Live Aid 1985: 35 años de la madre de todos los festivales

«Este es el Woodstock de vuestra generación.» (Joan Baez)

Hay conciertos históricos en la historia de la música, pero quizá el Live Aid se lleve la palma. Estamos hablando de que los mejores músicos del momento se unen todos para hacer algo que remueva consciencias para una buena causa: la hambruna de Etiopía y el Sudán. Esa crisis dejó imágenes impactantes que no dejaron indiferentes al mundo y tocaron en lo más hondo a la comunidad musical. Bob Geldof de los Boommtown Rats decidió hacer algo para remediar las cosas y se le ocurrió el festival de festivales, simultáneo, a ambos lados del Atlántico. Por un lado, Philadelphia y por el otro Londres unieron fuerzas con lo más granado de la industria, con colaboraciones y conciertos memorables de las más grandes bandas y solistas posibles. Eran tiempos en los que los canales generalistas eran únicos, y pocos, y en los que la música ocupaba grandes franjas de difusión en parrillas de radio y televisión. No es como ahora en que puedes escuchar estilos de música alejados del main stream. En los 80 lo que sonaba te lo comías, y eso hacía que las estrellas de negocio fueran enormes.

Cada país daba sus mejores artistas para la causa (¡España también!)

La lucha contra el hambre se viralizó en unos tiempos en los que ni por asomo podía pensarse en esta palabra, pero cristalizó y de qué manera. Todos recordamos esa fantástica canción que es “We Are the World” que fue radiada y visionada hasta la extenuación, pero solemos olvidar la canción inglesa, igual de impresionante. Por otro lado, hubo réplicas en la mayoría de países, e incluso España se apuntó ello. No llega al nivel terrible de Noruega, pero en nuestras tierras se juntaron “lo mejor de lo mejor” para apoyar la iniciativa. El hecho de que haya quedado olvidado es por algo, ni por Youtube lo puedes encontrar. Lionel Ritchie y Michael Jackson crearon una de las canciones definitivas de la década. Se acuñó la expresión de “Estás más perdido que Bob Dylan en el “We Are the World”. Si podéis ver el video del premio Nobel perdido en el ultrarrepetitivo estribillo ya estáis tardando…

Un montaje nunca antes visto

Estamos hablando de la primera vez que se retransmitía un concierto por satélite, y obviamente hubo muchos problemas. También gente de centenares de países iban a ver desde sus casas ese maratón de conciertos. Fue un día muy bonito a pesar de que era yo un niño que ni se acuerda de esa jornada, pero sí de la sobreexpuesta “We Are the World, We Are the Children” y su constelación de estrellas. Aquí los grupos y solistas iban con todo en unos días en los que el pre-grabado no estaba y que coristas, teclados y saxos eran habituales y necesarios. La sobrada del concierto es el hecho que Phil Collins actuase en ambos lados del Atlántico, primero en Wembley y luego en Philadelphia viajando en Concorde. El festival consiguió reunir 40 millones de libras esterlinas de la época, lo cual fue todo un logro y tuvo una audiencia de un billón de televidentes gracias a los 13 satélites.

Los conciertos

Han sido días duros viendo casi todo el metraje, pero ha sido vinito de revisionar. No están todos, he aquí un esbozo de todo:

Status Quo: Salen rockean y convencen. Así de fácil le ha sido siempre a los Quo. Es igual la hora, la fecha, haga sol o sombra. Abrieron el festival y se lo llevaron de calle. Las masas estaban hambrientas de música y Parfitt y Rossi les dan los hits que quieren. Muy grandes en “Caroline” y “Rockin’ All Over the World”.

Boomtown Rats: Bob Geldof había salido con los reyes para presentar el evento en Wembley. Su cabeza estaba en mil cosas y el escenario no era lo que más ocupaba su mente. De todas formas, los irlandeses cumplieron e hicieron disfrutar al gentío de “I Don’t Like Mondays”, Drag Me Down” y “Rat Trap”.

