Lo más probable es que la mayoría de vosotr@s hayáis oído hablar poco o nada de esta banda en algún momento de vuestra vida. Es más, me aventuro a decir que a los que sí os suena, seguramente hayáis oído pestes de ellos provenientes desde la más inmensa de las ignorancias. Es por ello que no me gustaría acabar el escrito de hoy sin mandaros a tod@s a la puta mierda, empezando por algunos de los cateto-pacos de mis compañeros de revista. Sí, aquí obvio la @, pues estoy hablando únicamente de machitos en cuyas únicas tres neuronas solo tienen cabida las chicas en shorts, los dragones y la purpurina, y no precisamente en ese orden. En fin…
«Fuck the bullshit it’s time to throw down.»
De todos modos, si conocéis a 311 pero no les habéis seguido mucho la pista, es posible que no hayáis oído hablar de este álbum jamás. Es su primer disco oficial -después de los independientes Dammit! (1990) y Unity (1991)-, y uno de los más agradables de escuchar para tod@ buen amante de la música que se precie de tener algo de gusto y una mente abierta.
El debut de 311, Music, llegó en un momento en el que el rock alternativo, el grunge y el reggae-ska estaban de moda y copaban las emisoras de medio mundo. Es época de artistas similares como Sublime, Fishbone o incluso los Bad Brains.
Debo ser honesto, ya que 311 son una de mis bandas favoritas, un guilty pleasure que dicen por ahí. Esta reseña puede resultar un tanto sesgada y «partidista». Este álbum muestra las muchas influencias de la banda en todo momento. Es, en definitiva, un buen resumen de lo que es la banda y un inmejorable punto de partida para adentrarse en ese universo suyo que abraza ese mantra del PLUR. Básicamente, abarca todo lo que la banda trata con su mezcla ecléctica de rock, ritmos suaves de reggae y letras geniales que hablan de la amistad, el amor o, simplemente, de pasar un buen rato. Aunque no es tan técnico como los álbumes posteriores, este trabajo, en general, cuenta perfectamente el desmoronamiento de una banda que salió de Nebraska para establecerse en la soleada California para rockear junto a los más grandes del sector de principios de los 90. No solo estamos ante un trabajo que para much@s podría haber sido perpetrado por unos adelantados a su tiempo, sino que todavía, a día de hoy, suenan tan fresco como lo hacía el día de su lanzamiento, hace hoy tres décadas. A lo largo de los años, he notado que muchas bandas han cambiado su estilo y su oficio, y honestamente puedo decir que 311 es una banda que nunca se ha desviado de sus raíces.
311 fueron, para bien o para mal, una de las encarnaciones más fieles y fiables de esa tendencia -para la inmensa mayoría, horrenda- de fusionar rap y funk rock que surgió a inicios y medidos de los años 90. ¿Acaso un quinteto de blanquitos no podía tener habilidades para rapear y salir airosos en el intento, aunque se asemejaran más a los primos fumetas del típico vecindario de clase media de Ohio que a unos músicos? ¿Y qué tal si lo aderezamos todo un poco con unas gotas de nu-metal? Lo que pudo resultar genial en ese momento, en retrospectiva, para much@s resultó incluso ridículo, pero restarle importancia, no solo a 311 sino a ese movimiento musical en general es, cuanto menos, irresponsable.
El álbum comienza con «Welcome», un medio tiempo con tintes reggae. Recuerdo que, al principio, siempre me saltaba esta canción, y solo con el paso de los años le acabé pillando el tranquillo, hasta el punto de que ahora me parece un opener cojonudísimo, especialmente su final:
«We’re here we’re breathing and we wanna keep our
Blood running so we’re gonna keep gunning till the next homecoming I like the boogie to the bang bang boogie say up jump the boogie To the bang bang come on.»
Cuando escuché por primera vez «Freak Out», que creo que es la que debería ir en primer lugar, pensé que era la canción más asombrosa que jamás había escuchado, con esos versos de ritmo rápido, ligeramente cargados de blasfemias y su suave estribillo. Mis gustos musicales han madurado mucho desde mediados de los 90, pero esta es probablemente la mejor y más pegadiza canción del álbum. «Visit», prototípica mezcla de crujidos instrumentales y ligereza melódica que elevaría sus éxitos posteriores, desencadena una secuencia reveladora de canciones, advirtiendo la preocupación moderna por todo lo material mientras aboga por que los oyentes se edifiquen a sí mismos a través de la exploración de las muchas culturas e ideologías de nuestro planeta, espirituales y de otro tipo. Este tema se amplía aún más con las implicaciones kármicas del «Paradise» y una llamado a la «Unity» entre aquellos de mente similar. Aunque la mayoría de los temas líricos de Music son decididamente terrestres, «Hydroponic» presagia la dirección estética y lírica de los futuros lanzamientos de 311. La interconexión parece pesar mucho en la mente del vocalista de la banda Nick Hexum cuando señala:
«Everything I eat is from the Earth, right?
I am what I eat straight up Earth, right?»
Más allá de eso, «My Stoney Baby», «Plain» y, sobre todo, «Feels So Good» demuestran que este grupo puede fusionar blues, funk, rock y rap de una manera accesible; todos los elementos que (en este punto, en su forma más cruda) darían forma al sonido tan característico de la banda en las próximas décadas. 311 sabía de qué iba todo esto desde el principio: cogollos húmedos, ritmos deliciosos, solos de bajo repletos de slaps y flujos explosivos como si no hubiera un mañana, pero aún no habían descubierto cómo hacer que esos elementos se compactaran en canciones reales y redondas. Como sugiere su título genérico, Music, el debut oficial de la banda es un perfecto punto de partida para lo que vendría años después.
Sea como fuere, la música contenida en estos poco más de 46 minutos, me trae recuerdos de una época muy feliz de mi vida repleta de amig@s, cruceros por el Caribe y 311 Days en Las Vegas. No, no es exactamente música que te cambie la vida de ninguna manera, pero es un gran ejemplo del rock que se facturaba en los 90 antes de que el nu-metal hiciera acto de presencia, para bien o para mal.
Puede que la composición de las canciones no sea top– reconozco que, en este aspecto, han ido mejorando con el paso de los años / álbumes-, y la maestría musical no está en su mejor momento, pero este es un álbum sólido, agradable y enérgico. Clásicos como «Freak Out», «Feels So Good», «Visit», «Unity», «Paradise»… joder, básicamente todo el álbum, hacen que Music sea un disco (muy) valioso para cualquier fan de la banda. Funk metal de la vieja escuela. 311 en su máxima expresión. De principio a fin, un gran álbum cuya energía y positividad están siempre ahí, al acecho.
Me encanta Music. No hay otra manera de decirlo. Los old school 311 son los mejores 311. Crudos, directos y con sabrosura. Nada sienta tan bien como la satisfacción que alguien obtiene al aceptarse a sí mismo como individuo y tener éxito haciendo lo que ama. Estos cinco tipos de Nebraska deberían saberlo, pues lo han estado haciendo -siempre juntos- durante décadas. ¿Sabíais que estamos ante una de las pocas bandas que jamás ha cambiado uno solo de sus miembros? 311 es una de las bandas en cuyas filas, a día de hoy, solo hay miembros originales. De hecho, es la cuarta más antigua, solo superada por U2, Radiohead y De La Soul. Pues eso…
«In your face, yeah
And it feels so good.»
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.