De nuevo esa sensación, esas grandes sensaciones que ya conduciendo hacia Rocksound sientes que brota a borbotones por tus pensamientos como “Hoy toca bolazo”, también resuena la de “Joder, ojalá no empiecen a en punto” la de “Bufff… me meo, y pillo todos los semáforos” o la mítica de “Cómo molan Slander. ¿Se lo harán guapo en directo?”)… y en cada concierto, ese cúmulo de sensaciones, se acrecenta por momentos, es como un subidón de droja, droja de la buena.
Slander
Y ahí estamos, esperando ya con nuestro grial en vidrio y lúpulo, a ver que nos traen este quinteto (o cuarteto depende de la ocasión) que viene desde la bella Italia a la capital catalana. Lo primero que me sorprendió, fue ver al cabroncete de Petro (Go Veterans, Implore, y veo que también Slander) a la segunda guitarra, no pude preguntar si faltaba alguien, o simplemente lo meten porque el cabrón es bueno y se acopla a cualquier banda como lapa en la roca, o sea perfectamente. Ante un público numeroso, pero que de buen principio estaban tres pasos atrás, empezaron Slander, los de Venecia se presentaban ante el respetable, enérgicos, descarados, vivarachos, y con ganas de fiesta y tralla. En su primer tema, (nunca sé como se llaman) ya demostraron el gran poder de convocatoria al hacer que todo el mundo se dejara de mierdas y estuvieran por su show, fueron cayendo canciones y a cada una de ellas lograban un mayor feedback con los allí presentes.
En la zona delantera, se olia la cerveza y los pogos empezaban a crear una poderosa potencia, (cuando notas golpes en la espalda, cuando tú y tu cámara sois un saco de boxeo, cuando Rober de Bellako tiene que hacerte de guardaespaldas, es que es un buen grupo y ha conectado con los cabrones que allí estaban) seguimos con más temas, no muchos, pero si mucho riff a lo Suicidal, muy crossover todo junto, con sus rapeos, con sus lololos, y con mucha mucha desfachatez. Slander nos dio una dosis justa, (en tiempo) de un buen concierto, y creo que ellos también se llevaron un buen recuerdo. Para mi, una bandaza muy divertida, desvergonzada y con muchas ganas, pero si, el show, fue demasiado cortito, un poco un coitus interruptus, pero se lo perdono, porqué si, porque se lo valen, y porqué con lo justo de tiempo, llegaron a su objetivo. Me flipa Slander, y sé seguro que volveré a verles. SEGURO.
Implore
IMPLORE Implore, Implore… IMPLORE. Implorad bestias del averno, caed de rodillas ante la majestuosidad de lo oscuro y chirriante, ante la maldad hecha música, ante los pedazos de carne quemada sobrada de una bomba lapa en medio de un camino de carro… IMPLORE. Lo de estos ya es arena de otro costal o como lo llamen, yo diría que es ácido de sangre de alien, la televisión que le mete la cabeza Henry a ese desgraciado que deja entrar a su casa, el cuchillo que cortó el cuello a tantos jóvenes en manos de Gacy, o el martillo que le parte los tobillos al desgraciado escritor de la cama en Misery… eso es Implore para mí, una senda de destrucción, colonia de napalm, colirio de agente naranja, de bombas de fragmentación con restos de metralla que te entran en la piel y jamás en tu puta vida vas a poder extraer, eso es Implore, un chaparrón de hostias sonoras que entran en tu alma con el sólo objetivo de pudrirse dentro de tu puto cuerpo. Si, eso me sale cuando vengo de un show de este (ahora) cuarteto. Y lo jodido, es que són buena gente, muy amables, y buenas personas, pero no su música, su música no conoce la palabra amistad, su música es el enemigo de un mundo ya comido por la mierda, la envidia, y la mala leche.
Su música es atrozmente desmoralizadora, con carácter, es es un sentimiento muy raro y difícil de explicar, hay que verlos, por todo esto, y más, mucho más. Al lío, que me lío, sigamos, lo primero que encontramos en este bolo es nueva formación, cambio en la bateria, como adición de un nuevo guitarra que parece que lleve con ellos la vida misma. Sin prisas, sin risas, sin mierdas ni presentaciones, Implore comienza su descarga con temas de su nuevo disco Subjugate (2017). El público ya sólo tiene ojos para la banda y orejas sangrando ante tal chorro de hostias auditivas. Se suceden las canciones de toda su discografia, ellos imperan entre lo vertiginoso de la velocidad de sus temas y lo crudo de su música, pocos parones, y siguen sucediéndose canción tras canción atentado tras atentado, y así durante una hora que no hizo más que demostrarnos que Implore se tiene bien ganadas estas giras, y que SOBRE TODO, Implore ha venido para quedarse, y para cagarse en tu mierda de vida. Amo a Implore, jodidamente AMO A IMPLORE.
No sé hacer fotos y no sé escribir, pero voy a conciertos e intento dejar un recuerdo de esos grandes momentos.