Si bien Paradise Lost es una banda que conozco bien, me gusta bastante e incluso en momentos de mi vida he amado con locura, cuando ví esta gira anunciada por primera vez no fué su logo estampado en el cartel lo que me hizo saltar de la silla, sinó la evidencia de que estábamos, en conjunto, y gracias a la presencia de dos teloneros realmente interesantes, ante uno de los mejores paquetes de doom metal que se pueden ver hoy en día. En consecuencia, inmediatamente pasé a considerar este concierto como uno de los más básicos e imperdibles de este otoño. Es posible que los que me leéis a menudo empecéis a fruncir el ceño y a pensar «joder, este tío tiene tantos grupos y giras favoritos e imprescindibles que estoy empezando a dudar seriamente de su criterio». Y bien, es cierto que, por decirlo de alguna manera, soy una persona de fácil apasionar, pero eso no quita que haya conciertos que tenga marcados en un rojo más fuerte que otros, y os prometo que éste era, junto a Satyricon, Soen y Leprous, uno de los más esperados de mi densa agenda otoñal.
Por un lado, Paradise Lost son unos mastodontes del doom y del gothic metal, con una carrera sólida, respetada y valiente a sus espaldas evidenciada por quince discos como quince soles (que se dice pronto) y un montón de hits de varios géneros que les servirían para llenar tres horas de concierto si así lo quisieran. Por otro lado, tanto Pallbearer como Sinistro son, me atrevería a decir, dos de las bandas más relevantes, pujantes y prometedoras de la escena doom metal contemporánea. Ambas van sobradas de calidad y, lo que es más importante en un mar de bandas en que lo fácil y habitual es revisar y revisar las mismas influencias, de personalidad. Así, estábamos ante la posibilidad de ver a tres bandas más que reputadas para que nos mostraran sobre un mismo escenario sus distintas visiones de lo que es para ellos el doom metal.
Así que en mi persona y en mi entorno se respiraba cierta sensación de evento especial, con lo que me sorprendió algo ingratamente llegar a las inmediaciones de la Sala Razzmatazz 2 y no encontrarme casi nadie por los bares cercanos. Y más aún me disgustó entrar en la sala y ver las cada vez más habituales cortinas cubriendo un tercio de su aforo. Es verdad que hay muchos conciertos acumulados en pocas semanas, es verdad que Paradise Lost vienen a menudo (y que su último concierto en Barcelona, este mismo verano en el Rock Fest, fué bastante terrible) y también es verdad que la zona acortinada se llenó casi al completo, así que no creo que pincharan, pero yo personalmente esperaba algo más de respuesta entre la parroquia doom barcelonesa, ya que pocos carteles van a pasar por aquí con más atractivos que éste.
Sinistro
Los portugueses Sinistro son una de esas bandas que, de la mano de la discográfica francesa Season of Mist y su apuesta por grupos oscuros rebosantes de personalidad que, casualmente, cantan en su idioma nativo (como Solstafir, Der Weg Einer Freiheit o los propios Foscor, por ejemplo), se ha hecho un hueco entre los nombres a seguir de cerca en la escena doom contemporánea. Con tan solo seis años de vida y un par de discos en el mercado, el cuarteto lisboeta ha logrado que todo el mundo hable de ellos gracias a su sonido pesadísimo y agónico y al toque diferencial que aporta su fotogénica, dramática y magnética vocalista Patricia Andrade, auténtica protagonista visual y centro de todas las miradas de una descarga que causó cierta sensación (no unánime, también debo decirlo) entre los que ya nos encontrábamos en la Sala Razzmatazz 2. Su concierto tuvo todo lo que a priori podíamos esperar de él e incluso más (excepto la duración, ya que solo contaron con treinta pírricos minutos): pesadez, desesperación y contundencia gracias a una base rítmica sólida y monolítica como una roca, allanando el camino para que Patricia se dejara ir con su trágico aire de muñeca rota, sus movimientos espasmódicos y sus expresiones de apocalíptica confusión mientras se desgañitaba usando varios registros vocales para crear una especie de fado hipnótico, denso y agónico que yo, personalmente, no había oído nunca en ningun sitio.
