Discos hay muchos. Discos malos, incontables. La norma dicta que, tras el subidón (o hype, como lo llaman ahora) que produce un nuevo lanzamiento, te quedes con tres o cuatro canciones del álbum. Difícilmente un músico o grupo está tan inspirado como para hacer un álbum perfecto, sin relleno, donde cada tema sea especial y que perdure así a lo largo de los años. Pero haberlos haylos. Aquí os dejo mi selección de discos redondos.
Blind Guardian – Imaginations From The Other Side (1995)
A finales de la década de los 90 y principios de los 2000 los alemanes se convirtieron en referencia absoluta de la escena power, y uno de los grupos más queridos dentro del panorama metalero mundial. Lo que empezó como «una copia de Helloween endurecida» (Kai Hansen) acabó convirtiéndose en un estilo muy particular de entender el power metal épico, y el álbum donde empezó a marcarse ese cambio fue el que aquí debatimos.
Mucho se ha Debatido sobre cual es el mejor disco de la banda. No pocos optan por el Somewhere Far Beyond (1992), y sin embargo a mi me parece que no aporta nada nuevo (me remito a la frase de Hansen) a pesar de estar muy bien parido. De hecho, de ese estilo más crudo, me quedo con el Tales From The Twilight World (1990). Otros optan por el sublime Nightfall In Middle-Earth (1998), pero sin su predecesor, no creo que este disco hubiese podido ser concebido tal y como es. Por eso, para mi gusto, Imaginations From The Other Side (1995) es el mejor disco de los bávaros y uno de los mejores del estilo. Desde su inicio con la canción homónima hasta «And The Story Ends», el álbum ofrece nueve temas que ya son clásicos de la banda. La caña desbordada dejó paso a pasajes más elaborados, sin llegar a la (posible) carga del NIME y posteriores. «I’m Alive», «The Script For My Requiem» o «Another Holy War» nos dejan ver a los Blind Guardian más rápidos, con más esencia de sus primeros tiempos mientras que otras joyas como «Bright Eyes» (mi tema preferido del disco y top del grupo) o la propia «Imaginations From The Other Side» experimentan más con las melodías y los coros.
Disco indispensable en mi juventud (a día de hoy me costaría escuchar un disco entero del grupo), los de Hansi Kürsch se coronaron con esta obra sin desperdicio.
W.A.S.P. – The Crimson Idol (1992)
W.A.S.P. son todo un referente del Heavy Metal, y Blackie Lawless uno de los artistas más icónicos de la escena. Trabajos como Still not Black Enough así lo corroboran. Sin embargo, su trabajo estrella no estaba destinado a ser el quinto disco del grupo, sino el debut en solitario de Lawless. Presiones de la discográfica y de los fans hicieron que las 4 letras icónicas lucieran en portada del álbum.
The Crimson Idol cuenta, a modo de disco conceptual, la historia de Jonathan Steel, el hijo de un matrimonio de clase media que queda relegado a segundo plano cuando nace su hermano. Se ve como The Invisible Boy. Tras la muerte de su hermano, nuestro protagonista descubre el alcohol, las drogas y el rock and roll, y una carrera meteórica le lleva a la cima del mundo. Sin embargo, los excesos a lo rock star le juegan una mala pasada y acaban convirtiendo su vida en un infierno.
The Crimson Idol nos muestra unos W.A.S.P. algo diferentes a lo que nos tenían acostumbrados. Canciones gamberras a los L.O.V.E. Machine o Animal no tienen cabida en este disco, de la misma forma que baldas de tremenda sensibilidad como Hold on to my Heart no me pegarían en otro disco del grupo.
The Titanic Overture ya muestra lo que nos encontraremos, un trabajo titánico y más elaborado. Canciones como The Invisible Boy o Arena of Pleasures nos devuelven a los W.A.S.P. más cañeros, pero con ese aura tan especial que destila el disco entero.
The Crimson Idol es, en definitiva, un trabajo para disfrutar en calma de principio a fin, siguiendo el auge y posterior caído de Jonathan e intentar no llorar cuando The Idol te golpea.
