
La ya tensa situación inmediatamente previa
31 de octubre de 1981.
Transcurrían las horas anteriores a la noche de Halloween y The Rolling Stones, en medio de la promoción de su álbum Tattoo You de gira por Estados Unidos, actuarían por segunda vez en su carrera en el estadio Cotton Bowl, de Dallas (Texas). Matizaremos que la primera ocasión, allí mismo, fue en el año 1975 y, a lo largo de las décadas, se celebraron hasta un total de siete conciertos en este mismo recinto concreto por parte de esta agrupación británica de leyenda.
Pero aquella jornada específica del citado año 81 resultó especialísima, sin duda.
En primer término, el guitarrista Billy Gibbons ya “calentó” el ambiente preliminar afirmando, públicamente, que aquello era Texas y que eran The Rolling Stones los que deberían ser los teloneros de ZZ Top. Y es que Gibbons se refería a que, en la realidad, su deseo sucedía al revés; tal y como anunciaba el cartel, es decir, que el barbudo trío de Houston y los también tejanos The Fabulous Thunderbirds eran los que abrían, ambos, el show para la formación londinense.
Además, para tensionar aún más las situación, los Stones empezaron su performance en Dallas con un considerable retraso de más de dos horas; aunque llegado el momento, su entrada en el coliseo deportivo fue emocionante y a lo grande con Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood, Bill Wyman y Charlie Watts montados en helicóptero y sobrevolando el campo de fútbol americano, mientras saludaban a una expectante legión de 80.000 fans; de los cuales, por cierto, muchos iban disfrazados en aquella señalada celebración estadounidense de Halloween.
Los impresionantes y especiales instantes lluviosos
Con el concierto ya en marcha y con la gente enfurecida, todavía, porque el evento había arrancado realmente tarde; apuntalamos, lo que ciertamente tornó toda aquella situación extraordinariamente dantesca y dificultosa fueron los 15 minutos en que una terrorífica tormenta se desató sobre Dallas y, lógica y evidentemente, ésta cayó a plomo encima de los propios Stones y del numerosísimo público asistente a aquel concierto en el campo de juego Cotton Bowl; ocurriendo esto último, aproximadamente, cuando iba concluyendo la tercera canción “Let’s Spend The Night Together”.
Entonces, Mick Jagger, de un modo empático, le vino a expresar al público que se daba por hecho que iban a mojarse todos juntos, es decir, la banda y los propios espectadores.
Al principio, los cinco integrantes de The Rolling Stones dudaron, unos breves instantes, en como afrontar aquella situación de truenos, relámpagos y un fortísimo diluvio pero la banda inglesa nunca abandonó el escenario ni dejó de tocar las otras piezas que abordaban en esos complicados instantes atmosféricos, como también “Shattered”, “Neighbours” o “Black Limousine”.
El fotógrafo
El impactante flash que “congeló”, visualmente, aquel indeleble momento de los Stones y la bestial tromba acuática fue realizado por el estadounidense Jay Dickman; el cual publicó la tan llamativa instantánea en el periódico local Dallas Time Herald.
Añadiremos que, durante su exitosa e insigne carrera, el premiado Jay Dickman también fotografió a otros astros rockeros del calibre internacional de Willie Nelson, Led Zeppelin, The Sex Pistols, Chuck Berry, The Who, Elvis Presley o los mismos ZZ Top, por ejemplo.
En otros ámbitos, el mismo Dickman también ejerció su profesión de capturar imágenes de algún conflicto bélico o también, para la organización National Geographic; entre otros ejemplos.
Los Stones ya estaban avisados de antemano
Y es que ya con la hostil previsión meteorológica en mano, ya desde horas antes, los técnicos asistentes de la banda se habían encargado de montar micrófonos y guitarras inalámbricas (en 1981, este sistema justo recién se estaba aplicando en el Rock World), además de envolver los amplificadores con cinta adhesiva o de aislar los cables conectores de estos últimos dispositivos; todo ello para tratar de reducir al mínimo el altísimo y evidente riesgo de electrocución, con lo que Jagger, Richards, Wyman, Wood y Watts pudieron estar muy tranquilos en ese sentido.
Otra prueba de que The Rolling Stones ya iban preparados con respecto aquellos imponentes chubascos es que, justo durante aquellos minutos del concierto plenos de cristalino fluido vital, un muy honesto Mick Jagger recordó a todo el público, un par de veces seguidas, que los propios Stones actuarían sí o sí, es decir, hiciese lluvia o hiciese sol; tal y como ya venía escrito y anunciado, previamente, en el rótulo de los tickets de entrada (Rain or Shine era, exactamente, la frase impresa, en idioma inglés): una promesa cumplida que, sin duda, mucha parte de la audiencia debió agradecer eternamente.
Sobre la actitud de los espectadores
Lo que no captó la cámara fotográfica de Jay Dickman, en aquel 31 de octubre de 1981, es lo que ocurrió justo delante y alrededor del escenario y es que los voluntariosos espectadores afrontaron como pudieron aquellas tan húmedas circunstancias y, por ejemplo, se protegieron del violentísimo chaparrón con lonas que tenían a mano y cosas así. Incluso a dicha concurrencia la acumulada agua sucia les llegó hasta las rodillas ya en el aparcamiento de coches e, incluso, en otros puntos de la propia Dallas hasta se dieron importantes inundaciones, con varias casas destrozadas y con la evacuación de 400 personas de esas mismas otras zonas de la mentada urbe tejana.
