En la época que vivimos, no sería completamente exagerado afirmar que cada evento relacionado con la cultura del Heavy Metal supone un ejercicio de autoafirmación frente a los múltiples heraldos encargados de anunciar a las masas su sacrificio en pos de la nueva era. Cada sold out de grupos consolidados, cada sala que acoge a un nuevo grupo de melenudos en su escenario y cada local de ensayo en el que adolescentes con camisetas de Iron Maiden y Avenged Sevenfold versionan a sus grupos predilectos supone un desafío a la narrativa dominante que escribe entre fúnebres cánticos la necrológica del género.
Es cierto, quedan pocas dudas de que la batalla mediática derivó en una cruenta derrota que supuso el exilio del Metal y demás estilos afines de las páginas de actualidad, y sería ingenuo negar el golpe que el paso de las décadas ha supuesto para la escena, como bien demuestra la nostalgia ochentera en la que se ha encerrado parte del movimiento. Pero igual de desacertado resulta dar por perdida la batalla, más aún si contamos entre nuestras filas a combatientes como el viejo guerrero Vhäldemar, que el pasado sábado 2 de febrero demostró en Zaragoza que, lejos de haber agotado sus fuerzas, la sangre corre rauda por sus venas. La formación de Barakaldo, ungidos grandes representantes del mejor Heavy Metal patrio se acompañaron de los maños Mercury Rex y de la joven banda Valkyria para conjurar un espectacular show que sacudió los muros del Centro Cívico Delicias al grito de batalla de los viejos reyes.
Valkyria
Poco antes de las ocho y media el edificio municipal, convertido gracias a su repetido uso en un bastión extraoficial de la escena zaragozana, presentaba una gran afluencia de público que ilustraba la excitación que acompañaba a la visita de Vhäldemar. La cancelación de su anterior concierto el año pasado había frustrado enormemente los ánimos de sus numerosos seguidores, y a la vista quedaba que no iban a desaprovechar la ocasión de resarcirse.
En un raro ejercicio de puntualidad impropio de la capital aragonesa, Valkyria salieron sin muchas florituras al escenario a la hora prevista para dar comienzo al concierto con una correcta interpretación de “Tierra Hostil”, que Yeray Hernández y Borja Aguirre se encargaron de adornar con sendos solos de guitarra. Desde el principio, la descarga de los vascos fue entorpecida por una ineficiente acústica que sepultaba la voz de Yeray bajo el peso de los demás instrumentos, un problema habitual en este recinto que lastraría el trabajo de los tres grupos. Tras la ejecución de “Abatido”, la banda arengó al público para que mostraran su entusiasmo y anunciaron que, dado el poco tiempo del que disponían, se concentrarían en los temas que componen su segundo disco Tierra Hostil. Y a ello se consagraron con la descarga que supuso “Rencor”, una canción más enérgica y resuelta que penetró más profundamente en la atmósfera de la sala y que encadenaron con “Estandarte”, corte de su primer álbum.
Pese a pecar de cierto estatismo y no ser capaces de establecer una comunicación más dinámica con el público, la joven formación demostró tener las tablas suficientes para defender con solvencia su trabajo y en “Código de Honor” se vieron imbuidos de un mayor brío que supieron transmitir a la gente, quien lejos de mostrar la gélida actitud que suele mermar las fuerzas de los teloneros arropó al grupo y se mostró activa y dispuesta a darles una oportunidad. Dos solos por parte de los guitarristas de Valkyria coronaron la notable exhibición de los bilbaínos, que encontró su eco en la gran emoción que embargó al público. Para el tramo final de su breve acto, lanzaron con rapidez “Ecos del Mañana” y “Tus Secretos” en un gran despliegue técnico que confirmó su buena talla como músicos y su definitiva estocada al respetable zaragozano.