Aunque creo que en general triunfaron bastante, como es normal no todo el mundo flipó con ellos. Hablé con gente a la que le pareció que aunque Patricia como frontwoman era todo un torbellino, musicalmente la banda tampoco aportaba nada tan especial. Y, al contrario, otra gente opinaba que aunque la música estaba bien, toda la teatralidad visual de la vocalista lusa sobraba. Que una banda sea capaz de generar opiniones tan encontradas y que incluso sus detractores no se acaben de poner de acuerdo en los porqués es una señal inequívoca de que Sinistro han logrado ser alguien y definir una personalidad distintiva sin dejar a nadie indiferente por el camino. Y eso no lo pueden decir todas las bandas hoy en día. De hecho, lo pueden decir muy pocas. En los treinta minutos escasos de los que ya hemos dicho que dispusieron, solo tuvieron tiempo de tocar cuatro temas, lo que quizás ya fué suficiente para que no nos saturáramos y nos quedáramos con curiosidad y ganas de más. Si tuviera que destacar algo, quizás sería la inicial «Partida», o quizás el speech sobre el que transcurre la final «Cidade (parte 2)», pero creo que Sinistro es una experiencia que se tiene que vivir y va más allá de las canciones concretas que toquen.
Setlist Sinistro:
Partida
Reliquia
Abismo
Cidade (Parte II)
Pallbearer
Los que no generaron ningun tipo de debate son los americanos Pallbearer, que nos obsequiaron con un bolazo absolutamente impecable que entusiasmó a todos los presentes, vinieran convencidos a priori o no. Parece increíble que cuatro tíos sean capaces de construir una masa sónica tan compacta, tan sólida, tan precisa y tan molona como la que emanó del escenario durante los escasos cuarenta y cinco minutos que duró su concierto, en los que, debido a la longitud de sus canciones, no tuvieron tiempo para tocar más que cuatro. Optaron por dejar de lado su álbum de début, el gran Sorrow and Extinction, para centrar su descarga en sus trabajos más recientes, con dos temas de cada uno. Como suele pasar con este tipo de grupos de temas interminables, los fotógrafos pudimos aprovechar el clásico «tres primeras sin flash» para quedarnos en el foso durante más de media hora, disfrutando de un sonido absolutamente atronador (aunque la voz no se oía casi nada desde tan adelante) y de una carismática y atractiva puesta en escena a pesar de (o gracias a) no moverse demasiado y de su aspecto más stoner que otra cosa, sudoroso y descuidado.
Aunque se trata de una banda relativamente joven, el cuarteto de Arkansas ya hace tiempo que ha dejado atrás la etiqueta del doom metal más estricto para ir incorporando elementos stoner, psicodélicos, progresivos y de rock alternativo a un personal estilo en constante evolución que les coloca a la vanguardia del género. Con un volumen altísimo pero no realmente molesto, sobre el escenario son una máquina perfectamente engrasada y siempre liderada por la fuerza y la potencia de las guitarras de Brett Campbell y Devin Holt, situados a ambos extremos del escenario para guiar al resto de la banda a base de riffs graves y repetitivos pero también mediante punteos y solos líricos, sensibles y evocadores. Aunque podría decir que disfruté especialmente de la intepretación de la inicial «Worlds Apart» y de la interesante y etérea «Thorns», esto sería más porque son dos de mis canciones favoritas de la banda que no porque las tocaran o sonaran mejor que las demás, ya que tanto «Dancing in Madness» como el final apoteósico con la repetitiva e hipnótica «Foundations» fueron igualmente brillantes.
Esta es la tercera visita de Pallbearer a Barcelona después de que sacaran el hocico por aquí en el Primavera Sound de hace un par de años y, especialmente, en aquel añorado Ritval Cvlt Fest que, según nos comentaron en esta entrevista que les hicimos hace unos días, recuerdan con accidentada alegría. A pesar de que a mí Heartless quizás no me gusta tantísimo como Foundations of Burden (cosa que tampoco es anormal, ya que este último me parece probablemente el mejor disco de doom metal publicado esta década), es innegable que los americanos siguen yendo cuesta arriba en cuanto a creatividad, a confianza y a capacidades sobre el escenario visita tras visita y disco tras disco, demostrando que se han posicionado claramente como una de las bandas destinadas a liderar la escena doom metal en los próximos años. En mi opinión (y en la de muchos), Pallbearer fueron los grandes triunfadores de la noche, y tanto ellos como Sinistro colocaron el listón a una altura casi inalcanzable para cualquiera que viniera después, incluidos Paradise Lost.
