No estoy muy seguro de cómo enfrentarme a este nuevo álbum, y además el que ha supuesto el regreso del mejor ‘supuesto’ producto exportado desde la gélida y hermética Rusia en lo que a slam brutal death. La Russian heavy machine Abominable Putridity vuelven a la carga tras casi 10 años de silencio y una revolución total en su formación. 2020 parece haber sido un año de inflexión, pues a excepción de su batería, Alex, el resto de los integrantes soviéticos han salido de una manera bastante enigmática de la formación, incluido el legendario vocalista americano Matti Way (Disgorge US, Cinerary, Liturgy, Pathology, etc). Me aventuro a decir, a que no es buen comienzo antes de ponerme a analizar esta larga duración, aunque realmente lo que importa, es la música. Veremos.
La primera ‘buena’ aparente noticia es que tenemos al bulldozer de Ángel Ochoa (Cephalotripsy, Disgorge US y ex Condemned) a las voces como recambio en este Parasitic Metamorphosis Manifestation, lanzado por el mismo sello que regenta el propio Alex, Inherited Suffering Records. El cambio de cromos, a nivel de nombres, parece el adecuado y a priori me satisface, pues ambos están en el Olimpo de los mejores y más reconocidos vocalistas del género.
No obstante, tras las primeras escuchas, he de reconocer que la voz de Ángel Ochoa casa mejor en trabajos de bandas cuyo enfoque sea más enfermizo y no tan pulcro y pulido como lo de esta grabación. Como prueba de ello, Desecrate the Vile o Uterovaginal Insertion of Extirpated Anomalies dan fe de ello, del particular background del californiano. También el cambio de sello discográfico quizá sea también una señal. Con todo el respeto del mundo, pasar de Unique Leader Records, regentado actualmente por el propio Matti Way (tras la trágica muerte de Erik Lindmark de Deeds of Flesh) a Inherited Suffering Records (cuyo dueño es el propio Alex), se atisba como un pequeño paso atrás. No Matti Way, no party? Quién sabe. Ahí dejo esa pequeña reflexión.
Entrando en terrenos puramente musicales, había leído infinidad de comentarios acerca de este álbum como una vuelta a los orígenes de su monolítico e impermeable debut, In the End of Human Existence (2007). Nada más lejos de la realidad. Aquí y allá existen algunos pequeños guiños o destellos, pero se esfuman sin pena ni gloria. Respecto a su aclamado debut, hubo cierta, lógica y buena evolución con su sophomore The Anomalies of Artificial Origin (2012), un muy buen ejercicio que mezclaba la pesadez y contundencia del slamming brutal death con la vertiente más contemporánea del brutal death técnico que reinaba en aquella época.
A pesar de ello, este trabajo resulta un poco decepcionante, básicamente porque esperas alta calidad de la mano de un nombre asociado a Abominable Putridity. La producción es, llamemos las cosas con su nombre, de plástico total con una instrumentación puramente MIDI. Que sí, que ya se lo que vais a decir, que el standard actual a nivel de producción musical en géneros de este tipo está repleto de producciones inundadas de triggers, re-amping, edición y otra serie de recursos técnicos. Pero es que, en este disco, nada es real. La dinámica, como tal, no existe.
Incluso la portada del también artista ruso Daemorph, me parece un poco descafeinada. Francamente, no hay evolución musical alguna y la escucha se me hace insípida y plana. Todo esto, me hace pensar que la salida del guitarrista Sergey Balayan y el bajista Andrey Kuklin ha tenido especial incidencia en el resultado final de este Parasitic Metamorphosis Manifestation.
Porque la intro/instrumental “Transcending Into Orbital Solitude “, en una primera instancia resulta atractiva, como un preludio bastante aplastante con sus riffs slams. Pero a partir de ahí, la cosa se desinfla. “Supreme Void”, el tema que le precede tiene un pase y a nivel de producción, es innegable la potencia y contundencia que desencadena el ya tan estandarizado brickwall a nivel de mastering. Incluso el corte más pesado como es “Obscure Entity of Darkness” o “Superior Extradimensional Decimation” cuya sección central incluye unas cuerdas en un tono melódico/moderno a lo The Faceless que tampoco me desagrada y le da un ligero toque de personalidad. Espejismo puro y duro. La sucesión de los temas, los riffs y la linealidad es bastante preocupante, dilapidando por completo los casi 25 minutos de duración del plástico, con una alarmante continuación y repetición de recursos, que personalmente no termina de engancharme/atraerme.
Por cierto, otro aspecto negativo y detalle que no deja en buena posición al combo ruso (en concreto al propio Alex) fue la puesta a la venta en 2020 del single adelanto de la banda (¡un puto CD-R limitado a 100 copias) a manos nuevamente de Inherited Suffering Records, y cuya venta actual por el propio sello en Discogs se tasa en… ¡¡¡100 dólares americanos!!! Seguro que habrá propuestas más interesantes editadas en este año 2021 dentro del slam brutal death y que no se le darán tanto bombo. Siguiente.
Otra de mis pasiones es la prensa escrita musical. Con sus luces y con sus propias sombras. Poseo una dilatada experiencia en medios como el extinto Pitchline’Zine (2005-2016) del que fui redactor-jefe o Subterraneo Zine (2017-2019).