Mantar – The Modern Art of Setting Ablaze

Nuestra Nota


8.75 / 10

Ficha técnica

Publicado el 24 de agosto de 2018
Discográfica: Nuclear Blast Records
 
Componentes:
Hanno Klaenhardt - Voz, guitarra
Erinc Sakarya - Batería

Temas

1. The Knowing (1:50)
2. Age of the Absurd (3:39)
3. Seek + Forget (4:05)
4. Taurus (4:28)
5. Midgard Serpent (Seasons of Failure) (4:20)
6. Dynasty of Nails (4:42)
7. Eternal Return (3:47)
8. Obey the Obscene (4:17)
9. Anti Eternia (3:49)
10. The Formation of Night (4:13)
11. Teeth of the Sea (3:15)
12. The Funeral (5:15)

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El salvaje power duo del norte de Alemania ha logrado colarse en los (negros) corazones de todos los habitantes del universo metal. Con una carrera de tan solo cinco años, han logrado lo mismo (o incluso más) que otras bandas (de tres componentes para arriba) que llevan dando guerra en este business el doble o el triple de tiempo. Este es el resultado, el producto de una amistad de veinte años entre el vocalista y guitarrista Hanno Klaenhardt y el batería Erinç Sakarya; una historia de éxito que nace de una sola y única constante: trabajo duro. Su debut de 2014, Death By Burning, es un choque intransigente y sin piedad de actitud punk desteñida e intensidad metal que se tradujo en un éxito casi inmediato, tanto de crítica como de público. Gracias a ello, la banda giró implacablemente, arrasando los escenarios de todo el mundo, incluyendo los templos sagrados de los festivales Roadburn (Países Bajos), Wacken Open Air (Alemania) y Maryland Deathfest (EE. UU.). Con Ode to the Flame (2016), su debut con Nuclear Blast Records, siguieron cosechando y construyendo una más que merecida incendiaria reputación en directo, conquistando no solo Europa (por aquí les vimos el año pasado, junto a Death Alley, abriendo para los también germanos, los colosales Kadavar) y los EEUU, sino también Rusia, Japón… e incluso Sudáfrica.

2018. Tras un breve período de reposo, Mantar regresa con The Modern Art of Setting Ablaze (2018), un negro, nihilista, sucio y afilado nuevo trabajo alimentado a base de agudos y punzantes riffs (como no podía ser de otra forma) y de ritmos ya presentes en sus anteriores trabajos. Se trata de una colección de canciones, que duran entre tres y cuatro minutos, bastante pegadizas y, en ocasiones, bastante inclasificables, pues estos tipos beben (que no se me malinterprete, por el amor de Dio) de todo, de aquí y de allá. De hecho, aunque en sí son una banda tildada de metal, no es precisamente este subgénero el que más les apasione a ellos, pues Hanno tira más por los sucios derroteros del punk, mientras que Erinç es más del rollito melancólico/dark de bandas como Sisters of Mercy y similares. Aún así, aunque este nuevo trabajo esté repleto de eso que le da su esencia al rock, los riffs, suena mucho más metálico que los dos discos anteriores. Es, sin dudarlo un solo instante, su disco más potente hasta la fecha.

Es posible que, si todavía no has escuchado esta última entrega, tengas la sensación de que a esa máquina de maltratar en forma de dúo llamada Mantar le faltaba algo de aire en su manera de componer. Los tipos llenan el escenario a base de riffs, acordes, fills y redobles, por aquí y por allá, y quizá sus grabaciones pecaban un poco de estar no tan llenas. Pero con esta nueva entrega, se han sacado la polla y se nos mean en la cara… porque sí. Así de claro. Hanno y Erinç han sido capaces de cascarse uno de los mejores discos del año, poniendo algo más de humeante asfalto a su camino hacia el cielo del más glorioso underground. Este disco es más brutal y, con él, pasan al siguiente nivel.

Sólidos y compactos como son, han firmado un pacto con el Diablo para que les conceda el don del riff. Quizá, en sus anteriores trabajos, eran -por así decirlo- un poco más cortos, pero si escuchas The Modern Art of Setting Ablaze (2018) del tirón, corres el riesgo de que te explote el cráneo. “Age of the Absurd”, “Seek + Forget” y “Dynasty of Nails” emanan ese estilo tan bullicioso (o ruidoso) que tanto nos apasiona y que está tan presente en su disco debut. Pero este nuevo trabajo va (mucho) más allá…

Las hostilidades se inician con una deliciosa y pausada intro, “The Knowing”, que ya te pone el interruptor de burrismo en standby mode, y provoca que te entren unas ganas feroces de ponerlo en on y no apagarlo hasta el final. Según he podido leer (aquí nos documentamos, oiga), la idea inicial era la de hacer temas cortos pero llenos de furia. Son un total de doce temas (intro más once) y con esta primera canción se me pone ya el corazón en un puño. El dúo nos despliega su alfombra negra para dar paso a once temas más… sin contemplaciones. Es como si tras la calma, el mundo implosionara a base de exquisitas orgías de ruido. Pero, a pesar de tantos brotes de agresión, Mantar nunca suenan lineales y/o aburridos.

El fuego prosigue y se extiende gracias a «Age of the Absurd» y piensas: “¡Sí, tío, síííí!”. Todo el álbum rezuma peste a punk y al más negro de los metales. En general, los ritmos son mayoritariamente medios, un poco demasiado lentos como para ser realmente punk. Aromas crust y death que le ponen el lacito a un regalo de disco con un marcado ambiente black, un poco en la onda de bandas (otro dúo) como DarkThrone, sin crear directamente la sensación de estar escuchando una banda de black metal al uso.

Luego tienes una canción como “Obey the Obscene”, que tanto por su título como por su sonido, podría estar presente en un álbum de Danzig, pero que en el momento en que comienza la parte cantada, el conjunto suena más bien como una versión crustcore/black metal de The Misfits.

Como en sus discos anteriores, apenas notas la falta de las cuatro cuerdas del bajo. Especialmente, en temas como «Taurus» o «Midgard Serpent (Seasons of Failure)», dedicadas a explorar un poco más dentro de su universo sonoro. Son dos, llenan como cinco pero, aún así, siempre hay tiempo, momentos, para bajar hasta la profundidad del más profundo y oscuro de los abismos.

Las dos bestias más sarnosas y rabiosas del álbum quizá sean «Dynasty of Nails» y «Eternal Return», que son las piezas más interesantes de escuchar en primera instancia. Las he disfrutado (ambas) on repeat mode varias veces, y mi fascinación por ellas ha ido en aumento de una forma tan burra como exponencial.

Entre tanto ruido y destrucción, también hay lugar para la lentitud, coda que ya se hizo palpable y evidente en temas como «March of the Crows» (Death By Burning (2014)) y «Schwanenstein» (Ode to the Flame (2016)). En esta ocasión, “The Funeral”, tema que cierra el álbum, es la encargada de cundir con el ejemplo. El plato menos fuerte y más largo para el final. Oscuridad gótica para rematar la faena.

Todo el álbum es perfecto. Es variado, memorable, crudo, desagradable y, en ocasiones, es hasta deprimente. Con esta nueva entrega, los de Bremen cubren de oro su oscuridad blackera. La chispa que les faltaba para detonar está ante vuestras narices. Prended la mecha de Mantar. No os arrepentiréis.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 639 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.