Justamente éste año en el que se celebra a bombo y platillo el cincuenta aniversario de la supuesta llegada del hombre a la Luna, también tenemos el placer de celebrar el cuarenta aniversario de una joya musical que nos ha estado transportando a otras dimensiones a base de sudor, air guitar, paso del pato y movimientos cervicales.
Antes de empezar vamos a poner en el contexto personal la influencia de la música de los australianos en un servidor.
Mi primer contacto y declaración de amor eterno hacia los rudos músicos australianos llegó en los 90 tras la escucha del Back in Black (1980), disco que he utilizado y utilizo de ritual para infinidad de ocasiones especiales, bien fuera el aprobado del carnet de conducir, el estreno de un nuevo vehículo o como motivación personal en momentos de bajón anímico. Posteriormente, tras la salida del Live (1991), que escuché hasta aburrir, comencé a recopilar toda la discografía que mis modestos ahorros podían asumir. Sí, a no ser que tuvieras una amigo que amablemente te dejara o grabara la música que había comprado (en una de 90 mejor que cabía un disco por cara), la música la teníamos que conseguir rascándonos el bolsillo.
Descubrir las primeras grabaciones de los australianos fue como descubrir a una nueva banda, fresca, directa y con una joven actitud (a pesar de la veteranía de su cantante) de la que era imposible desengancharse. Aún recuerdo la impresión que me produjo escuchar “Let There Be Rock”, “Whola Lotta Rosie” o el single que da título a la joya que celebra el aniversario. “Highway to Hell” sonaba espectacular a través del bueno de Brian en el doble directo recién publicado, pero la versión original de la mano de Bon (Ay, Bon. ¿Hasta dónde podrías habernos hecho disfrutar?) era pura dinamita. Y eso que pienso que tal vez Highway to Hell se disputa el título de mejor canción con varios temazos incluidos en el disco del 79. Pero lo iremos viendo poco a poco.
Highway to Hell (1979) supuso un punto de inflexión en la carrera de la banda tras el éxito cosechado con Powerage (1978) (primer disco con Cliff Williams al bajo) con el que consiguieron su primer disco de oro, top 13 en el Reino Unido y situarse en el top 50 de las listas americanas.
Ante semejante éxito, Atlantic Records les propuso realizar algunos cambios en la metodología de trabajo, proponiéndoles un cambio en la producción que suponía la sustitución de los clásicos Harry Vanda y George Young por un nuevo productor que les ayudara a pulir el sonido y así conseguir unos discos más “radiables”. En un primer momento se pensó en Eddie Kramer tras sus trabajos con Jimi Hendrix, Led Zeppelin y Kiss. Pero tras varias sesiones de grabación en las que se les sugirió la introducción de teclados (¡No, por favor!) y unos resultados muy alejados de lo esperado, con el respectivo desencanto de la propia banda, llevaron a un nuevo cambio tras varias llamadas al productor Michael Browning por parte del bueno de Malcolm. En una de éstas llamadas se encontraba junto a John “Mutt” Lange, productor musical alejado de los sonidos más rockeros, pero con cierta relevancia por trabajos con bandas más populares y radiables.
Cambio de productor y cambio en la metodología de trabajo. De estar no más de tres semanas de grabación pasaron a estar hasta tres meses en los estudios Roundhouse de Londres. Bon aprendió a respirar y a modular la voz, castigándola menos gritando como hasta ahora. Hubo más harmonía y pistas dobladas. En definitiva, consiguió un disco limpio y radiable que era del agrado de los hermanos Young pues no perdía la marcada personalidad de la banda.
Según el libro de Susan Masino La Historia de AC/DC. La Banda de Heavy Metal (¿?) más grande de todos los tiempos”, en unas declaraciones de Malcom para Metal CD dijo: “Highway to Hell fue un cambio definitivo para AC/DC. En Atlantic Records en América estaban insatisfechos porque no podía poner a la banda en la radio, y estaban desesperados porque nos presentáramos con algo más accesible. (…) Por aquel entonces, Mutt Lange era todavía un desconocido (creo que había producido a The Boomtown Rats antes de que viniera con nosotros). Parecía que Mutt sabía de música, y se preocupaba del aspecto comercial mientras nosotros nos cuidábamos de los riffs (…)”
En 1979 se enfrascaron en una gira por Estados Unidos como teloneros de UFO, dejándoles a los consagrados rockeros el listón muy alto. También tocaron como teloneros de Ted Nugent, Scorpions, Thin Lizzy y Journey en Cleveland y en el prestigioso Madison Square Garden de Nueva York junto a Ted Nugent. Tras su paso por diferentes ciudades y estados americanos Highway to Hell llegó a convertirse en disco de platino.
Durante la gira europea como teloneros de Judas Priest y con las entradas agotadas, se grabó la actuación en el Pavillion de París que sirvió para realizar la película Let There Be Rock en la que se intercalaban entrevistas y tomas de la banda en diferentes situaciones junto a la actuación en directo.
Como curiosidad, a principios de 1980, justo unas semanas antes de la desgraciada muerte de Bon, realizaron la primera actuación en TVE dentro del programa Aplauso. Siendo ésta actuación la primera visita a España, no repitiendo hasta años más tarde ya habiendo publicado dos discos con Brian.
