Hace ya muchos años que no pisaba el Sant Jordi Club. Entre otros, recuerdo con cariño ese concierto de Motörhead en 2010, cuyo cartel aún tienen colgado en el pasillo de entrada. En esta ocasión teníamos por delante una velada mucho más relajada, sin baterías atronadoras, guitarras distorsionadas, ni los pogos a los que estamos más acostumbrados en esta revista. No tenía mucha idea de lo que hacían Alt-J hasta unos días antes del evento, al que me vi arrastrado por la señorita que se encargó de tomar las fotografías que aquí podéis ver. Por eso lo de la crónica improbable, igual que hacemos con ciertos discos que no son de nuestro «rollo».
Con la promesa de un buen directo, yo ya me apunto a un bombardeo, así que nos dirigimos a Montjuïc para encontrarnos con una sala casi vacía. A pesar de no figurar en el cartel, ni en ningún otro lugar en el que hubiéramos visto información del concierto, había un grupo invitado antes del trío británico. Flaco favor les hicieron a los pobres teloneros, que actuaron solamente para una fracción del público, la mayoría del cual acabaría llegando poco antes de la hora programada para Alt-J.
b1n0
Una batería eléctrica y un set de teclados y sintetizadores restaban en la parte delantera del escenario. Los dos integrantes de b1n0 salían sin llamar demasiado la atención, seguramente con los nervios que acarrea tocar en un recinto tan grande. El dúo catalán nos presentó su particular marca de música electrónica low-key, relajante, lenta y hasta minimalista. Un estilo alejado de lo que vendría después pero que, como veremos, encaja perfectamente con el mood de las canciones de Alt-J.
Consiguen sonidos curiosos combinando los samples que Emili dispara desde su mesa con sus teclados y los ritmos de Malcus. Sin tener mucha idea sobre electrónica, el resultado final me pareció bastante profesional y maduro. Sin embargo, es fácil que sus canciones se hagan largas (sobre todo en concierto) a pesar de su duración estándar, pues los patrones se hacen repetitivos enseguida y normalmente no pasan muchas cosas a la vez. Es más un hilo musical para hacer otras cosas mientras tanto que un único foco de entretenimiento.
Reescuchando algunas de las canciones se entrevé la causa. Cuentan con numerosas colaboraciones para ponerles voz a sus temas, pero en directo no pusieron estas pistas, dejando las composiciones más desnudas y simples. En mi opinión les honra no samplear algo tan importante como una línea vocal, de forma que nos podemos centrar en lo que están creando en vivo. Hay cosas muy interesantes en temas como «AHH!», que en su debut homónimo contiene la voz de Marina Herlop, o en «acab» y su feeling más darkwave. No hay duda que los amantes de la electrónica sabrán apreciar este proyecto tan particular. A medida que crezcan, estoy seguro de que no les costará encontrar formas de dinamizar y hacer más amenas sus actuaciones.
Casi al final de la segunda canción, se les cortó el sonido de golpe, y a mí ya me venían flashes del incidente en el concierto de Sepultura, solamente dos días antes. Por suerte, el problema se solucionó enseguida y pudieron seguir como si nada.
La media hora que tuvieron de set también jugó a su favor, ya que no creo que se le pueda sacar mucho más jugo a la propuesta actual. Siempre está bien descubrir agrupaciones del underground de nuestra tierra, y si tienen un buen potencial, como en este caso, incluso mejor. Apuesto a que no es la última vez que oímos hablar de ellos.
Alt-J
En los horarios oficiales, Alt-J figuraban a las 21:30, de forma que mucha gente llegaría al recinto con esa hora en mente. Al principio nos pareció que el evento había pinchado, pero nada más lejos. Es verdad que el telón a mitad de la sala confirmaba que estábamos lejos del sold out, pero la gran afluencia tardía de público acabó por dejar un Sant Jordi Club bastante concurrido.
Finalmente, pasados unos diez minutos de la hora programada, se apagaban las luces y los tres integrantes salían en escena. Por lo poco que sabía entonces sobre ellos, me sorprendió que solo fueran tres, pero aún más que se colocasen en línea encima de la enorme tarima y ninguno se moviera de su posición durante todo el espectáculo.