Anecdóticamente, durante la actuación en vivo, un totalmente empapado Mick Jagger le comunicó e insistió a la gente acerca de la posición solidaria de los Stones y, efectivamente, el cantante británico expresó, con cierto sentido del humor, que su banda también se estaba mojando y que a él mismo se le estaba corriendo el rimel.
De hecho, tal era el compromiso de los músicos londinenses que, incluso, el mismísimo Mick se resbaló y se cayó, en 10 ocasiones, por culpa del agua esparcida pero se fue él levantando, incansablemente, cada vez; todo ello mientras el carismático Jagger ejecutaba sus característicos movimientos y nerviosos bailoteos sobre el tablado.
Tras la actuación y ya con la perspectiva de las décadas, se fueron produciendo una división de opiniones respecto a aquella tan “mojada” función, con los propios The Rolling Stones encima del escenario, en el Cotton Bowl, el 31 de Octubre de 1981 y que tan perfectamente quedó reflejado en el citado retrato óptico de Jay Dickman.
Para muchos asistentes supuso un disfrute completo aquel acto de aguante de los propios Stones y, en opinión de varios seguidores del grupo que fueron testigos directos, aquel mismo instante musical se erigió como absolutamente épico, eufórico, imborrable y vibrante, efectivamente. Además, algún miembro de la afluencia también celebró que el descomunal aguacero apagara y estropeara toda la innumerable cantidad de cigarrillos de marihuana que se estaban consumiendo, en aquel momento, entre el mismo gentío.
Por contra, para otra parte de la propia muchedumbre dicha experiencia borrascosa, de ese recital en vivo, no resultó tan divertida y algún sector de la concurrencia se quejó de que las propias precipitaciones desbordantes habían resultado un verdadero “dolor de cabeza”; además de que muchos forofos stonianos acabaron con toda la ropa llena de molesto barro por culpa de aquella furiosa avalancha acuosa.
Algún seguidor, además, se quejó de que Mick Jagger no alcanzó los registros vocales adecuados y de que Keith Richards no iba bien sincronizado, rítmicamente, con el resto de la banda; además de que en opinión de algún otro sujeto descontento, el ruido de la propia tempestad no permitió audicionar bien las tonadas rolling, ni tampoco la potente y espesa cortina fluvial permitió observar, convenientemente, a los icónicos músicos británicos.
Como expresa el refrán: “nunca llueve a gusto de todos”; nunca mejor dicho en este caso.
Bajo mi punto de vista, para bien o para mal fue histórico aquel cuarto de hora de gélida “ducha” natural protagonizada por los Stones y sus devotos admiradores y admiradoras.
Agregaremos también que, al día siguiente, el 1 de noviembre de 1981, ya con un día mucho más soleado, brillante y agradable, The Rolling Stones repitieron concierto en el propio Cotton Bowl, de Dallas y entonces, durante un momento de esa segunda actuación consecutiva, con micrófono en mano, Mick Jagger se refirió, bromeando, a la tan lluviosa jornada previa al afirmar el vocalista que todavía estaba buscando el Arca de Noé.
Otros pasajes de la banda bajo el agua
Expresaremos también, de modo resumido, que acontecieron otros muchos episodios relacionados con The Rolling Stones bajo la lluvia, por supuesto, y casualmente, en el mismo recinto del Cotton Bowl de Dallas, en el año 2021, también se dieron unas circunstancias con unas más moderadas inclemencias meteorológicas, es decir, más bien una llovizna constante. Sin embargo, unos ya más mayores Stones en este segundo caso ya no fueron “a pecho descubierto” como en sus tiempos jóvenes del citado 1981, sino que 40 años después dichos intérpretes ya se colocaron capuchas, chubasqueros, cazadoras y chaquetas para protegerse de la calada y del frío; además de producirse lamentos adicionales de Mick Jagger sobre que los resbaladizos charcos en el escenario le impedían llevar a cabo, de manera adecuada, sus típicas danzas contorsionistas. Algunas fotografías de todo ésto fueron efectuadas por Bjornulf Vik.
Y aún más coincidencia fue que tocando en ese mismo estadio de Texas, ahora en 1994 (Voodoo Lounge Tour), a los Stones también les tocara lluvia, además de granizo, viento y rayos (para guarecerse de ello, por ejemplo, Keith Richards se enfundó una toalla cubriéndole la cabeza).
Así pues, se acumulan un total de tres ocasiones realmente aguadas en el Cotton Bowl de Dallas y curiosamente, siempre programadas en los meses de Octubre y Noviembre; aunque la más animal chaparrada fue la citada antes de 1981 y, en cambio, durante las ocasiones del 1994 y del 2021 la lluvia no fue tan extrema; recalcamos, de nuevo.
Naturalmente, hallamos otros memorables episodios en diversas ciudades, con bolos en directo de los propios The Rolling Stones en condiciones climáticas fluviales como, por ejemplo, en Madrid, en el año 1982 (un temporal en el estadio Vicente Calderón); en Colonia (Alemania), en 1999; en Sao Paulo (Brasil), ante 65.000 personas y en Buenos Aires (Argentina), ambas en 2016 o en Miami, en 2019 ; entre otros ejemplos de este tipo específico.
En realidad, toda esa relación pública del tan venerado combo londinense con el líquido elemento proveniente del cielo podría afirmarse, tal vez, que se inició ya en los años 60; donde existe una fotografía promocional, firmada por Farabola / Bridgeman, de cuando, dentro del núcleo duro de The Rolling Stones, todavía militaba el añorado guitarrista Brian Jones y con la propia la banda posando para la cámara durante un día lluvioso y plomizo.
Despedimos, aquí ya, este rockero artículo pasado por agua.
La imagen
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