Después de todo esto, ¿qué es lo que nos ofrecieron en esta joya? Diez cortes de un pulcro sonido para la época, siempre directos y con canciones variadas sin perder la esencia ruda y salvaje a la que nos tenían acostumbrados.
Como nota curiosa decir que se editó con dos portadas diferentes. En la versión australiana la foto de la portada, dividida por un mástil de guitarra en el que se puede leer en uno de los trastes el título del disco, está envuelta en llamas. En cambio, en el resto del mundo, se editó el disco con la icónica fotografía de la banda que ya todos conocemos.
Como decía, el disco lo componen diez cortes con una duración de 42 minutos y 10 segundos que nos transportan a otro nivel. El riff inicial de «Highway to Hell» con el metrónomo humano de Phil a las baquetas engancha a la primera escucha y, aunque pueda sonar hasta aburrir en alguna emisora rock y no falte nunca en ninguno de sus conciertos, siempre será bienvenida.
Los nueve cortes restantes son una delicatesen sonora para cualquier amante del ROCK (sí, en mayúsculas). En cambio, los precedentes Let There Be Rock (1977) o el mismo Powerage (1978), a pesar de no disponer de la cristalina producción, tiene canciones que podrían haber hecho sombra a cualquiera de éste disco, son directos y desgarradores. Como ejemplo, «Whole Lotta Rosie» es la CANCIÓN (mi canción), pero hasta cuatro canciones de cada disco suenan o han sonado en directo hasta nuestros días al contrario que el disco protagonista de éste aniversario. Es curioso que uno de los discos más valorados por crítica y fans (al menos una parte importante de ell@s) no tenga mayor protagonismo en los repertorios en directo.
«Girls Got Rythm» es bailonga y gamberra como la voz de Bon; es inevitable estar imaginándome las muecas burlonas mientras la canta. Éste tío era pura magia e hipnotizaba con la mirada. Solo hay que ver cualquiera de los vídeos de la época para caer rendido a su poder.
Si antes comentaba que había más de una canción que le podría disputar el honor de mejor canción al single que da título al disco, «Walk All Over You» podría ser una de ellas. Al lento riff inicial (¡qué buenos son los hermanos Young!) acompañado de la batería se unen el resto de instrumentos para destrozarte machaconamente hasta el final. Destaca la diferencia en la interpretación de Bon, la voz es menos rasgada. El estribillo lento y aparentemente desganado se clava en el cerebro.
Los escarceos sexuales del bueno de Bon siempre han dado para escribir grandes canciones que han perdurado hasta nuestros días, «Touch Too Much» bien podría ser uno de estos ejemplos. La voz de Bon insinúa y recrea el erótico momento.
«Beating Around the Bush» es inquietante con ese ritmo cortado pero llegando a ser extasiante y electrificante en el momento del solo. La banda al completo está intensamente comedida en algunos pasajes explotando al final mientras Bon grita el estribillo.
“Wow!!… One, two!” Grita Bon al inicio de «Shot Down in Flames», canción que en directo es descomunal pero que tal vez en estudio a pesar de su intensidad queda algo tapada por la posterior «If You Want Blood (You’ve Got It)», pura adrenalina, cada golpe seco de batería resuena en mi interior dejándome sin respiración. Muy recomendable el vídeo de la canción en la que se ve como Bon atraviesa con la Gibson SG el abdomen del joven y menudo Angus.
En medio de las anteriores, «Get it Hot» es un vacilón y bailongo rock ’n’ roll que queda relegado al olvido tras la anteriormente comentada «If You Want Blood». Como broche final, dos atípicas canciones comparables a «Ride On» del Dirty Deeds Done Dirt Cheap (1976) o al «Rock ‘n’ Roll Ain’t Noise Pollution» del Back In Black (1980), curiosamente éste último ejemplo tiene la leyenda que posiblemente algunas de sus canciones fueron ya escritas con Bon en vida. «Love Hungry Man» es lenta y melancólica, con un cierto toque funky al bajo. Creo no haber escuchado nunca el bajo del bueno de Cliff tan nítido como en esta canción. Incluso se podría decir que Phil, a la batería, es más variado en algunos pasajes.
«Night Prowler» es blues rock, oscuro, comparable a los ejemplos citados en el párrafo anterior. Tristemente pesa sobre ésta canción la leyenda negra que fue inspiradora para el asesino en serie Richard Ramírez, pues en el momento de su detención, en 1985, vestía una camiseta de AC/DC y «Night Prowler» era su canción favorita. De hecho se hacía llamar “Night Stalker”, por lo que le buscaron un símil con la canción de los australianos.
Trágicas coincidencias aparte, también destaca al final de la canción una sutil coletilla soltada por Bon, “Shazbot… nano, nano”. Dicha coletilla pertenece a un conocido personaje televisivo de la época interpretado por Robin Williams en la serie Mork & Mindy.
La triste muerte de Bon el 19 de febrero de 1980 a punto estuvo con acabar con el prometedor futuro de la banda tras una espectacular trayectoria de siete discos (contando alguna edición australiana). Por suerte, y no sin polémica, supieron resurgir cual Ave Fénix con Brian Johnson al frente, el cual, según dicen, fue alabado en su día por el fallecido Bon Scott tras verlo actuar con Geordie. Pero esto lo dejaremos para el siguiente año celebrando el 40 aniversario de su posterior Back in Black.
¡Salud y rock ‘n’ roll!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.