Ultravox: Midge Ure fue una de las piezas clave en el Live Aid y tocó el cielo en 1980 con Visage, Ultravox e incluso algún que otro teclado suyo se coló en el disco de Thin Lizzy. Gabardina larga y unas gafas de sol con espejo en las que desde televisión podías ver la inmensidad de gente que allí estaba reunida. Espectaculares interpretaciones de “Vienna” (solo de violín incluido), “Dancing with Tears in My Eyes” y el “Passing Strangers”. Inmenso cantante e inmensa banda que tuvo su gran momento. De lo mejor del Live Aid.

Spandau Ballet: En esos días el público rockero odiaba con todas sus fuerzas ninguneando a los alemanes guaperas que llevaban a legiones de mujeres de cabeza. En las revistas era divertido ver las defensas de las devotas chicas por un grupo al que pocos le daban credibilidad. Si ves el directo que poseían, la cosa cambia visto todo con perspectiva. Grandes voces, un directo total con unos ropajes puramente 80 y con el saxo en “Only When You Leave”. Coristas en la famosísima “True” y gritos de quinceañeras. Algo muy de la década de las hombreras.

Elvis Costello: Salió para tocar la acertada e hímnica “All We Need Is Love”, pero quedó todo muy intrascendente.

Nik Kershaw: One hit Wonder con pedigrí tuvo tiempo para cuatro canciones, pero lo más recordado es “Wouldn’t It Be Good”, tan deliciosamente ochentera como su peinado, su modelito blanco o un teclado, que en el 86, hará saltar la banca con Europe.

Sade: Elegancia y gran voz bien arropada por unos vientos. Pendientes gigantes y blanco virginal de escotada espalda. Suave y accesible en la cadenciosa “Your Love Is King”.

Sting: Absolutamente impresionante, con una voz atemporal y una interpretación de “Roxanne” que pone los pelos de punta. El exPolice estaba en su gran momento, y ese clarinete de Branford Marsalis dando la réplica es pura magia. Se le uniría luego Phil Collins para abordar más temas de The Police y del propio baterista. Ambos músicos guardaban para luego dos golpes de efecto. Se fueron con dos ases en la manga y regalando al mundo unas interpretaciones maravillosas.

Led Zeppelin: Si lo de Queen fue casi de otro mundo, lo de Led Zeppelin también, pero de un inframundo. Un cúmulo de despropósitos con la banda fuera de forma, problemas de sonido y la brillante idea de tener a la batería al pesado de Phil Collins que no se sabía ni las canciones. La voz de Plant es una sombra de los buenos días, Page actúa fumando (y absolutamente fuera de madre) y John Paul Jones combina teclados y bajo. Una actuación que siempre han querido borrar y eso que los tres temas son de aúpa: “Rock & Roll”, “Whole Lotta Love” y “Stairway to Heaven”.

Mick Jagger: Salen los labios más famosos del rockcon más ganas que calidad, pero la tremenda presencia del icono inmortal barre a la mayoría de un plumazo. Respaldado con una gran banda vemos un concierto con un punto de improvisado en los que los detalles están cero cuidados como cambios de vestimenta o los enlaces entre canciones. “Just Another Night” y “Miss You” son agradecidas por el gentío. Luego Mick pregunta eso de “¿Dónde está Tina?”. Aquí se da uno de los grandes momentos del festival con la interpretación de “State of Shock” y “It’s only Rock & Roll”. Hay ese momento en el que Jagger deja a Tina Turner en bragas, un momento que será reproducido con un pecho en una ceremonia de la MTV. Dedicar cámaras y focos cuando los protagonistas se cambian de ropa mientras tienen una enorme banda detrás me parece un error mayúsculo. Haciendo coros estaban Oates, Eddie Kendricks y David Ruffin… y tú pendiente de si se pone un sombrero…

Bob Dylan: La aparición de Dylan sobre el escenario de Philadelphia fue presentada por todo un Jack Nicholson que le tildó de “trascendente” aparte de muchos otros piropos. “Blowin’ in the Wind” suena desganada (más de lo habitual) con Ron Wood y Keith Richards de fondo más de palmeros y figurantes en pleno viaje de ácido que de acompañantes. Es para verlo.

