La reseña improbable: Gojira – From Mars to Sirius

Ficha técnica

Publicado el Listenable Records
Discográfica: 27 de septiembre de 2005
 
Componentes:
Joe Duplantier – Voz, guitarra
Christian Andreu – Guitarra
Jean-Michel Labadie – Bajo
Mario Duplantier – Batería

Temas

1. Ocean Planet (5:32)
2. Backbone (4:18)
3. From the Sky (5:48)
4. Unicorn (2:09)
5. Where Dragons Dwell (6:54)
6. The Heaviest Matter of the Universe (3:57)
7. Flying Whales (7:44)
8. In the Wilderness (7:47)
9. World to Come (6:52)
10. From Mars (2:24)
11. To Sirius (5:37)
12. Global Warming (7:50)

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Pillo otra vez. Por si no fueran suficiente las dos últimas mierdas de Bring Me the Horizon que me encolomaron, ahora vamos con los olímpicos Gojira. Veremos a ver qué tal, pero conociendo a la redacción, ya pongo caras raras. Pero antes de darle al play, leo algo sobre el grupo, y destaco algo importante que tanto vale para el disco como para ellos, y que ya les hace ganar puntos: su activismo musical en pro del planeta. El álbum en si, según leo, es una historia conceptual sobre los riesgos de que el planeta acabe, su destrucción y el personaje buscando a las icónicas ballenas voladoras de la portada. Su música no sé si me gustará, pero ellos ya me caen bien.

No vamos a entrar en tecnicismos y demás, que eso seguro que lo sabéis mejor que yo, así que directamente vamos a ver qué nos cuentan los colegas franceses.

Antes de entrar tema a tema, ya digo que su música, en general, no me gusta. El sonido de guitarra tan pesado que se lleva en estos estilos no es lo mío, más si va acompañada de una batería (la caja, en este caso) tan lenta y pesada. ¡Con lo bonita que es la música rápida y melódica! La voz tampoco. Si es que no canta, solo hace esos guturales sin melodía alguna! Ya me lo dijeron una vez: la voz, en estos estilos, es otro instrumento. Y muy mal tocado, añado yo. La melodía vocal es una de las cosas en las que más me fijo, y los Gojira, como tantos grupos del estilo, lo desprecian. Allá ellos…

Me cuesta bastante diferenciar entre temas. Como decía arriba, las guitarras me parecen siempre iguales, la batería también y la voz destaca por su ausencia (la voz no, la melodía vocal). Escuchar todo un disco así es un suplicio. Y ojo, que no es por lo gutural, que grupos como Children of Bodom o In Flames (los buenos, no las mierdas post Clayman (2000)) cantan usando esa técnica.

Esas guitarras ya las tenemos a los 15 segundos de «Ocean Planet», primer tema, y ya no nos dejarán en todo el rato. Este primer corte es un buen ejemplo de todo lo que decía: música exageradamente pesada, gritos en vez de cantar y un sonido sucio que me sorprende en un grupo técnico. Más o menos igual, aunque algún bmp más rápido, llega «Backbone». Escuchadla de forma neutra, de verdad, y decidme qué coño le encontráis a este estilo. Llano, ultra distorsionado, con alguna parte demasiado black… no, no hay por donde cogerlo. Cuando escucho este tipo de música, en temas como «From the Sky», siempre pienso que la batería y las guitarras tocan canciones diferentes. No hay una unión entre los instrumentos, algo muy típico del black nórdico. Terrible, terrible. La cuarta, «Unicorn», es de las mejores, porque es la más corta del disco y porque es instrumental. Nos ahorramos esos gritos.

Volvemos a un headbanging ultra pesado con el quinto tema del disco, «Where Dragons Dwell», que en poco se diferencia de lo mencionado hasta ahora. De nuevo tenemos un doble bombo que no tiene sentido agrupado con el resto de instrumentación. La seis, «The Heaviest Matter of the Universe», a priori, es de las que me tienen que gustar, según me dicen, igual que «Flying Whales», y aunque el incio (los primeros segundos) de la sexta prometen, volvemos a lo mismo de siempre. Next! Y qué next, más de dos minutos de intro repetitiva, ¡no me jodas! Luego un poco más de melodía, pero a cuentagotas. Que sean casi ocho minutos de canción la mata. Sin la intro y haciéndola de cuatro minutos hubiese estado bien, pero así, no. Lo mismo puedo escribir de «In the Wilderness». Me cuesta diferenciar entre temas; todas las guitarras son iguales. Y encima vuelven a ser casi ocho minutos de tema, qué puto cansancio.

Encaramos la recta final con «World to Come», que pinta más melódica, y lo es. Escucho alguna voz limpia, menos distorsión pero la misma pesadez en su ritmo. Un concierto de estos chavales, tomando esto como ejemplo, tiene que ser horrible. ¿Quién coño aguanta de pie ante una música tan sumamente pesada? L’horreur, que dirían los colegas del grupo. De nuevo otra de las que puede ser mejores, «From Mars», que no llega a los tres minutos, melódica, sin guturales y que no es otra cosa que la intro a «To Mars», que vuelve a pecar de lo mismo que el disco y el género en sí. De verdad, con tal de que la caja fuese al doble de velocidad, ganaría, pero es que así es insufrible. Quizá alguna parte instrumental, pero nada más.

Llegamos al final (¡por fin!) con «Global Warming», la más larga del álbum, y la intro promete. Al menos es diferente, así como la forma inicial de cantar. Como era de esperar, a los dos minutos volvemos al mismo batiburrillo sin sentido, a la misma pesadez y distorsión que le quita cualquier ápice de bonito al asunto. Por suerte llegamos al final.

Nada, que ni es lo mío ni quiero que lo sea. Chapeau para ellos por predicar unos valores muy necesarios y por colar el metal en algo tan importante como los Juegos Olímpicos, pero a mi dadme Helloween o Eclipse.

Para dentro de 15 días, nombro a Irene Vernedas, para que nos desmenuce una genial obra como es el Awaking the Centuries (2000) de Haggard.

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 405 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.