Cuando este disco llegó a mis manos por primera vez, el nombre de Totengott hizo repicar alguna campana difusa en mi mente, pero no supe identificar si es por haber oído hablar de este trío asturiano en algun momento antes o por el título de la canción de unos Celtic Frost que, debo confesarlo, ni controlo ni me gustan demasiado. Leyendo un poco la bio de la banda, finalmente he caído en el qué les hacía familiares en mi mente: estos chicos fueron los teloneros de Obituary en el Route Resurrection que les trajo a Gijón este pasado verano (cuya parada en Barcelona cubrimos aquí), e indagando un pelín más, veo que en su corta vida también han tenido la oportunidad de abrir para Sodom, Entombed AD y unas cuantas bandas relevantes más cuando éstas se han acercado a sus dominios tras las montañas astures, conviertiéndose así en una de las bandas de referencia en la escena extrema norteña a día de hoy. La conexión que comentábamos con Celtic Frost, por cierto, no es para nada casual, ya que precisamente la banda empezó siendo una formación de tributo a los de Tom G. Warrior, aunque rápida y decididamente fueron sustituyendo las canciones de los suizos por las suyas propias, hasta llevarlos a la publicación de este disco a finales de julio de 2017, después de que ya hubieran grabado exactamente estos mismos temas en una demo del año pasado.
Aún y no saber exactamente de qué se trata la música de Totengott, hay un puñado de pistas, a priori, que te hacen imaginar qué es lo que te vas a encontrar dentro de este Döppelganger, empezando por una portada oscura y sombría y un tracklist formado por tres únicas canciones de duraciones comprendidas entre los 9 y los 21 minutos. Mi apuesta a priori: doom y más doom. Y una vez superado el inquietante arreglo orquestral de ultratumba que actúa como introducción del disco y del primer tema, el riff pesado, lento y exageradamente grave que abre «Delusion of Negation» apunta indudablemente en este sentido. Pero la seguridad de haber acertado dura bien poco: Al cabo de poco empieza un pasaje rápido, cañero y cercano al hardcore, al sludge pantanoso de Crowbar o a las melodías diabólicas de los primeros Venom, todo sazonado con ciertos toques a Mastodon y a thrash metal más directo. Una (muy agradable) sorpresa que, de todas maneras, no es generalizada a lo largo del disco: aunque hay momentos (sobretodo en el primer tema) en los que la mezcla de partes más burras y más lentas es muy patente, la mayor parte de Döppelganger transcurre a un ritmo mucho más bajo y denso.
Pero eso sí, cada canción parte de una base muy distinta a la anterior: si la primera tiraba más hacia el sludge y suponía una cierta fusión de estilos y de ritmos, «Satan Beside You» es lentísima y pesadísima de principio a fin y parace tener una influencia a Celtic Frost mucho más definida, tanto en la voz de Chou Saavedra como en algunas progresiones y, sobretodo, en la ambientación y las sensaciones que consiguen generar gracias a su repetitiva insistencia y a un riff que podría estar sacado de los primeros discos de Obituary. De la misma manera, también puedo percibir algun deje a Voivod, aunque no sea tanto en detalles musicales concretos sino más bien mediante una disonante sensación de rarunez espacial. El tema que cierra el disco, y que le dá título, con sus más de veinte minutos de duración, dá otra vuelta de tuerca a la fórmula de Totengott, con una presencia muy protagonista de múltiples arreglos orquestrales y más o menos simfónicos que consiguen abocarte a la extraña y algo vertiginosa sensación tener un pié en el barro y otro en el cielo. Para mi gusto, este último se trata del tema más interesante y original del disco, explorando algunos matices bastante atrevidos sin dejar de sonar natural y consistente.
Quizás porque la base de su música se construye con patrones bastante sencillos y primarios (lo cuál es positivo), y las complejidades técnicas más relevantes se limitan a las partes orquestrales de este último tema, es interesante descubrir como a pesar de estar ante más de tres cuartos de hora de música lenta, densa y machacona, la escucha de este disco no se hace pesada en ningun momento. De hecho, incluso me atrevería a decir que, ya sea por la producción o por la idea compositiva, consigue sonar, paradójicamente, bastante ligero y, digámoslo así, accesible. Totengott aún es una banda muy joven, y por ello les queda, sin duda, mucho por mejorar, pero es innegable que este Doppelgänger es una carta de presentación muy interesante, en la que juegan a empujar algunos de los límites habituales del doom, colocándose así en la lista de grupos a tener en cuenta para el futuro de un estilo que parace vivir una época particularmente fértil. Estaremos atentos a sus evoluciones futuras, pero mientras tanto, vamos a disfrutar de este disco, que tiene su chicha.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.