YOB, nos muestran en su último disco, Our Raw Heart, la combinación perfecta entre dolor y luz con un disco maravilloso de doom.
Sin ser muy conocidos por el gran público, YOB se han forjado una buena reputación en este, nuestro mundillo, después de siete discos y girar y girar. Vaya por delante una cosa: enfrentarse a un disco de YOB no es tarea fácil. Su estilo entre el doom y el post-metal, con pasajes atmosféricos, se te puede atragantar de manera bastante fácil (el caso del que escribe ha sido este, por ello esta reseña con tanto retraso respecto a su lanzamiento), pero no por ello hay dejar de lado la magnífica obra de los Mike Scheidt y los suyos.
Su octavo disco, Our Raw Heart (2018) es el sucesor de su aclamado Clearing the Path to Ascend (2014) una obra superlativa que llevaba a YOB a la excelencia y a lo más alto de su sonido e influencias. El alma mater y máximo responsable compositivo Mike Scheidt ha superado diversos problemas de salud en el lapso entre ambos discos: diverticulitis, infecciones, ingresos y depresiones… por lo que, te puedes imaginar, el disco no es ni optimista, ni luminoso, ni una celebración de la vida. Si no más bien la plasmación de ese calvario vivido.
Y eso lo sientes en el sonido y las composiciones que te trasladan a ese dolor, físico, vital y emocional sufrido por nuestro protagonista. Un proceso vital difícil, durante el cual mucha gente se hubiera rendido. Por fortuna para nosotros, Scheidt ha superado con éxito estos obstáculos puestos por la vida y ha entregado un portento de obra.
Y aquí estoy, cara a cara. Enfrentado a la organicidad y espesura (buscada) de su sonido, que los hace tan especiales; al dolor y la víscera; a la brutalidad del que sabe frágil y se agarra a un clavo ardiente para no caer. En definitiva, enfrentado al último disco de este trío de Eugene, Oregon.
Un disco que empieza de forma muy potente, dura y pesada con “Ablaze”, “ The Screen” y “In Reverie”, ritmos machacones, riffs de guitarra pesados hasta no poder más y una cosa un poco nueva: la combinación de voces guturales y limpias de la mano de Scheidt. La base rítmica ejecuta de manera visceral al servicio de las guitarras sin compasión. Hay que avisar, que estos tres temas son los más cortos del disco, y son una media de diez minutos (más o menos).
El intermedio del disco, y es un pasaje ambiental, atmosférico de seis minutos “Lungs Reach” que nos conduce a la segunda mitad del plástico. Con final denso y rudo.
La magnífica “Beauty in Falling Leaves”, es una auténtica obra de arte de 16 minutos que transita por la belleza del dolor sin despeinarse con transiciones, punteos, partes atmosféricas y un final que va apagándose de forma maravillosa bajo un precioso punteo. Un auténtico tour de force que parce conducirte por los recovecos más desconocidos por una luminosidad extraña. “Original Face” nos ofrece a los YOB más furiosos, duros, viscerales y clásicamente doom con toques postmetal en lo que llevamos de disco y nos sirve en bandeja el último tema del disco: “Our Raw Heart” otra maravilla extrañamente luminosa que cierra un disco espléndido.
Seguramente, estamos ante una de las obras más difíciles y espesas, pero a la vez, de las más espléndidas, viscerales, luminosas, bellas y dolorosas, por partes iguales, que puedes experimentar este año. Yo no lo dejaría escapar, pero, eso sí, dedícale tiempo y piérdete en el mundo de luz y dolor que ha creado Mike Scheidt.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.