Estoy convencido de que muchos músicos, principalmente los más veteranos, pagarían una desorbitada cantidad de dinero para poder estar en la misma actual coyuntura que disfrutan los escoceses The Waterboys. En su celebrada segunda juventud, iniciada en los albores de la década del 2000 y después de un extraño parón durante los 90, la formación liderada por el imperecedero Mike Scott no ha dejado de publicar discos y realizar las correspondientes giras. Con la aplaudible virtud de haber eliminado cualquier patrón consabido o preestablecido. Por un lado, en sus últimos álbumes tienen cabida una amplitud y variedad de estilos sonoros (rock, soul, blues, funk, folk, pop, gospel o, pese a que parezca antinatural, ritmos bailables y hip hop), siempre, eso sí, al servicio de la canción, y por otra sustancial parte, en sus conciertos las recientes creaciones gozan de un papel preponderante. Consiguiendo, con estas meritorias disposiciones, contentar a su exigente parroquia e incluso sumar nuevos adeptos para la causa.
Es de suponer que así lo demostrarán la noche del próximo lunes 25 de noviembre, en la Sala Razzmatazz de Barcelona y dentro de la programación del Festival Mil·lenni, en el bolo de presentación de su flamante registro «Where the Action Is». Y aunque, por supuesto, caerán algunos clásicos (“Fisherman’s Blues”, “This is the Sea”, “We Will Not Be Lovers”, “Medicine Bow” y, sin ninguna duda, la exitosa “The Whole of the Moon”), no será un recital previsible y condescendiente. Razones suficientes para que los oyentes con inquietudes adquieran su entrada.
