Los más jóvenes quizá ni se lo imaginen, pero hubo un tiempo en el que era tremendamente difícil comprar un álbum habiéndolo escuchado previamente. No existía Spotify, no existía YouTube e internet aún iba en pañales (o, directamente, no existía), y tenías que fiarte de revistas, programas de radio, algún recopilatorio o tu olfato.
A veces la acertabas de pleno (así descubrí a Edguy, una de mis bandas de cabecera), pero era más que probable que te marcasen una chilena por toda la escuadra. Aquí os dejo este top 5 de golazos que me marcaron por pardillo.
Sorcery – Eternity
Los nuevos Helloween, dijeron de ellos. O los Helloween nacionales. La ola de power que tuvimos en los 90 nos dejó grupazos, pero también muchos intentos de querer ganar dinero (por parte de las discográficas) tirando de nombres ilustres.
Es innegable que los catalanes le ponían ganas y voluntad, muchas más ganas y voluntad que talento. Y, seguramente, la promoción que se les hizo creó en torno a ellos unas expectativas muy difíciles de conseguir. El disco era malo, para qué negarlo, pero aún tenía algún tema rescatable como «Son of the Sky».
Pandaemonium – And the runes begin to pray
En uno de aquellos CD promocionales que daba la HeavyRock o Kerrang, en plena ola de power italiana, con Rhapsody siendo dueños y señores de la escena, escuché «The Alchemist», de unos tales Pandaemonium. Tenía algo que me cautivó, así que fui directo a la tienda a hacerme con lo que prometía ser la opera prima de un nuevo grupazo.
Creo que nunca he llegado a escuchar el álbum entero. Más allá de la mencionada «The Alchemist» (y que, tras la fiebre, tampoco fue tanto), el disco no había por dónde cogerlo.
Twilight – Legend
Los primos hermanos de Sorcery y a los que les pasó lo mismo. A veces, por querer vender, se etiqueta a los grupos de forma irracional, y pretenden convertir un disco regular, malo o mediocre en un nuevo clásico del estilo.
Tuve que hacer mucha memoria para recordar este disco al escribir este top 5, evidencia de que pasó con más pena que gloria por la historia del metal.
Dark Moor – Shadowland
Caso curioso el de este grupo. Recuerdo que un amigo compró su opera prima, «Shadowland», muy ilusionado, y excepto algún tema muy puntual nos pareció malo. No ofrecía nada bueno ni nuevo, pero los madrileños no dejaron de intentarlo, para suerte de todos, y ya a partir de su segundo trabajo, «The Hall of the Olden Dreams», se convirtieron en el grupazo que siguen siendo hoy en día.
He conocido pocos casos de una transformación (para bien) tan bestia como la de estos chicos, con cambio de cantante incluido, pero me felicito y me asombro que los mismos que escribieron cosas como «Walhalla», años más tarde, pudieran hacer una versión del lago de los cisnes tan tremendamente brutal.
Amset – Amset
Dicen que no hay nada como tener padrinos en esta vida, y si las habladurías son ciertas, Amset es un clarísimo ejemplo. De calidad más que cuestionable y ridiculizados hasta el infinito en foros y ciertas webs, la promoción tan basta que recibieron siempre hizo que se dudara de ellos.
Decían que los propios Obús, o Fortu en sí, eran familia y los valedores de los madrileños, pero la verdad es que no cayeron en el olvido, pero no por su música, sino por las burlas que recibieron.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.