¡Vaya racha llevo! Últimamente me toca reseñar los nuevos lanzamientos de grupos míticos de los que apenas he escuchado algo, y normalmente hace mucho tiempo. Ahora le toca el turno a Stryper y su God Damn Evil (2018).
A ver, obviamente conozco al grupo, sus ideas y su protagonismo dentro del metal cristiano. También conozco sus trajes negros y amarillos (que echo en falta, por cierto), y en mi posesión está el Soliders Under Command (1985), todo un clásico no sólo del grupo, sino del estilo. Pero más allá de ese disco y de algún otro tema (“To Hell With The Devil”, por ejemplo) poco más. No soy ningún fan, ni siquiera seguidor de los del Yellow And Black Attack. Eso sí, haré esta review de la forma más objetiva posible (como todas) y basándome, si es que tengo que comparar (que sí), con lo mencionado hasta ahora.
Bien, entremos en matería, que el grupo es ya sobradamente conocido. Heavy Metal. 2018. Stryper, es decir, lo más clásico del estilo, musicalmente hablando. Sonido limpio, muchas melodías, mucho medio tiempo y baladitas. ¿Es esto lo que nos encontramos con este lanzamiento? Pues no del todo, la verdad. Si tengo que definir en una sola palabra lo que ha supuesto este God Damn Evil para mi es “sorpresa”. Aún no sé si buena o mala, grata o ingrata, pero desde luego sorprendente. En líneas generales, y aunque cumple con los requisitos de lo que se le pide a un grupo como Stryper, me ha parecido mucho más duro, incluso más tétrico, de lo que esperaba. Guitarras muy pesadas y en un tono más “oscuro” del que recordaba, una batería que le sigue el ritmo con algún break más que interesante y un bajo que le va a la altura.
Empezamos con “Take It To The Cross” que, tras una intro atmosférica de algo más de un minuto, las guitarras van entrando en forma de riff pesado y, como decía antes, algo oscuro. La batería ayuda a crear esta sensación de pesadez y poder. La voz de Sweet me suena mejor que en el pasado. Pero lo más ojiplático del tema es el estribillo, con alguna voz gutural y otra chillona. Si me hubiesen hecho apostar de qué grupo se trataba, sólo escuchando el estribillo, aseguro que perdía. “Sorry” se destapa como el primer single. Da entrada con un bajo tremendo para dar paso a otro de esos riffs y batería machacones. Tiene cierto regusto a himno, como “To Hell With The Devil”, pero a mí me gusta más, en especial ese intermedio con el bajo, justo antes del solo. “Lost” me recuerda a alguna otra canción de otro grupo, pero no se adivinar a cual. Esos punteos de guitarra en la intro, el bajo poniendo en lienzo para que se luzcan los otros instrumentos, el estribillo, gritando “Are We Loooooooooooooost” de forma, quizá, pelín demasiado aguda y con un cambio de ritmo más que interesante. Creo que en directo puede quedar muy bien.
“God Damn Evil” sigue ese tono hímnico, pero con un sabor hard rockero en los riffs, en el estribillo y en todo que me gusta mucho. Puro rock and roll el que da título al álbum y, para mi gusto, de lo mejor del disco. La caña vuelve con “You Don’t Even Know Me”, o eso parece en la intro, porque resulta ser un medio tiempo medio balada (sólo medio) que se vuelve algo más agresivo en el estribillo y hacia el final del tema. “The Valley” es otro medio tiempo hímnico, mucho más Stryper que temas como el que abre este trabajo. Aunque es más reconocible que otros temas, me sigue pareciendo potente para la opinión que tenía del grupo, aunque quizá sea no sea otra cosa que la producción.
“Sea Of Thieves” recupera ese Groove rockero, aunque nada tenga que ver con el cuarto tema del disco. En el estribillo, eso sí, saltarás como un loco. “Beautiful” no es en absoluto lo que esperaba. Con ese título creí que se trataría de una balada, y aunque el tempo no es rápido en absoluto, de balada no tiene nada. Un comienzo contundente y algo oscuro da paso a un puente y estribillo muy melódicos. No está mal, pero no está entre las mejores del disco. La balada, ahora sí, llega con “Can’t Live Without Your Love”. Escuchándola me viene a la imagen del paseo de un hombre solo bajo la lluvia, seguramente cruzando el puente sobre un río. No está mal, pero no creo que pase a la historia de las baladas ni del propio grupo.
Ya quedan solamente dos temas para acabar el nuevo trabajo de las abejitas del metal. “Own Up” es otro tema pesado, con un tempo medio pero resultón. Finalizamos con “The Devil Doesn’t Live Here”. Tras una intro de batería nos encontramos otro de los temas más rápidos del disco. Sin parecerse en nada me ha venido a la mente el “Rapid Fire” de Judas Priest en sus estrofas. Este tema sí que está entre los mejores de los 11 que componen el “God Damn Evil”.
En definitiva, Stryper siguen con fuerza. Quizá en pleno 2018 no sean lo que hace 30 años y este, aunque sorprendente, no sea el mejor álbum de su carrera, pero desde luego suena bien, potente, con cierta crudeza que no la asociaba con el metal cristiano. Quizá vaya de más a menos, a excepción del último tema, pero se puede disfrutar de inicio a fin sin ninguna duda. La verdad es que me ha dejado con ganas de verles en el RockFest.
*Hace tres días que escribí la review, y me permito editarla para decir que las canciones buenas del disco cada vez me parecen mejores, y la que no sale de mi cabeza es «Lost».
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.