Setlist Valkyria:
Tierra Hostil
Abatido
Rencor
Estandarte
Código de Honor
Ecos del Mañana
Tus Secretos
Mercury Rex
Tras el paso de Valkyria por el escenario, los integrantes de Mercury Rex optaron por sorprender al gentío para dar comienzo al show y tras la preciosa intro a cargo del teclista Diego Zapatero el grupo prendió la chispa con “Como una Llama”, con la novedad de que Iñaky “Averno”, carismático vocalista de la formación, decidió que su presencia sobre las tablas no era necesaria y bien podía esperar un poco a presentarse mientras cantaba, lo que dio lugar a una divertida escena en la que la banda lo daba todo mientras el público agolpado ante ellos miraba a todas partes tratando de localizar al frontman perdido. Cuando por fin hizo acto de presencia, no tardó ni cinco segundos en hacer suyo el lugar gracias a su magnético carácter y su gran habilidad como showman. Arropado por los suyos, dieron un gran espectáculo y demostraron que estaban muy lejos de ser unos novicios. Exultante, Iñaky apeló a los asistentes en busca de la emoción idónea para acompañar “Mi Pasión”, tema de gran feeling que incendió el entusiasmo de la masa.
Y es que se notaba que el grupo se movía en territorio amigo, pues desde el primer momento los presentes se volcaron con ellos y acompañaron al conjunto a lo largo de todo su periplo musical. Tras mostrar fervorosamente el placer que suponía para él y los suyos acompañar a Vhäldemar esa noche, el sugestivo frontman presentó en sociedad “Averno”, efectivísimo directo que convirtió el recinto en una enorme fiesta mientras el grupo no dejaba de moverse por el escenario e intercambiaba múltiples gestos con el público, dando muestras de una gran cercanía con los concurrentes. Esa sensación de estar inmersos en algún tipo de juerga se acrecentó con la versión del “Don’t Stop Me Now” de Queen que el conjunto zaragozano se sacó de la manga y que, sin ser lo mejor de su repertorio, sí que permitió que todos los que inundaba la sala se lo pasaran genial.
Tras su pequeño homenaje a Freddie Mercury y compañía, Iñaky procedió a anunciar que esa noche estrenaban su propia cerveza e invocó a los presentes a colaborar en el esfuerzo etílico. A continuación, “Lobo” oscureció la atmósfera con su ritmo lento y pesado, aunque dejó una sensación de desorden y su ejecución en directo resultó demasiado descompensada y desequilibrada. Mejor parada resultó “Sálvame”, un tema de gran pegada con el que la banda se desató sobre el escenario, continuando la acometida con una magnífica interpretación de “Inmortal”, un corte que nunca puede faltar en el repertorio de Mercury Rex y permitió a Diego lucirse con su piano en una pequeña exhibición personal. Este tema marcó el principio del fin y el grupo decidió disparar todos los fogonazos disponibles, para lo cual Iñaky se encargó de que nadie entre el público se mantuviese ajeno a la fiesta que habían organizado al arrojar desde el escenario varios globos gigantes de helio que los asistentes pasearon por toda la sala mientras desde las tablas “Instinto Animal” atronaba el recinto. Por si aquello no hubiese sido suficiente, con una lúcida versión del “Square Hammer” de Ghost encendieron sobremanera los ánimos del personal para rematar su actuación con su tema estrella, “Siempre Libre”, mientras las serpentinas caían desde el tablado y la actuación de los Rex llegaba a su clímax para regocijo de todos los presentes, que despidieron al grupo entre enormes muestras de cariño y disfrute.
Setlist Mercury Rex
Como una Llama
Mi Pasión
Averno
Don’t Stop Me Now
Lobo
Sálvame
Inmortal
Instinto Animal
Square Hammer
Siempre Libre
Vhäldemar
La llameante exhibición escénica de Mercury Rex había elevado la presión del ambiente y mantenerse a la altura supondría un reto de altura para cualquier grupo que se prestase. Pero el golpe que Vhäldemar estaba a punto de descargar sobre el Centro Cívico quedaba fuera de cualquier predicción, y tras una épica introducción instrumental las huestes de los reyes cargaron sin piedad con “Metalizer” arrasando desde el primer momento. El público reaccionó instantáneamente como activado por un resorte y convirtieron el lugar en un enorme pandemónium recorrido por la emoción. La imponente presencia de Carlos Escudero destacaba sobremanera en el escenario e irradiaba una aureola de autoridad que envolvía toda la plataforma mientras descargaba sobre las tablas un pie de micro envuelto en cadenas que reforzaba su intimidante aspecto. Incluso si ya entonces habían roto la balanza, la locura desatada con “1366” les permitió afianzar su dominio sin oposición alguna. Con este tema, el guitarrista Pedro J. Monge inauguró una notabilísima cadena de solos que alumbraron toda la noche como palpitantes relámpagos e instauraron algunas de las cotas más altas en el espectáculo de Vhäldemar. Por su parte, Escudero se irguió como un titán que contemplase sus dominios, pues poca duda quedaba que todo lo que se inclinaba ante sus ojos era suyo. “Against All Kings” alimentó las llamas que se expandían por doquier mientras el grupo arrasaba con todo, permitiendo que el protagonismo recayese en un momento determinado sobre Jonkol Tera y su teclado, firmantes de un extraordinario solo. El indomable frontman del combo vasco dio las gracias a los asistentes, y de paso mandó a la mierda a los que no habían venido, antes de lanzarse a degüello con “I Stand Forever” y hacer explotar nuevas piras de entusiasmo entre la concurrencia.
