Desde su formación en València en 2010, Mafalda se ha consolidado como una de las bandas más influyentes del panorama alternativo estatal. Con su inconfundible mezcla de ska, reggae, punk y metal, acompañada de letras profundamente comprometidas con el feminismo, la ecología y la justicia social, han dado voz a generaciones de oyentes que buscaban algo más que entretenimiento: una banda sonora para la lucha y el cambio. Inspiradas por grupos como Rage Against the Machine, The Clash, La Raíz y Berri Txarrak, pero con un estilo propio que combina rabia y melodía, Mafalda se despidió mientras el público barcelonés les robaba el corazón una vez más.
Tras 14 años de trayectoria, la banda puso punto final a su aventura musical con un concierto en la sala Apolo de Barcelona el pasado 20 de noviembre, como parte de su gira de despedida, Un Último Grito. Una noche cargada de emociones que marcó el adiós de una de las formaciones más icónicas y combativas de nuestro panorama musical.
Barcelona, ciudad que siempre las acogió con los brazos abiertos, fue testigo privilegiado de este cierre definitivo. La sala, repleta con unas 900 almas, se transformó en un espacio donde la celebración, las reivindicaciones y la nostalgia se entrelazaron en perfecta armonía. Pasadas las 20:45, las luces se atenuaron, y el público estalló en vítores cuando la banda del País Valencià subió al escenario, marcando el inicio de un espectáculo lleno de fuerza, rabia y, por encima de todo, eterno agradecimiento. Detrás del grupo, dos grandes recuadros de luz cambiaban de color, realzando la narrativa visual de este concierto final.
La noche arrancó con su audio single de 2019, «X», cuyo pegadizo «Na-ne-ni-ne, nene-na» la convierte en una apertura ideal, llena de energía y conexión inmediata con el público. «Las que faltaron», una de las más aclamadas de la velada, llegó a continuación, destacándose como un homenaje poderoso a las mujeres silenciadas a lo largo de la historia. Con referencias a figuras como Lynn Margulis y Dolores Ibárruri, la canción no solo encendió la emoción de las asistentes, sino que también despertó reflexiones profundas sobre la lucha colectiva.
El ambiente en la Apolo rezumaba la esencia de Mafalda: inclusivo, combativo y profundamente emotivo. Personas de todas las edades y procedencias se reunieron en este último encuentro, creando una atmósfera donde la celebración y la despedida se fundieron en perfecta armonía. Aunque la noche marcaba un adiós, cada canción se sintió como un acto de resistencia y gratitud, un sentimiento palpable en temas como «Nuberu», dedicada a sus referentes, Desakato.
A lo largo de la velada, Mafalda recorrió toda su discografía, intercalando reflexiones cargadas de honestidad y compromiso social. Fieles a sus raíces, su mensaje feminista, ecologista y anticapitalista resonó con fuerza, demostrando que su legado trasciende la música. Tras años recorriendo escenarios por todo el mundo, la banda expresó su felicidad por haber compartido su energía y mensaje en cada rincón, un agradecimiento que se sintió especialmente en temas como «Recuperar mi vida», donde recordaron que incluso en medio de las tormentas, en clara referencia a la DANA que azotó hace poco el País Valencià, hay que luchar por recuperar la sonrisa.
Las emociones estuvieron a flor de piel tanto en el escenario como entre el público. Los pogos y saltos, habituales en sus directos, se alternaron con momentos de lágrimas y abrazos colectivos, creando un ambiente cargado de intensidad y contrastes. La tristeza por la despedida se entremezcló con la alegría de celebrar todo lo que la banda ha significado durante estos años. Vera, Bàrbara, Mario y Marcos, liderando el espectáculo, dedicaron palabras de amor y gratitud a su público y a sus compañeras, reconociendo el privilegio de haber compartido tantos años de música y lucha juntas. Bàrbara tomó además la palabra para agradecer no solo la entrega del público, sino también la dedicación del equipo técnico, subrayando que, gracias a todas esas personas, los sueños de Mafalda se hicieron realidad. Con esa emoción latente, dieron paso a «Cura sana», dejando el corazón en cada acorde.
Uno de los momentos más memorables llegó con «La llorona», cuando Antoni, guitarrista y productor, invitó al público a formar un imponente wall of death. Y hablando de instantes únicos, Mario, el carismático bajista, asumió durante unos minutos el papel de maestro de ceremonias, presentando a cada una de sus compañeras y revelando que muchas de ellas son amigas desde la infancia, un dato que no hizo más que reforzar el profundo sentimiento de hermandad que define a Mafalda.
Cuando los primeros acordes de «Como me han enseñado» comenzaron a sonar, Antoni, junto a las tres vocalistas, descendió del escenario para ofrecer un íntimo set acústico desde la pista. Con el público sentado en el suelo, el momento transformó la sala en un espacio cálido y familiar, marcando el inicio de la recta final del concierto.
Por supuesto, no podían faltar temas como «El guerra», hábilmente fusionado con fragmentos de «Sweet Dreams» de Eurythmics, o «Necesarias pero absurdas» y «Le infelices», protagonista del pogo más salvaje de la noche. La velada culminó con «Lo que queda tras el apagón», su más reciente sencillo, dejando claro que, aunque Mafalda abandone los escenarios, su música y mensaje seguirán vivos en quienes las acompañaron en este viaje.
Al ritmo de «King George» de Dover, mientras la sala se iba vaciando, una pregunta inevitable quedó en el aire: ¿estamos realmente ante un adiós definitivo o simplemente ante el inicio de un descanso prolongado? Lamentablemente, todas ya conocemos la respuesta.
Sea como sea, el impacto de Mafalda trasciende su presencia física. Su legado perdurará como una fuente de inspiración para las nuevas generaciones, recordándonos que la música puede ser, a la vez, una celebración y una poderosa herramienta de cambio, tal como ellas demostraron.
Setlist:
X
Las que faltaron
Haw Haw!
Nuberu
Recuperar mi vida
Bam Bam
Héroe del Estado + La colmena
Blood Ties
Agua negra + deConStrucciÓn (C.S.O.)
Cura sana
Desde el suelo
R.o.c.k.
Diablo gris
Libre y salvaje
La llorona
Absurdas, pero necesarias
Como me han enseñado
Okileteke (Nana)
Miedo al miedo
En guerra
Necesarias pero absurdas
Le infelices
Y así fue
Lo que queda tras el apagón
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.