David Bowie: Uno de los que siempre ha estado a un nivel inconmensurable. Diría que no era su década, pero… en el fondo todas eran sus décadas. Elegancia pura y banda de punto en blanco. Show dinámico y completo con dos coristas muy poderosas y cuatro canciones destinadas a hacer que el personal bailase y lo pasase bien: “Heroes”, “Rebel, Rebel”, “Modern Love” y “TVC15”. No solo estuvo muy bien sino que hay que recordar que salió después de Queen

Elton John: Entró como el rey que era y luciendo uno de sus vestidos imposibles con gorro todavía más imposible. En la segunda mitad de la década ya iba para artista previsible y para todos los públicos pero el arsenal de joyas en forma de canción y una forma envidiable le hicieron brillar en esa inicial “Bennie & the Jets”. Gran banda, una sección de vientos y coristas de relumbrón. Lo mejor de su actuación es el dueto con Ki Ki Dee en “Don’t Go Breaking My Heart”, bastante mejor que el “Don’t Go Breaking My Heart” con George Michael. No se olvidó de “Rocket Man” y hasta se atrevió con una versión de Marvin Gaye.

Paul McCartney: Cinco años llevaba el Beatle de retiro tras la muerte de John Lennony fue Geldof quien consiguió hacerle participar. No fue la mejor de sus actuaciones pero su presencia legendaria ya llenaba el escenario. Problemas técnicos en ese “Let It Be” que, a pesar de todo, fue uno de los grandes momentos del festival.

Tom Petty & The Heartbreakers: Verle enotnar esas clásicas “Refugee” o “American Girl” me sigue poniendo los pelos de punta. El gran trovador rockero por excelencia se salió por los cuatro lados en Philadelphia. Al igual que los Who le dio por añadir un tema más al repertorio llegando a los cuatro temas. Si de verdad todavía no le conoces es ideal entrar en su propuesta con esa actuación.

The Cars: Su propuesta es de las más rompedoras del festival por mucho que esa batería sampleada sea un reflejo de la época. Se avanzan a su tiempo y tienen conexiones con Roxy Music en eso del art rock, también hay un deje mod importante. Canciones como “Just What I Needed” y “Heartbeat City” funcionan para un estadio y son defendidas con maestría en un grupo que en esos días apuntaba realmente alto. Las voces de Benjamin Orr y Ric Ocasek brillan para los de Boston.

Crosby, Stills, Nash (& Young): Hubo una reunión muy esperada de una de las formaciones fundamentales para entender la música americana. Sus voces mantienen la magia y momentos como cuando atacan el “Teach Your Children” sobrecogen, especialmente cuando el público canta la letra. Un sueño para los allí presentes.

Neil Young: Tuvo su momento con una camiseta haciendo publicidad de Mistral. “The Needle and the Damage Done” es muy intensa para luego jugar con los violines al entrar en “Nothing Is Perfect (in God’s Perfect Plan)”. Un arsenal de coros le apoya con excelentes maneras, aunque sorprende que atacara “Helpless” sin su trío de excompañeros. Un grande entre los grandes.

Kenny Loggins: El mundo le ha olvidado, pero ese “Footloose” merece ser revindicado. Moderno por lo que fue el festival y aprovechando bien la oportunidad.

Eric Clapton: Esta vez no podemos culpar a Phil Collins de esa poca pegada que luce la antológica “White Room” de Cream. A Eric se le ve bien, rápido y concentrado, pero su voz no termina de despegar, bien apoyada por esas coristas-percusionistas. Fueron solo tres temas para que Clapton se reivindicara en una etapa de su vida en la que había caído en el olvido. En “Layla” mejoran las cosas y también en “She’s Waiting” y Collins va menos perdido que con Led Zeppelin.