Escudero demostró ser un showman de experimentada habilidad haciendo gala de un estilo rudo y directo que le permitía conectar rápidamente con la audiencia, y tras mostrarse satisfecho por poder saldar la deuda que adquirieron con la cancelación de su último concierto, bordaron la interpretación de “Howling at the Moon”, durante la cual el cantante puso a Jonkol a cantar con él. A esas horas de la noche “a muerte” ya se había convertido en el grito de batalla de la noche, coreado en multitud de ocasiones por público y banda y brindándonos a los periodistas un magnífico titular para firmar la crónica. La interpretación de “The Old Man” supuso un enorme acierto por parte del grupo, que insufló con un vendaval de energía a la canción mientras machacaban el tablado una y otra vez, y constituyó un punto de inflexión en la descarga llameante de Vhäldemar. Tras esta sacudida, los de Barakaldo paralizaron un momento el desarrollo del espectáculo para que su líder pudiera quedarse a gusto y lanzar una desternillante diatriba contra la Iglesia, el reguetón, los políticos, y sobre todo aquellos que abandonaron el Metal como quien se cambia de chaqueta. Cada alegato acusador iba seguido del rabioso grito de ¡Bastards!, dejando bien claro lo que se avecinaba para regocijo de los asistentes, que reían y maldecían a partes iguales al son de la batuta del viejo guerrero del Metal en una masterclass de cómo afrontar un directo. En efecto, “Bastards”, gracias a su propio mérito musical y la brillante introducción de Escudero fue una de las canciones que más movieron a la gente y si el concierto hubiese terminado en ese momento pocas personas se habrían quejado. Pero por suerte aún quedaba más. Tras la tenaz acometida de “Dusty Road”, Inaky “Averno” subió para acompañar al grupo en la muy bien recibida “River of Blood”, durante la que casi mostró más entusiasmo incluso que con su propio grupo. La relación entre el prolífico cantante zaragozano y los dioses del Metal de Euskal Herria viene de lejos, habiendo ejercido Monge como productor de los dos álbumes de Mercury Rex y mantenido ambas formaciones una relación cercana. Está se dejó ver también en “Breaking All The Rules”, canción feroz que sirvió de escenario a un original duelo instrumental entre Diego Zapatero y Pedro J. Monge, confrontación de maestría técnica que entusiasmó al respetable.
Tras la grandilocuente noche de Heavy Metal vivida poco quedaba por contemplar, pero acaso fuesen los momentos que marcan un acontecimiento en la memoria y mantienen viva la luz según pasa el tiempo. A la hora de tocar “Metal of the World”, Escudero optó por descender del tablado para mezclarse con la multitud, con la que compartió abrazos, fotos y cerveza mientras entonaba el potente himno que atravesaba todo el lugar. A continuación, se compenetraron como una auténtica máquina de guerra para abrasarlo todo con “Lost World” en una descarga que sonó como un auténtico trueno. Solo quedaba decir adiós al público, tras haber cerrado por fin el capítulo que había quedado inconcluso en los corazones de Zaragoza, con la brutal “Energy”. Para ello invitaron a tocar con ellos a Yeray Hernández, quien protagonizó junto a Pedro Monge el momento culminante de la noche al descender ambos para sostener un colosal solo conjunto tras una magnífica actuación de todo el grupo y que supuso el cierre definitivo a un concierto que implicaba mucho más, pues acogía las ilusiones y el valor de los que nunca se rindieron y nunca lo harán.
Larga vida a los dioses.
Setlist Vhäldemar:
Intro
Metalizer
1366 (Old King’s Visions, Pt. V)
Against All Kings
I Will Stand Forever
Howling at the Moon
The Old Man
Bastards
Dusty Road
River of Blood
Breaking All The Rules
Metal of the World
Lost World
Energy