Atención lector@s, esto no es solo el típico artículo sobre impresiones musicales. Es una porción de la vida del que escribe, ya que los protagonistas de este artículo son parte vital de este redactor.
El gran trabajo publicitario que se han currado ha servido para que, ya antes de saber nada de la inminente publicación de este trabajo, se crease una gran expectativa en las redes sociales. El hecho de que varias ciudades del mundo apareciesen empapeladas de carteles con el hashtag #PWRUP, puso en alerta a los fans de todo el mundo.
Así que, influenciado por esa expectación, empecé a gestar este artículo el pasado 26 de octubre, justo después de haber visto junto a mi hijo la anunciada premiere del nuevo video del single, antesala de la presentación de este nuevo y esperadísimo trabajo de mis / nuestros amados australianos. Tras acabar el video no pude articular palabra sin sentir un nudo en la garganta, la emoción me invadía. ¿El motivo? Volvía a ilusionarme. Volver va ver reunida prácticamente la formación clásica era motivo de celebración. Ver a un Brian en forma me quitó el regusto amargo de la cuestionable decisión de contar con Axel Rose para finalizar la anterior gira. Lo siento, pero no pude estar de acuerdo con esa decisión. Ya bastante dura fue la enfermedad y posterior muerte de Malcolm para que la banda en acabara convertida en un all stars.
Después de esa premiere algo se removió en mi interior, estaba ansioso por conocer qué tal sonaba este nuevo trabajo, pero más aún cuando cuatro días más tarde lanzaban el anuncio de su segundo single. ¡Ay madre!, «Demon Fire» me puso la piel de gallina -literal- además de estar con su melodía constantemente repitiéndose en mi memoria.
Así pues, en esa misma semana afortunadamente me pasaron el enlace con el disco que ya tanta gente se ha hecho eco. El mismo 3 de Noviembre, ya todo el mundo hablaba y avalaba el disco que saldrá el próximo viernes 13 (joder). ¿Qué hice? Escucharlo en bucle en el trabajo durante toda la noche. He de decir que llegué a escucharlo esa misma noche hasta seis veces. Y en cada escucha sacaba más detalles que me llevaban a una conclusión, -haciendo spoiler a mi artículo- se han sacado un señor disco de la manga y que he valorado con nota altísima no solo por eso, sino por todo lo que me han aportado con su dilatada carrera.
Sí, la fórmula la tienen más que exprimida, ¿Pero realmente alguien se imaginaba que estos músicos que rondan los 70 años iban a sacar algo diferente a lo que llevan haciendo durante los últimos 50 años? Vamos, no me jodas, que son los putos AC/DC. Chuck Berry murió con 90 años exprimiendo la misma fórmula y nadie negará que era el rey del rock, aunque les pese a los fans de Elvis. ¿Acaso Ramones hicieron algo distinto? ¿Es Evaristo menos agresivo e incómodo haciendo lo mismo desde la adolescencia? En cambio se discute que Angus y compañía no cambian su propuesta. Lo único que les puedo reprochar es la eterna repetición, con pocos cambios, del setlist de sus conciertos, por muy empalmado que salga por el recital dado. Además, algo en mi interior empieza a decirme que tal vez no es necesaria la imagen de Angus vestido de eterno colegial. Pero todos estos pensamientos se disipan tras los primeros acordes. Lo importante es la música, por lo que volvemos a caer rendidos.
Pero vamos a lo que nos ocupa. Power Up se compone de 12 canciones de ROCK en mayúsculas, que como ya he comentado, es el esperado retorno de la formación clásica, de nuevo con el puto metrónomo Phil Rudd a la batería. Aunque la la ausencia del bueno de Malcolm es dolorosa, está magistralmente suplida por su sobrino Steve, como ya lo hiciera en la última gira y en las ocasiones que, por diversos motivos, Malcolm tuviera que ausentarse por diversos problemas de salud.
La fórmula, más que exprimida, funciona y así lo dejan saber en los tres primeros temas que abren el disco, entre los que se encuentra su primer single “Shot in the Dark”, tercer tema y esencia AC/DC a los cuatro vientos, pero la agradable sorpresa viene con “Through the Mist of Time”, el cuarto tema del flamante disco. Volvemos a encontrarnos con un rock pausado, con coros que me transportan al Razors Edge (1990), y en el que Brian se encuentra vocalmente cómodo, volviendo al estilo de “Rock the Blues Away” de su anterior Rock or Bust (2014) o “Anything Goes” del Black Ice (2008), ambas canciones exploraban “nuevos” territorios y que paradójicamente son de mis favoritas de los discos mencionados. Así que otra a la saca para mi playlist de canciones para conducir.
El aire fresco continúa con “Kick You When You’re Down”, dinámica y divertida para empalmar con “Witch Spell” y ese pegadizo estribillo. El ambiente de la canción me transporta al Razors Edge (1990) y al Ballbreaker (1995). No sé, espero no equivocarme, pero hay de todo en este disco, evidentemente y lógicamente no tenemos aquella agresividad en la música y en los solos, pero noto como un repaso de su legado.
Mi otra gran sorpresa es la enérgica “Demon Fire”, que ya sólo con el teaser de presentación me puso, como he dicho al principio, literalmente la piel de gallina y que me indujo a pensar que sin lugar a dudas debería haber sido el single de este disco. Algo que se reafirmó tras su escucha completa. La fórmula, la de siempre, similar a “Safe in New York City”. Pero al inicio, la grave y rota voz de Brian, algo que repetirá en más ocasiones durante este disco, aporta una personalidad a una canción que suena fresca y dinámica, invitando a subir el volumen hasta la desesperación de familiares y vecinos. Y aquí sí, finalizan con golpe de batería.
El alma blues aparece en “Wild Reputation” y “No Man’s Land”, a esta última añadiéndole un cierto aire sureño. A “Money Shot” le he estado buscando similitudes a su famoso “Money Talks” y alguna similitud le he encontrado y no solo en el título, al igual que a la final “Code Red”. ¿Alguien me va a negar que no recuerda a “Back in Black”? Dando por concluido un disco totalmente disfrutable y que a cada escucha gana más enteros.
Así pues finalizo con una serie de “me gusta y no me gusta”. Me gusta el retorno de la formación clásica, pues significa que Brian se ha recuperado de sus problemas y así lo demuestra en las fotografías con el puño en alto. Además sumamos, a pesar de todos los problemas personales, el retorno de Phil Rudd a la batería. Aunque el bueno de Chris Slade es un batería espectacular y siempre ha estado ahí cuando lo han necesitado, la marcada personalidad de Phil se nota en el sonido de la banda. Me gustan las canciones tipo «Through the Mist of Time» con melodías más melancólicas y pausadas. Brian se encuentra más cómodo en ese registro, ya que tantos años en la carretera han castigado sus cuerdas vocales.
En cambio, por buscar algo negativo, no me gusta, mejor dicho, no acaba de convencerme el final de las canciones. Echo en falta ese final al unísono, con el clásico golpe de batería. Todas, bueno, casi todas finalizan con nota de guitarra al aire -que me perdonen los músicos por esta expresión-, dando una extraña sensación de no quedar cerrada. De ahí mi penalización para que no consiga un 10.
¡Salud y rock and roll!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.