Mientras la oscuridad y melancolía sumía la década de los 90 en el grunge, un auténtico tsunami que barrió toda la escena angelina de hard rock festivo, Aerosmith eran capaces de reinventarse, otra vez más, y legar al mundo un discazo que colearía durante muchos años. Las drogas y los vicios de los 70 casi les sepultan definitivamente, pero su renacer con Permanent Vacation (1987) o Pump (1989) en los 80 fueron alucinantes. Discos vendidos a millones, giras inacabables y una cresta de la ola que se elevaría hasta lo más alto con Get a Grip (1993).
Quizá nunca se pueda afirmar que Get a Grip es el mejor disco de Aerosmith, que no lo es, pero cerca está de serlo, así de claro. Tyler y Perry entraron en los 90 rozando el cielo y acercándonos a él con su rock festivo, dinámico y esos estribillos definitivos. Para la historia queda la macarra portada del vacuno con piercing, luciendo el logo del grupo. ¿Una de las mejores de la historia? Puede, pero también cabe subrayar la alucinante producción de Bruce Fairbairn, capaz de dotar al disco de un sonido absolutamente propio, reconocible y que consigue hacer sonar al grupo duro en los temas rockeros y dulce, pero contundente en las baladas, que nunca ñoño.
Los números hablan por sí solos: 20 millones de copias vendidas, cinco singles editados, los primeros pasos hacia la consolidación de Liv Tyler y Alicia Silverstone gracias a los videoclips, dos Grammys y varios números 1 en todo el mundo. Así como en Permanent Vacation y Pump había muchas colaboraciones externas, esta vez la banda siguió apostando por ello, por lo que nombres como los de Tommy Shaw (Styx), Lenny Kravitz, Desmond Child o Don Henley aparecen en los créditos y en los surcos del disco.
El disco
Es imposible resistirse ante la andanada de himnos y singles absolutos. “Livin on the Edge” hizo que toda una generación quedara hechizada por ese riff hipnótico y esa melodía. Ese crescendo a mil voces con teclado y un Steven Tyler rasgando su garganta a medida que avanzaba el tema calaron hondo. La melodía era pegadiza y muchos vieron un intento claro de comercialidad, pero nada comparado con las baladas que seguían a continuación. A pesar de ello, otro de los singles clarísimos era “Eat the Rich”, una maravilla rockera endurecida por una producción y una masterización sensacionales y que le volaban la cabeza a uno ya desde el inicio. De hecho, hasta la mítica introducción con el rapeado que nos descolocaba de buenas a primeras y terminaba con uno de esos riffs básicos de la discografía de Aerosmith. “Eat the Rich” es la mejor manera de abrir un disco con un corte perfecto, de sabor clásico, pero con una potencia absolutamente de los 90.
Las baladas ya son harina de otro costal. Se hace incluso difícil de separarlas pues vinieron seguidas e hicieron de Aerosmith una banda para todos los públicos. “Cryin”, “Crazy” y la más suave y sentida “Amazing” son sencillamente perfectas en lo comercial y abrieron los ojos a mucha gente, aunque claro… al fan más clásico le sentaron como tres patadas en el estómago. Para redondear la obra metieron unos videoclips que ya son de absoluto culto. ¿Quién podía no enamorarse de Alicia Silverstone si sumabas a las imágenes tres de las baladas definitivas de la década de los 90? Absolutamente geniales, eso sí, a años luz de lo que fue “Dream On”.
La homónima “Get a Grip” es puro Aerosmith y su ritmo cadencioso invita a moverte imitando a Tyler. Grabada con la ayuda de Jim Vallance (hay varias otras en las que participa) y rozando otra vez la perfección tanto rockera como comercial. Le va a la zaga “Line Up”, puro Aerosmith con Lenny Kravitz de invitado y consiguiendo que riff y estribillo vuelvan a regalarnos otro de los temas definitivos del CD.
El resto del compacto evidentemente no está al nivel estratosférico y masivo comentado hasta este punto, pero hay muchos grandes momentos. “Flesh” es absolutamente clásica y mantiene un enorme estribillo y otro excepcional riff. “Fever” mantiene el tipo, con una letra cachonda pero lejos queda de el estribillo pegadizo y el desarrollo que se marca “Shut Up and Dance”, que se abre a toque de pito y con unos coros envolventes.
“Gotta Love It” es quizá lo más flojo en un disco, aunque la palabra relleno está proscrita. Y cabe mencionar esa outro que queda como coda final, un epílogo instrumental que nos relaja y nos sumerge en un sueño tras el ataque eléctrico al que hemos sido sometidos. “Boogie Man” es una pieza mágica, aunque parezca invisible.
Veredicto
Mientras la oscuridad y melancolía sumía la década de los 90 en el grunge, un auténtico tsunami que barrió toda la escena angelina de hard rock festivo, Aerosmith eran capaces de reinventarse, otra vez más, y legar al mundo un discazo que colearía durante muchos años. Las drogas y los vicios de los 70 casi les sepultan definitivamente, pero su renacer con Permanent Vacation y Pump en los 80, fueron alucinantes. Discos vendidos a millones, giras inacabables y una cresta de la ola que se elevaría hasta lo más alto con Get a Grip. La banda suena que atruena aquí y Perry y Whitford consiguen que sus guitarras lleguen a competir con el reinado absoluto de don Tyler, y es que la labor a las voces del divo es absolutamente de 10.
Get a Grip es uno de esos grandes recuerdos que le asaltan a uno a la cabeza cuando piensa en los primeros coletazos que daba la década del grunge. Fiesta continua ante esos eslóganes de “la vida es un asco”, “el suicidio mola” y demás, y a la vez un puñetazo sobre la mesa ante los emergentes Guns N’ Roses que pronto verían tambalear su reinado absoluto. Hasta Axl les rindió tributo cantando a dúo el “Mama Kin” que ya habían versionado en el Lies.
Desgraciadamente para Aerosmith la enorme ola que supuso este disco fue bajando lentamente, varios años de hecho, e intentaron estirar el éxito del momento con Big Ones, otro recopilatorio más que poco aportaba, sólo la predecible “Blind Man”, que parecía otro remake más de la trilogía baladera que les elevó hasta lo más alto. Estiraron tanto la cuerda que se rompió. Sus intentos de repetir esa maravilla discográfica han sido auténticos despropósitos, especialmente cuando te decides apuntar hacia el gran sector de público olvidando a los más fieles fans. Lo más hilarante fue el intento de recuperar a la vieja guardia con ese disco de blues Honking On Bobo, un monumental fracaso del que llegué a pagar 3 € por él. La multitud de copias se amontonaba en las tiendas y había que darle salida.
Aerosmith son de esas pocas bandas que han sentado cátedra en los 70, en los 80 y en los 90. Desgraciadamente su caída ha sido rotunda desde entonces y ya nadie espera que los Toxic Twins lleguen a ofrecernos un producto a la altura de Get a Grip. Sin duda su última obra maestra y uno de los discos más importantes de los 90, que no es poco…