Duran Duran: EL griterío de las chicas al ser presentados por Chevy Chase es muy claro. Guapos y motivados salen a por todas. Cuatro temas frescos para la época con sección de vientos y coristas de color. Sus ropajes de new romanthic sde andar por casa son reflejo de esa época en la que hay una delgada línea roja entre lo que es el pijama y la ropa de escenario de estrella del rock. “Union of the Snake” o “Save a Prayer” irritaban al público rockero pero ahora agradeceríamos bandas así.

Bryan Adams: En esos días el canadiense era más fuego y rock que otra cosa por mucho que ya apuntaba al trono de Mister baladas. Era una de las sensaciones del momento y aquí tiró por material incendiario como “Kids Wanna Rock” y “Summer of 69”. Más discutible es esa bienintencionada “Tears Are Not Enough”, una especie de “We Are the World” (horrendo) a la canadiense. Fin de fiesta con “Cuts Like a Knife” que siempre viste.

Bryan Ferry y David Gilmour: Posiblemente el realizador de cámara no tenía ni puletera idea de quien era el guitarrista que estaba tocando junto a Bryan Ferry pues no se entienden los pocos planos que merece.

Steve Stevens, Madonna y Nile Rodgers: Astracanada correcta versionando el “Revolution” de los Beatles y adaptando la letra al momento. El guitarrista de Billy Idol podía haber afinado más, cierto, pero para esto están estos festivales, para legarnos momentos en los que Madonna le hace coros a Stevens.

George Thorogood: Menudo placer ver a este caballero junto a BoDiddley y Albert Collins estando en la cima de su carrera. No es un show para enmarcar, pero tiene el detalle de invitar a los maestros y de salir enchufado con un gran directo. Grande ese “Madison Blues” con los dos maestros.

Queen: Estratosférico show al que podríamos darle un reportaje entero y que ha quedado para la posteridad en la película sobre Queen. Personalmente he disfrutado y le tengo cariño a otros directos como los de Wembley, Budapest o Canadá, pero tengo que rendirme a los pies de un grupo en nivel Dios. La excelencia atesorada está a millas de cualquier otra banda participante y el público ruge desde ese “Bohemian Rhapsody” inicial. Es un retrato perfecto de lo que es Queen pues “Radio Gaga”, compuesta por Taylor, muestra la evolución, el coqueteo con los sintetizadores y que es un himno de estadio.

El cómo se mueve Mercury y el magnetismo que desprende es colosal. Los tonos blancos en las vestimentas del grupo son ya icónicas, igual que esos vasos de Pepsi colocados de forma estratégica. El mar de brazos es tan apabullante como ese “Ay-Oh” con el que el vocalista juega con la gente. Son siete temas aunque luego, más tarde, aparecen Freddie y May para atacar un “Is This the World We Created…?”. “Hammer to Fall”, Crazy Little Thing Called Love”, “We Will Rock You” y “We Are the Champions”. Un espectáculo para los sentidos.

Simple Minds: Colorido y buen feeling para ese post punkde manual, icónico y entretenido. Un veraniego Jim Kerr lucha contra los cables pues los micros de esa época no daban para más. Elegantes los escoceses en “Ghost Dancing” y enormes en “(Don’t You) Forget About Me”. La mítica película de El club de los cincoacababa de arrasar y esa canción le hizo despegar en todo el mundo. Una canción que bordea la perfección compositiva. La dedican a Bob, Midge y a toda la organización.

Pretenders: Ver las vestimentas de directo de los Pretenders ese día hace bueno ese dicho de “lo mejor de los 80 es que ya han pasado”. Chryssie Hynde emana clase y es puro magnetismo más allá del estampado de sofá con el que viste. Los temas enganchan y su rock para todos los públicos pega fuerte en los cinco temas con los que cuentan como “Stop Your Sobbing” o “Back on the Chain Gang”. Pero el pañuelo de paleta en el pelo que lleva su guitarrista es tremendo. ¿De verdad alguien fue capaz de tocar en el Live Aid y ponerse eso en la cabeza? Uno de los mejores directos del festival.