Daba pues comienzo una retahíla de canciones lentas y relajantes. «Bane» parece una mezcla sedada de rock progresivo con diferentes influencias, pasando por ese riff descendiente a lo «Feeling Good», los coros espontáneos a lo Queen y la cadencia de la estrofa que me recuerda a la de «Dani California». Un inicio curioso y experimental que dejaba claras las pretensiones del grupo. Sí que tienen temas con algo más de ritmo, como el interesante «In Cold Blood», que flirtea con sonidos de organillo psicodélicos y vientos de orquesta. Contiene también una de las pocas partes coreables que escuchamos durante la noche, con ese ‘Lalalalalala‘, que resonó entre el público.
Mis momentos favoritos venían con las voces armonizadas de Joe Newman y Gus Unger-Hamilton, en especial en las partes a capela, como pasa en la breve «❦ (Ripe & Ruin)». No es menos cierto que durante el concierto bostecé más de una vez, seguramente con temas somníferos como «Tessellate», «Chicago» o «Bloodflood». No obstante, todo resultó ser menos aburrido de lo que me esperaba, y algunos cortes como «Matilda» se hicieron llevaderos, con la ayuda del público, a pesar de ser extremadamente suaves y calmados.
El batería Thom Sonny Green, en la parte derecha del escenario, nos proveía de bases simples y cuidadas, sin florituras ni lucimientos. Sin ningún plato salvo su hi-hat, hacía uso de sus toms, bongos, pandereta y cencerro para colorear unos ritmos circulares que nunca llegaban al clímax. Él mismo y Hamilton usaban también diferentes percusiones, como el metalófono usado en «Nara» y «The Gospel of John Hurt», recurriendo a sonidos pre-grabados solo cuando era necesario. Newman también cambiaba frecuentemente de guitarra, llegando también a coger el bajo en alguna ocasión, demostrando la polivalencia de estos músicos.
Algo que también me sorprendió y ayudó sobremanera a hacer el espectáculo más entretenido, fue el gran juego de luces que tenían montado. Constaba de una fila de potentes leds en la parte trasera, focos laterales y una multitud de bombillas sobrevolando el escenario, que se iluminaban en diferentes patrones durante la segunda mitad del concierto. Todo eso, aparte de la iluminación normal de la sala, permitía crear una combinación concordante con cada canción.
Jugaban al contraste con los momentos clásicos de «Philadelphia» y los sonidos orientales de «Taro», antes de cerrar el set principal al ritmo de la más entretenida «Fitzpleasure». Tras unos momentos de oscuridad, volvían para rematar la actuación con tres bises. «Left Hand Free», que es mucho más happy, quedó un poco raruna a causa de esa iluminación roja y tétrica que le pusieron. Seguía el buenrollismo con «Hard Drive Gold» para llegar, ahora sí, al final con «Breezeblocks». Del tema más conocido de Alt-J yo solo salvaría la segunda mitad, cuando entra ese canon genial, que fue lo más coreado de la noche.
En contadas ocasiones se dirigieron al público entre canciones, y la interacción fue casi nula. No hubo palmas, ni arengas para que el público hiciera nada más de lo que naturalmente ocurría por la música. A mi parte purista esto le gusta, odio cuando a cada canción hay un numerito que le quita protagonismo a la música, pero entre poco y demasiado. Creo que algo más de conexión favorecería a la experiencia, ya que prácticamente salieron, tocaron y se marcharon. Que la música sea tirando a fría no significa que lo tenga que ser toda la actuación.
Dicho esto, estoy contento de haberme dejado engatusar. Fue una experiencia muy interesante y no hay duda de que su espectáculo tiene mucho valor artístico. Quién sabe, quizás hasta acabe repitiendo más adelante.
Setlist Alt-J:
Bane
Every Other Freckle
The Actor
In Cold Blood
Deadcrush
❦ (Ripe & Ruin)
Tessellate
U&ME
Matilda
Chicago
Something Good
Nara
Bloodflood
Montreal
The Gospel of John Hurt
Delta
Philadelphia
Taro
Dissolve Me
Fitzpleasure
___
Left Hand Free
Hard Drive Gold
Breezeblocks
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.