a pesar de ser, junto al de Slayer, el bolo que más disfruté de todo el fin de semana, el setlist que tocaron no es ni de lejos el que yo hubiera escogido, y el hecho de no incluir ningun tema del casi perfecto New Wave, mi disco favorito, me pareció prácticamente un crimen. Pero Against Me! es una banda que, sencillamente, lo tiene, y que me sorprende que no lo pete más de lo que lo hace, ya que aunque son inequívocamente muy rockeros, también son lo suficientemente accesibles y melódicos para que le gustasen a mucha más gente. Me sabe mal por Laura y los suyos, que a mi juicio merecen el éxito de masas, pero egoístamente, ojalá se queden así para que podamos disfrutarlos siempre en ambientes casi íntimos. El repertorio estuvo basado sobre todo en sus dos últimos discos, los posteriores al mediático cambio de sexo de su frontman, que pasó de ser Tom a ser Laura coincidiendo con la publicación de Transgender Dysphoria Blues en 2014, un disco puramente temático sobre la crisis de identidad que la líder de la banda había vivido a lo largo de su vida. De este álbum tocaron temazos como «Dead Friend», «FuckMyLife666», «Unconditional Love», «Black Me Out» o la final y coreadísima «True Trans Soul Rebel», mientras que «333», «Dead Rats» y «Rebecca» fueron los cortes más disfrutados de su también excelente Shape Shift With Me, publicado a finales de 2016. Los sesenta minutos que estuvieron sobre el escenario se me hicieron los más cortos de todo el festival y no consiguieron saciar mis ansias de Against Me! en absoluto, así que espero y confío que los volvamos a ver pronto por aquí en gira de salas.
La verdad es que después de la brillante descarga de Against Me! ya no podía esperar mucho más de este sábado, pero como todo el cansancio que llevaba de antes acabó reciclado en energía y actividad por obra y milagro de sus motivantes temazos, me dirigí al cercano escenario Pitchfork a ver desde un poco lejos como los canadienses Preoccupations descargaban su enérgico post punk casi industrial. Sonando mucho más potentes que en disco, dieron un concierto muy dinámico y divertido que tuvo su punto álgido en el largo, hipnótico y repetitivo final de «Death». Como anécdota, tan embalados iban los chicos que siguieron tocando y dándolo todo más allá del tiempo que tenían asignado, con lo que durante unos cuantos minutos estuvieron aporreando la batería y los amplis sin sonido en las P.A., hasta que finalmente tuvieron que cortarles también las luces del escenario en un «vayan saliendo por favor» en toda regla que acabó en un final abrupto, un mosqueo del batería y una ovación bien cerrada por parte de los asistentes.
Ahora sí, dispuesto a poner el punto y final a mi experiencia primaveral de 2017, me dirigí a las puertas de salida pasando por delante de un escenario Ray Ban lleno hasta los topes de gente totalmente enloquecida. Como soy un tío curioso por naturaleza, me adentré un poco a ver lo que ocurría y lo que ví sobre las tablas fueron tres jovenzuelas con una energía contagiosa que desprendían rock n’ roll por los cuatros costados mientras rasgaban guitarras y aporreaban tambores entre sonrisas y buen rollo, provocando el más absoluto delirio entre el personal. Desconocidas totalmente para mí, las tales HAIM parece que son la nueva sensación del panorama indie y también fueron la última gran sorpresa del Primavera Sound de este año, un concierto anunciado ese mismo día que, al igual que pasó con Arcade Fire y Mogwai en las jornadas anteriores, supuso un puntazo al alcance únicamente de un festival tan grande como éste. Y si verlas y descubrirlas fué una sorpresa, más aún lo fué llegar a casa, buscar algunos temas suyos y encontrarme con una banda de indie pop dinámico pero tirando a ñoño, que por lo que parece se transforma totalmente cuando suben a un escenario. Qué cosas.
Aunque aún podía haberme quedado a ver a unos Mannequin Pussy que por lo visto dieron un bolaco (y mira que estuve tentado!), finalmente decidí dejarlo aquí y empezar a enfilar por última vez hacia las puertas del Fòrum mientras reflexionaba sobre lo que había dado de sí esta edición del Primavera Sound. Si bien la primera jornada había sido inusitadamente rockera y metalera, las otras dos fueron días de Primavera de manual, saltando de escenario en escenario descubriendo cosas interesantes para llenar los huecos de los conciertos imprescindibles, demostrando una vez más como este festival juega en otra liga, con un cartel lleno de personalidad y una organización, una ubicación y un sonido prácticamente impecables, así que contamos ya los días para ver cuáles seran las sorpresas, metaleras o no, que se sacarán de la manga para disfrutar el año que viene.
Artículo publicado originalmente en Metal Symphony Website:
http://www.metalsymphony.com/la-contagiosa-energia-de-against-me-pone-la-guinda-final-a-un-gran-primavera-sound-2017/
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.