Beach Boys: Grandísimo directo a plena luz del día con el grupo dando una lección de calidad sobrada por mucho que los éxitos con los que se atreven son de hace un par de décadas atrás. Algunas canciones envejecieron mal pero cuando atacan “Good Vibrations”, “Wouldn’t It Be Nice” o “Surfin’ USA” ves a un grupo en plena forma abordando piezas complejas y divertidas. La complejidad vocal de todo el grupo no tiene el apoyo técnico necesario, pero sigue habiendo magia allí.

The Who: Nunca estuvieron contentos del todo con su actuación, y el día D juraría que se les cayó la emisión. De todas formas, son presentados por Jack Nicholson y transmiten toda la fuerza de la leyenda británica. Es uno de los más grandes lujos del festival y se juntaban tras unos años estando algo separados. Cuando terminaron su set decidieron unilateralmente tocar un tema más… era “Won’t get Fooled Again”, así que pocas quejas.

Madonna: No era la rutilante diva de divas, pero ya poco le faltaba para ello. Coleccionaba escándalos y enseñaba pierna, pero había allí una artistaza que iba a cambiar el negocio musical a lo grande. Miles de imitadoras la siguen, pero esas “Holiday”, “Love Makes the World Go Round” y “Get Into the Groove”, con dos bailarines de apoyo, ya lucen por mucho que hubo problemas de sonido y algún que otro gallo. Su Live AID fue un altavoz mayor para predicar que iba a reinar en las siguientes décadas, pero no su mejor actuación. Muy lejos de forma de lo que conseguiría en el Estadio del Atlético de Madrid en 1990.

Dire Straits: Estaban en la cima más absoluta, con una banda en su mejor momento y en el cenit de su popularidad. Salieron de día a por todas con Mark Knopfler de negro y rojo. Las vestimentas ochentosas duelen a los ojos, pero no su interpretación del “Sultans of Swing”. Sencillamente perfecta. Es una de las mejores actuaciones del festival y cuando Sting entra para la entrada de “Money for Nothing” aclanzan otro clímax. Todos los niños/as de esa era soñábamos con tocar esa mítica entrada con guitarra.

Black Sabbath: Reunión por todo lo alto y en el mejor escenario posible. Ozzy volvía a su banda de toda la vida por todo lo alto cuando esta estaba en uno de sus puntos más bajos. Dio se había largado y las experiencias con Ian Gillan y Glenn Hughes no convencieron a nadie. Se buscó ese golpe de efecto puntual y salió bastante bien, a plena luz solar. El look ochentero de Ozzy y su atuendo plateado para la ocasión no deslucieron un show en el que “Paranoid”, “Children of the Grave” y “Iron Man” encandilaron a la concurrencia muy a pesar del estado vocal de Osbourne. Nunca fue ni el mejor cantante y siempre desafina, pero es todo carisma. Era su década y fue algo histórico. Dio decidió hacer la guerra por su cuenta: “We Are Stars”, el “We Are the World” del metal.

REO Speedwagon: La historia no les ha puesto en el sitio que merecieron, pero esta agrupación de AOR repleta de clase tuvieron sus momentos de gloria y estaban en un momento muy dulce. Dos singles de la entidad de “Can’t Fight this Feeling” y “Roll with the Changes” pusieron los teclados y el rockdulce al festival. Lástima que Journey estuvieron solo representados por Steve Perry cantando “We Are the World”.

Paul Young: Estaba destinado a ser una leyenda y los temas que tenía lo respaldaban con creces. Su éxito en el viejo continente era tremendo, España incluida. Tiró de hits con clase y voz, pero ahora le vemos como un producto típico y hortera de esa década. De todas formas, a mi me siguen gustando esos dos singles que fueron “Come Back and Stay” y “Everytime You Go Away”.

U2: Los irlandeses ya habían desbancado a Thin Lizzy de ser la mejor banda de la isla esmeralda e incomprensiblemente nadie llamó a Phil Lynott para tocar allí. Nunca se lo perdonaré a Midge Ure, por cierto. The Edge con pelo y Bono algo pesado alargando temas para abrazarse con una chica del público (al parecer estaba siendo aplastada por el gentío). “Sunday Bloody Sunday” y “Bad” se alargan insufriblemente con fragmentos de “Sympathy for the Devil”, “Ruby Tueday” y “Satellite of Love”. Era su década y firmaron obras maestras, pero su Live Aid no fue para enmarcar precisamente.

