After the Burial es una de las pocas bandas de, por así decirlo, metal moderno que todavía lo están haciendo bien. Ellos ayudaron a innovar y a popularizar lo que se conoció como djent a través de sus experimentos con estructuras de ritmo y de un estilo de tocar, por así decirlo, progresivo. Es por ello que se les puede considerar como una de las bandas más influyentes, ya que su estilo ha calado hondo en toda una generación de bandas de metal de todo el mundo.
Su manera de entender el metal podría definirse algo así como una descarga sin inhibiciones de riffs frenéticos y progresivos, aderezados de dinámicos acordes que poseen una precisión cuasi milimétrica. Esta nueva y tan esperada nueva propuesta de los de Minnesota rápidamente elevará el listón para el resto de bandas dentro del género, ya que este grupo es capaz de desatar un frenesí, un orgasmo de dinámicas de guitarra respaldadas por una energía y un ritmo tan cautivadores, cuyo resultado se traduce en todo un implacable y placentero castigo. After the Burial se empeñan en forjar su propio y único camino dentro del género del metal extremo y, este nuevo Evergreen (2019) no hace otra cosa más que encaminarles un poco más hacia ese objetivo.
Evergreen es sucio, extremo y progresivo. Es todo un compendio de metales, pulidos y afilados, por aquí y por allá. Evergreen es un aluvión de colores y de caóticas imágenes. La calmada intro que abre este trabajo, el sexto en su carrera, desemboca en el que es su primer single, «Behold the Crown». De buenas a primeras, uno puede llegar a pensar que se trata de unas de esas largas introducciones tan típicas en las producciones de metal más modernas, pero no, pues a los pocos segundos ya aparece Anthony Notarmaso que grita, escupe la letra para deleite de los vivos y para despertar a los muertos. Famosos por sus famosas dual guitars (ese riff es adictivo no, lo siguiente), After the Burial despliegan todo lo que tienen… y eso que es solo el principio.
Tras un solo tema, uno ya puede percibir lo modelado y cuidadoso de su sonido. Las influencias progresivas abundan en Evergreen. «In Flux» echa tufillo a Meshuggah a lo largo de esos enredos y breakdowns tan característicos. Este tema tiene mucha chicha, hay mucho dónde hincarle el diente, y se me antoja que gustará, tanto a los nuevos como a los fans más viejos de la banda.
Después de dos temas tan pesados como «Behold the Crown» y «Exit, Exist», Evergreen toma un giro más melódico cuando llega «11:26», donde podemos encontrar el mejor solo de todo el álbum. El tema conserva el clásico sonido After the Burial, pero presenta un lado más suave gracias a esa sutil guitarra melódica y al magnífico interludio progresivo que separa los gritos de Notarmaso de la barrera atmosférica que le sigue. Esta canción, junto con «In Flux», son bastante emocionales y realmente muestran la madurez y el crecimiento de la banda desde su registro anterior, Dig Deep (2016).
Aún así, a pesar de ser un soberbio nuevo trabajo, hay algunos puntos que flojean un poco. «Respire», por ejemplo, es demasiado genérica, en el sentido que la banda no arriesga nada. Además de este pequeño apunte, muchas de las canciones están repletas de pasajes, por así decirlo, atmosféricos, lo que hace que se hagan un tanto pesadas en ocasiones. Dicho esto, el tema que llega a continuación, «Quicksand», es 100% After the Burial, y muy buenas tendrían que ser el resto de canciones para que le arrebaten el título de temazo del álbum. Su intro progresiva y sus pesadas líneas de bajo son algunas de las más oscuras que jamás hayan creado After the Burial, y su ritmo más lento le confiere un aspecto más malote y malévolo en comparación con las otras pistas del álbum.
La segunda mitad del disco nos trae los elementos progresivos más interesantes. «To Challenge Existence» está llena de riffs metódicos y precisos, silencios y ganchos ultra pegadizos. «A Pulse Exchanged» le va a la par, y mantiene ese alto nivel de complejidad en medio de melodías y atmósferas en abundancia. Es el tema que cierra este Evergreen, y la banda pone el broche final a toda la ferocidad que se derrama a lo largo del trabajo, atreviéndose incluso a jugar con sonidos más propios del black metal.
Evergreen es posiblemente el lanzamiento más maduro de After the Burial hasta la fecha. A la banda se les nota muy cómodos andando en el que podría denominarse como «su propio sonido», y esa confianza se filtra hacia nuestros oídos, dando como resultado un registro que es implacable y, sobre todo, muy pegadizo. Aunque los elementos melódicos están muy presentes en Evergreen, al haber adoptado un enfoque menos experimental y más seguro (si algo lo haces bien, sigue por ahí), ha permitido a la banda producir un disco duro, todo un ataque progresivo, que ha de gustar por fuerza a propios y a extraños.
Evergreen es gloriosamente ruidoso, pero no puedes resistirte a subir más el volumen, para estar totalmente inmerso en su torrente. Es la aniquilación de los sentidos. Obliteración. Devastación. Es, simplemente, sensacional.
A lo largo de los años, la banda ha estado experimentando y sumergiéndose en multitud de sonidos, afinando su estilo grabación tras grabación. Según el guitarrista Trent Hafdahl, Evergreen es todo corazón, y no podría estar más de acuerdo. Que me devuelvan el mío, por favor. ♥
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.