Setlist Pallbearer:
Worlds Apart
Dancing in Madness
Thorns
Foundations
Paradise Lost
Antes de que los grandes protagonistas de la velada aparecieran sobre el escenario pudimos participar en algunas discusiones que tenían por protagonista la vuelta tan bestia al doom más ortodoxo que ha supuesto Medusa y, sobretodo, aventurar qué versión de los ingleses podríamos ver hoy: la que nos impresionó hace un par de años en la Sala Salamandra o la que nos causó casi vergüenza ajena en el Rock Fest de este verano. Por lo general, acabamos por ponernos de acuerdo en que eso del Rock Fest debió de ser un accidente provocado por la hora, por el sol y por el técnico de sonido y, motivados por el genial par de bolos que acabamos de ver, nos convencimos que lo que tocaba hoy era ser aplastados por una dosis de doom metal pesado y lleno de clásicos de la mano de Paradise Lost. No quiero avanzar acontecimientos, pero he de decir que esto ocurrió solo en parte: la mayoría de su actuación se ajustó a esos parámetros y no creo que nadie saliera insatisfecho, al contrario, pero algunos temas sonaron rarillos y, en general, hubo algun que otro altibajo y algun indicio de la desgana que les lastró el pasado verano en Can Zam.
Antes que nada, es de destacar (y a mí me gusta) que una banda con tanta historia y tanto bagaje apueste tan decididamente por sus últimos trabajos: hasta ocho canciones pertenecientes a sus dos últimas obras y solo cuatro temas de lo que podemos considerar su época clásica. Y curiosamente, ya que esto es exactamente lo contrario que ocurrió en ese concierto en el Rock Fest que sigo mencionando, los cortes nuevos sonaron infinitamente mejor que los viejos. De hecho, los temas de Medusa sonaron especialmente atronadores, precisos y pesados, y me acabé incluso sorprendiendo de disfrutarlos y conocerlos tan bien, siendo yo algo escéptico ante el disco y su vuelta, al cabo de tantos años, a un doom tan tan doom. Pero me tuve a rendir a la evidencia: desde el principio con «From the Gallows», pasando por un «Gods of Ancient» que ha calado y mucho entre el público, un pesadísimo e inquietante «Medusa» o un enérgico y motivante «Blood and Chaos» que apunta a nuevo clásico, los nuevos temas supusieron un éxito tras otro, callándome la boca y demostrando que esta nueva reinvención de Paradise Lost tiene empaque y recorrido de sobras.
Y es que los de Halifax llevan tantas reinvenciones (más coherentes y menos rompedoras, eso sí, pero igual de valientes) como peinados ha llevado su guitarrista Gregor MacKintosh, que por fin ha dejado atrás el rubio pollo nu-metalero que llevaba en las últimas ocasiones para volver al negro azabache y a una cresta mohicana que sorprendió bastante a todo el mundo a quién le importan esas cosas. Detalles superfluos a parte, se le vió más delgado y más en forma que en otras ocasiones, lo que repercute evidentemente en la solidez de la banda en directo, aunque ni él ni Nick Holmes no son ni han sido nunca los tíos más movidos, alegres ni carismáticos que he visto sobre un escenario. El vocalista inglés mostró un muy buen estado de forma vocal, aunque siempre dudo si su gravísimo gruñido es mérito propio o fruto de alguna ayuda tecnológica, ya que sus gritos guturales, sospechosamente, no vienen acompañados de ningun esfuerzo aparente. Y si bien en el Rock Fest acabé casi convencido que era cosa de pedales, hoy no lo tuve tan claro. El resto de miembros de la banda pasan relativamente desapercibidos en directo, algo bastante injusto, ya que tanto Aaron Aedy como Stephen Edmonson llevan las riendas de la guitarra solista y del bajo de Paradise Lost desde el primer día, pero siempre se han mantenido en cierto segundo plano.