Judas Priest: No fallaron y dieron una buena muestra de su metal afilado y poderoso con canciones accesibles para todos los públicos: “The Green Manalishi (with the Two Prong Crown)” y “Living after Midnight” (con muchos acoples). Terminaron con la cantarina “You’ve Got another Thing Coming” convenciendo al estadio entero. A pesar de la luz solar puedes apreciar que la propuesta de Judas era tan válida como ahora y Rob Halford estaba en plenitud vocal, algo que se esfuerza en dejar patente.

INXS: Desde Australia INXS contribuyeron con un directo deliciosamente ochentero en una sala con la bandera austral de fondo. Eran buenos tiempos para la banda con un sólido directo.

BB King: Desde Holanda el gran BB mostraba su arte al resto de los mortales. En gran forma, trajeado y con una brillante sección de vientos nos regala “Why I Sing the Blues”, “Don’t Answer the Door” y “Rock Me Baby”.

Patti Labelle: Gran voz firmando dos estándards como son “Imagine” y “Forever Young”. La diva de color hizo gala de un vozarrón espectacular luciendo ya en la noche. Ahora me parece un pecado esa batería sampleada, entonces era el futuro.

Teddy Pendergrass: Aparece en el JFK Stadium en su silla de ruedas dando un mensaje muy emocionante para que la gente escuche bien el mensaje de la canción. Acompañado por Ashford Simpson entona un himno ñoño muy propio de esa década.

RUN DMC: El rapestaba presente de la mano de los RUN DMC tirando de scrathpara remover consciencias. Cuesta arrancar, pero pronto cala “King of Rock”. Eran una revolución, ahora queda todo algo desfasado.

Cliff Richards: Desde Londres, y desde el nightclub Legends, Cliff seguía desprendiendo su magia con “A World of Difference”. Eligiendo una canción adiente para el contexto. Gran voz, mucha presencia y armado solo con su guitarra acústica.

Otras partes del mundo

Austria y Alemania hicieron su particular Live Aidcon los músicos más notorios de su escena y terminando todos despidiendo la velada cantando todos a lo “We Are the World” pero en versión germana. La canción es muy buena para el contexto y los artistas se turnan con muchas tablas permitiendo ver voces muy interesantes.

Más interesante fue lo de Japón tirando de Loudness y otros artistas del momento de distintos pelajes.

Rusia optaba por los progresivos-internacionales Autograph, más allá del telón de acero. Muchas de estas contribuciones fueron puestas en Philadelphia y Londres, en momentos duros de una guerra fría constante. Occidente, en lo musical, ganaba por goleada.

Yugoslavia realizaba un insufrible video de hermandad con niños y todos cantando. La tragedia vendría unos años más tarde.

Noruega optaba por el inglés en su canción. Insufrible balada con frikis ochenteros cantando y un dominguero cincuentón como nota cómica.

El festival de festivales

Live Aid sigue siendo inspirador por lo solidario e innovador de su propuesta y por lo rompedor. Es una de esas ideas locas que hacen que el mundo avance de golpe y que te demuestra que hubo otros tiempos en los que la música era algo más que música. Servía como termómetro para ver el grado de cabreo de la gente, su implicación y los estilos que reinaban hacían temblar al poder. A día de hoy la música es algo domesticado y un producto más del capitalismo de usar y tirar. Vivimos tiempos en los que una canción ya no inspira una revolución, pero, cuidado, la música es un volcán latente, no apagado. La historia nos dice que en el mundo de las artes toda corriente suele ser opuesta a la anterior así que después del trap y el reggaeton puede que haya música, y lo más importante: músicos. Tocará hablar algún día del Live 8, el hermano menor de este festival, pero dudo que nunca un festival de estas características tenga la trascendencia de este.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.