Gotthard – Lipservice (2005)
Dentro del mundo metalero, el Hard Rock melódico sería el abuelo cañón, el que lleva más tiempo viviendo y que, sin embargo, goza de una salud de hierro. Bandas del género ha habido muchas, y de una calidad y nombre bestial. Lo mismo ocurre con ciertos discos. Whitesnake y su 1987 son dos ejemplos claros. Sin embargo no había encontrado ningún disco del estilo perfecto, hasta que Goltthard y su Lipservice cayó en mis manos.
En este álbum los suizos superaron cualquier trabajo anterior que hubiesen hecho, y dejaron el listón alto (¿demasiado?) para cualquiera posterior. Y si tenemos en cuenta el fallecimiento de Steve Lee la cosa se aclara aún más. Lipservice nos da casi 1 hora de hard rock melódico, puro y perfecto. 14 temas espectaculares, cada uno a su estilo, hacen de este trabajo una delicia. Para mi gusto sobresale uno de sus singles, Lift U Up, pero es que el abanico que ofrecen es inmenso. Temas cañeros como All we Are, The Other Side of Me o Stay for the Night, baladas como I’ve Seen an Angel Cry o I Wonder y medios tiempos apoteósicos como Anytime Anywhere hacen que el rato se pase volando.
El bueno de Lee demuestra ser (que era 🙁 ) uno de los mejores en su estilo, Leo Leoni da un puñetazo en la mesa mientras dice que aquí está él, y el resto de miembros de la banda rayan a una altísima altura, valga la redundancia. Si te gusta el hard rock de camisa y americana, esta joya no puede faltar en tu colección.
Wig Wam – 667: The Neighbour Of The Beast / Hard To Be A Rock’N Roller (2004)
Como (casi) todos, conocí a Wig Wam en Eurovisión del 2005, cuando quedaron en quinta posición representando a Noruega. Tras la sorpresa de ver en ese concurso a un grupo que claramente recogía las esencias de Poison y compañía de los 80, me dediqué a investigar el álbum debut del grupo, y me encontré con un discazo enorme de hard rock/ glam. Más allá de las pintas estrafalarias, el cuarteto noruego apuntaba unas maneras muy interesantes en su primer disco, maneras que confirmaron en sus dos siguientes trabajos pero que echaron por la borda en su cuarto y último lanzamiento.
Hard to be a Rock and Roller o 667… The Neighbour of the Beast (el mismo disco, pero uno de ellos con un par de temas más) ofrece 13 temas llenos de melodías, purpurina y actitud glammer (algunos dirán que también un poco del aceite que pueden perder). Desde el hit In My Dreams a la versión de la ex Spice Girl Melanie C I Turn to You, la Bonjoviana Bless the Night o la más rocker It’s Hard to be a Rock and Roller in Kiev todos los temas te transportan a los 80 en un chasquear de dedos.
El estilo, en pleo siglo XXI, puede ser algo arriesgado, pero si las melodías pastelosas y pegajosas, la purpurina y el buen humor es lo tuyo, no dejes pasar este disco.
Scorpions – Love At First Sting (1984)
Hablar de Scorpions es hacerlo de un transatlántico del rock duro y heavy metal. Quizá la banda europea más importante e internacional del estilo, los alemanes llegaron a lo más alto con su noveno disco, uno de los más reconocidos del mundillo. Toda su carrera es intachable y su fama precede a lo que han significado, y aunque su retirada está anunciada (llevan ya unos cuantos años retirándose), Scorpions es una de esas bandas que nunca morirá, al igual que AC/DC o Motörhead.
Con lo que respecta al disco, y más allá de las atemporales Rock You Like a Hurricane y Still Loving You (ambas ya son historia de la música, no solo del rock), el quinteto alemán nos ofrece 9 temas sin desperdicio. Big City Nights se encuentra, también, entre las más aclamadas de la banda, y Comming Home o Bad Boys Running Wild no se quedan atrás.
Escuchar Love at First Sting es escuchar rock en estado puro, con riffs ya conocidos por todo el mundo, canciones que sonarán en cualquier concurso televisivo de talentos o que aparecerán tras la esquina en cualquier película. Sentarse a escuchar Love at First Sting es sentarse a escuchar la historia del rock.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.