El único guiño a su época más electrónica y alternativa llegó bien temprano, con un «Erased» que sonó muy bien, muy bailable, y que hizo las delicias de un público que no tiene problemas, con la perspectiva de los años, en aceptar y abrazar todas las épocas y reencarnaciones de la banda. Os confirmo que lo que habéis leído significa que no tocaron ni «One Second» ni «Say Just Words», probablemente sus dos mayores hits, lo que generó una pequeña pataleta en algunos asistentes. Esta banda tiene canciones para parar un tren y es imposible meterlas todas, y de hecho yo creo que el setlist fué casi impecable. La gran sorpresa / perla de la noche, para mí, fué la inesperada interpretación de «Enchantment», el tema que abría ese gran Draconian Times que les empezó a alejar del doom para abrazar un metal gótico a todos los niveles. «An Eternity of Lies» (menudo temazo, y menudo discazo que es The Plague Within) sonó maravilloso, al igual que su magnífico compañero de álbum «Beneath Broken Earth», posiblemente el tema más lento, más pesado, más miserable y más doom que han compuesto en toda su discografía.
En cambio, otro clásico moderno como «Faith Divides Us – Death Unites Us», un tema algo más gótico y melódico que no se basa tanto en la pesadez de su última época, sonó algo estridente, y lo peor estaba por llegar, ya que sus grandes clásicos no sonaron nada bien: no lo hizo «As I Die», que todos disfrutamos igualmente mirando hacia otro lado, y no lo hizo en absoluto «True Belief», que sonó directamente mal, deslabazada, incoherente e ininteligible en muchos momentos. A mi esta canción, a pesar de formar parte del disco con el que me enamoré de Paradise Lost (Icon), me parece algo cansina y nunca me ha emocionado especialmente, y si bien de buenas a primeras me jodió que estuviera ocupando el sitio como cierre del set principal que en otros setlists de esta gira había ocupado la maravillosa «Embers Fire», acabé alegrándome de que no fuera ésa la que hubieran arruinado. Este mal sonido en algunos temas muy concretos lo achaco a que toda la ingeniería y ajustes actuales de la banda están preparados y enfocados a brillar con los temas más doom, y todo aquello que es más abierto y no tan contundente se resiente bastante.
Para empezar el bis escogieron una de los mejores riffs que han producido en toda su carrera, el sencillo pero punzante y afilado punteo que abre y sirve de base para la magnífica «No Hope in Sight». Un temazo brutal que se ha convertido ya en imprescindible en sus repertorios y que sonó de maravilla, al igual que lo hizo «The Longest Winter», otra de las mejores canciones de su último trabajo, aunque su inclusión generó algo de inquietud entre un público como veía que iban pasando los temas y muchos clásicos se quedaban en el tintero. Para acabar, la escogida hoy fué «The Last Time» (en otros casos es «One Second» o «Say Just Words»), para alegría de algunos y para decepción de otros. A mi me gusta bastante, así que no me quejo para nada, pero de nuevo tuvimos que sufrir problemas con el sonido, y en mi opinión en general sonó un poco vulgar y tuvo un final abrupto y algo confuso.
Si tenemos que valorar y comparar, en mi opinión el concierto de Paradise Lost, aún siendo notable (incluso excelente en varios momentos), sufrió de algunos altibajos que hicieron que no superara el bolazo que se marcaron los señores Pallbearer, ahora ya sí coronados como grandes triunfadores de una noche que perdurará en mi recuerdo como una de las veladas de doom más completas a la que he asistido últimamente. Eso sí, los ingleses ganaron por goleada en lo referente a la belleza del merchandising, con un exhuberante catálogo de camisetas que, en parte, tienen mucho que agradecer a la preciosa portada que ilustra Medusa, obra de nuestro Pol Abran y su Branca Studio. Por cierto, de camino a la estación pasé por delante de una Sala Rocksound en la que estaba teniendo lugar la descarga de los geniales rockeros californianos Lords of Altamont, y la verdad es que estuve a un tris de entrar a ver el final, pero en el último momento me rajé. ¡Para que luego alguién se queje de que en Barcelona no hay suficientes conciertos!
Setlist Paradise Lost:
From the Gallows
Tragic Idol
The Enemy
Erased
Gods of Ancient
Enchantment
Medusa
An Eternity of Lies
Faith Divides Us – Death Unites Us
Blood and Chaos
As I Die
Beneath Broken Earth
True Belief
—
No Hope in Sight
The Longest Winter
The Last Time
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.