Lo último que escuchamos de Crashdïet de Suecia fue Rust de 2019, lanzado un poco antes de que la pandemia pusiera al mundo de la música patas arriba. Pero ese lanzamiento en sí mismo fue bastante trascendental. Crashdïet, uno de los progenitores del renacimiento del sleaze metal melódico sueco, no había sacado un álbum de estudio en seis años. Ahora, cortando el tiempo por la mitad, el cuarteto (con formación estable) regresa con un nuevo álbum, Automaton (2022).
Automaton es un título apropiado para este nuevo álbum. Cuando se trata de su género, el del de metal melódico, Crashdïet es una máquina proverbial. Conocen el género por dentro y por fuera gracias a media generación de experiencia y composición. Los suecos pueden sacar canciones sórdidas como una fábrica de artilugios, aunque puede tener una connotación negativa (todas las canciones pueden parecer iguales): Crashdïet se mantienen constante fresca en su producción.
Así pues, ¿qué sigue igual? Riffs desgarradores rabiosos, ritmo rimbombante y groove pesado en líneas de bajo y batería, voces sólidas y melódicas pero asertivas con una buena cantidad de voces armoniosas, abundante melodía en las canciones y armonía vocal, estribillos pegadizos y solos de guitarra priomaníacos. Muchas canciones giran hacia lo rápido y pesado como “We Die Hard”, “Together Anyway” o “No Man’s Land . Mejor analicemos los 12 temas que componen el disco.
Iniciamos con la intro “Automaton” para dar paso al primer single y, sin duda, una de las destacadas, el ya mencionado “Together Whatever”. Tiene todo lo que el grupo y el estilo necesitan: buen rollo, cierta actitud macarra, melodía a raudales y una inyección de querer saltar que no te dejará. “Shine On” baja la velocidad pero su actitud queda intocable. Puro sleaze para no pasar desapercibida y cantar el estribillo como loco. “No Man’s Land”, que también he destacado arriba, sigue con un inicio de disco brutal.
“Darker Minds” nos trae otra faceta de los nórdicos, esta vez la baladística. Aún siendo un buen tema, me gusta más la faceta divertida y fiestera que la de alzar la mano con mecheros o móviles. “Dead Crusade” gana muchos enteros en groove y vacileo. Creo que no llega a los temas del párrafo anterior, pero sin duda es un gran tema. Y nada más y nada menos que con el panther Michael Starr han contado en “Powerline”. Lo que decía en el tema predecesor se pude aplicar aquí, especialmente conociendo a qué se dedican los Steel Panther. El segundo cuarteto se cierra con “Resurrection of the Damned”. A falta de (cierta) velocidad, la actitud y el groove, dos palabras que he usado mucho, se hacen muy presentes.
Más melódica es “We Die Hard”, con tintes bailables, menos macarreo y un estribillo muy marca de la casa. “Shell Shock” es pesada, más heavy y oscura que cualquier otro tema del disco, a pesar de la melodía vocal del puente. Es un muy buen tema, pero me shocka que esté en este disco. Encaramos el final con “Unbroken”, con la que recuperan todos los elementos del estilo y de ellos mismos: diversión, trasnochar, macarrismo y actitud de la calle. Acabamos con “I Can’t Move On (Without You)”, otra balada, y esta vez innecesaria. No porque no esté bien, que lo está, sino porque con una el disco ya cumplía.
Estamos ante uno de los mejores discos del grupo, que se muestra más que compenetrado y maduro. Escuchar los tres cuartos de hora de duración te dará ese rato de buen rollo y gran música. No solo eso, sino que ese rato lo aúpa a uno de los discos del año en su estilo.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.