Permitidme que comience de manera distinta a lo habitual para hacer referencia a la portada que ilustra este artículo. ¿Somos amantes de los gatitos de zarpas suaves? Sí, pero ese no es el único motivo.
Lamentablemente, nos quedamos sin acreditaciones de fotógrafo y redactor, por lo que hemos decidido hacer esta crónica por el amor que nos une a la música, pues afortunadamente ya habíamos adquirido previamente una entrada. Dicho esto, gracias por vuestro apoyo y que la música no pare.
Granada, mora y cristiana, gitana, cuna de arte y cultura mezclada con la devoción religiosa, da lugar al germen que brota en el interior de tantos artistas destacados que crecieron o pasaron por sus tierras como el carismático Joe Strummer de The Clash, quien quedó prendado por su historia y belleza.
De la mismísima Granada, el omnipresente Lorca, el querido clan Morente representado en el añorado cantaor Enrique, o más cercanos a nuestro estilo como esos 091 que dieron como resultado a los Lagartija Nick que nos ocupan. O los siempre aclamados Los Planetas, por amistad e interacción de músicos con nuestros protagonistas. Todo ese conjunto influye en la creación y evolución de unos Lagartija Nick que este pasado 14 de diciembre cerraban el año en Barcelona dentro de una abarrotadísima La Nau que se volcó durante las dos horas de intensa descarga.
La gira encuentra su excusa perfecta en la conmemoración de los 35 años desde su debut sobre los escenarios, marcado por aquel lejano Hipnosis (1991). Desde entonces, ha pasado mucho tiempo, y el germen de su sonido, inicialmente más punk, ha evolucionado sin perder su esencia hasta el presente. En el camino, destaca el insaciable y fructífero intento de convencer a Enrique Morente para dar vida al maravilloso Omega (1996), una obra maestra en la que el maestro desafió a los más puristas al fusionar su duende con la distorsión, en un proceso de aprendizaje mutuo que dejó una obra inmortal imborrable.
Esos Lagartija Nick, con sus aciertos y errores, se han mantenido hasta nuestros días no sin incertidumbre pero fieles a sus convicciones. llegando a vender todas las entradas por donde han pasado, y Barcelona no fue una excepción.
Puntuales, sin prisas ni aglomeraciones, en el acceso a La Nau (sala que aún no había pisado) se fue formando una larga y ordenada cola donde la media de edad daba cuenta del paso de esas más de tres décadas a las que hacía referencia el nombre de la gira. Ya en el interior me sorprendió la curiosa distribución al toparme principalmente con la barra quedando el acceso a la sala a la derecha, donde ya había un considerable número de fans.
El inicio del show se inició con la entrada de los músicos a las 21:45, un cuarto de hora más tarde de lo previsto, pero que no mermó en absoluto el tiempo estimado para, atención spoiler, el intenso concierto que se nos venía encima.
He de confesar que en ningún momento consulté el setlist que se había tocado durante la gira, por lo que tenía cierta esperanza, y dudas porqué no decirlo, de cómo representarían la etapa de Omega. Mi amigo intentó bajarme el hype diciéndome que no creía que tocaran demasiadas de esa época a causa de lo que suponía a nivel logístico. Afortunadamente, quedé satisfecho con el resultado final.
Como comentaba anteriormente, tras un cuarto de hora de espera, sin mediar palabra, y de riguroso negro, y con Antonio ataviado con su característico sombrero de estos últimos años, se posicionaron en su lugar que mantuvieron fijo durante las dos horas de concierto para entrar a saco con la instrumental “Sonic Crash” y la coreada “Lo imprevisto”. No fue hasta entonces que Antonio se dirigió a la abarrotada sala con un “Bona nit! Som els sargantanes” en un divertido speech que unió aún más a banda y público.
Enérgicos e implacables, los granadinos fueron dejando caer pesadamente las canciones de toda su carrera viajando de un disco a otro sin estructura aparente pero con el objetivo de no dejar caer la intensidad en ningún momento. Los veteranos músicos no vinieron a pasar el trámite. Mi atención de tanto en tanto se centraba en el carismático Eric, su enérgica forma de tocar la batería es adictiva a los sentidos. Permitidme que me salga un poco del concierto para recomendaros el documental basado en su autobiografía La importancia de llamarse Ernesto y la gilipollez de llamarse Eric (2023).
Volviendo al concierto, el inevitable homenaje al gran Enrique Morente cayó tras la intensa y antibélica “Buenos días Hiroshima”. Antonio, ya sin su sombrero, hizo referencia a los 14 años años sin el genial cantaor antes de que su voz pregrabada nos pusiera la piel de gallina con “Vuelta de paseo”.
El homenaje a los granadinos ilustres, ya sean de cuna o adopción, también recayó en “Strummer / Lorca” antes de la potente “Nuevo Harlem” encarando el final de la primera parte del concierto antes de la pausa tras hora y media de concierto que pasó como un suspiro.
De nuevo, tras la breve pausa, la voz pregrabada de Juan Pinilla suena sobre la caldeada y expectante sala, que con un respetuoso silencio mantenía la atención con la piel de gallina los versos que nos adentraba en “La leyenda de los hermanos Quero”.
Los bises se alargaron media hora más en la que intercalaron la versión de “I Had Too Much to Dream” de The Electric Prunes antes de la final “El signo de los tiempos”
Excelente cierre de gira en 2024 para unos veteranos e inquietos Lagartija Nick que, viendo las caras y los comentarios tras el concierto durante la lenta salida, satisfizo las expectativas de los fans que abarrotamos la sala que , literalmente, se quedó pequeña para el arte de los andaluces.
Setlist:
Sonic Crash
Lo imprevisto
¿Qué harás por mí?
Hipnosis
Estratosfera
Sin salir
Universal
Me gustaría para mí (Las libélulas)
Agonía, agonía
Crimen, sabotaje y creación
La curva de las cosas
Tan raro, tan extraño, tan difícil
Buenos días Hiroshima
Vuelta de paseo
20 versiones
Conmigo crece el caos
Strummer / Lorca
Nuevo Harlem
Celeste
La leyenda de los hermanos Quero
Una jirafa / Undécima mancha
Satélite
Fulcanelli
Rock’N’Roll Zine
I Had Too Much to Dream (versión The Electric Prunes)
El signo de los tiempos
Esa extraña inercia (Anfetamina)
Ciudad sin sueño
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.