Alice in Chains – Facelift: 30 años de su soberbio, sombrío y magistral debut

Ficha técnica

Publicado el 21 de agosto de 1990
Discográfica: Columbia Records
 
Componentes:
Layne Staley - Voz
Jerry Cantrell - Guitarra, coros
Mike Starr - Bajo, coros
Sean Kinney - Batería, percusión, piano, coros

Temas

1. We Die Young (2:32)
2. Man in the Box (4:46)
3. Sea of Sorrow (5:49)
4. Bleed the Freak (4:01)
5. I Can't Remember (3:42)
6. Love, Hate, Love (6:26)
7. It Ain't Like That (4:37)
8. Sunshine (4:44)
9. Put You Down (3:16)
10. Confusion (5:44)
11. I Know Somethin' ('Bout You) (4:22)
12. Real Thing (4:03)

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A finales del verano de 1990, la historia de la música estaba al borde de la navaja, tambaleándose entre el reinado de la música pop y la insurrección del rock alternativo. El heavy metal, en particular, parecía estar atascado entre la mediocridad de la mayoría de bandas de hair/glam metal y un creciente estancamiento del thrash. Por su lado, el death y el black metal aún estaban demasiado establecidos en el circuito más underground.

Desde los confines del estado de Washington, nacía una banda como Alice in Chains, que si bien bebían un poco de aquí y otro poco de más allá, no se mostraban como la típica banda dispuesta a ponerlo todo patas arriba. Qué equivocados que estábamos tod@s…

Como casi todas las bandas alternativas que nacieron en esa época, ellos también venían -habían bebido, vamos- de la escena glam durante su primera encarnación bajo el nombre de Alice N’ Chains. En aquel entonces, sin embargo, el cantante Layne Staley aún no había conocido al guitarrista Jerry Cantrell, al bajista Mike Starr y al batería Sean Kinney. Una vez lo hizo, los nuevos Alice in Chains empezaron a gravitar rápidamente hacia un sonido más pesado, más oscuro, aunque todavía eminentemente metálico. Me refiero a un sonido que reflejaba la creciente ola de bandas post-punk y post hardcore que inundaban el noroeste de su Estados Unidos natal.

Finalmente, bandas como Soundgarden, Mudhoney, Nirvana y Pearl Jam ayudarían a definir el movimiento futuro conocido como grunge, pero fueron nuestros protagonistas de hoy los primeros en conseguir un Disco de Oro -y luego otro de Platino– bastante antes que el resto de las citadas bandas. Y todo ello se lo deben a su brillante carta de presentación: Facelift (1990).

Facelift, un trabajo repleto de muchos riffs («We Die Young» y «Man in a Box»), de canciones menos convencionales y mucho más texturizadas como «Bleed the Freak», «I Can’t Remember» y «Love, Hate, Love», donde las melodías sombrías y las letras ponen de relieve esa magistral combinación de las voces de Staley y Cantrell, y de armonías inquietantes.

También destacan temas como «Sea of ​​Sorrow», la contundente «It Ain’t Like That» y la amenazante «Real Thing», todos ellos temas que dividen la diferencia entre estos dos extremos, mientras que canciones, por llamarlas de alguna manera, más curiosas como «Sunshine» y «I Know Somethin’ (‘Bout You)» la banda coquetea con el funk metal que tan de moda se estaba poniendo por culpa de bandas como Faith No More y Red Hot Chili Peppers, entre otras.

Esa capacidad de adaptación permitió que Alice in Chains pudiera navegar por las aguas turbulentas de la escena musical de la época con relativo arrojo y una facilidad pasmosa. Tan buena aceptación tuvo su variada propuesta musical que incluso les permitió unirse a la gira Clash of the Titans (co-encabezada por Slayer, Megadeth y Anthrax) por un lado, y girar junto a los igualmente precoces Soundgarden.

Pero un año después de la llegada de Facelift, el Nevermind (1991) de Nirvana cambiaría oficialmente la atención del respetable hacia el nuevo sonido emergente de Seattle. El grunge pasaría a reinar, los de Cobain se comerían el mundo entero (literalmente) y Alice in Chains, en una clara y ascendiente progresión, se preparaban para alzarse con el trofeo a uno de los mejores álbumes de 1992: Dirt.

Pero, aunque quizá much@s de vosotr@s se decantará por su segundo trabajo de estudio, en realidad este trabajo es tan consistente o más que Dirt, tanto en su calidad como en su sonido. Donde otras bandas como Nirvana les gustaba incluir una o dos pistas acústicas en sus álbumes, Alice in Chains no se andaban con tonterías y le daba al público lo que andaban buscando: riffs de guitarra deliciosamente distorsionados y unas voces (¡las dos!) sobresalientes. No voy a descubrir nada nuevo, pues todo el mundo sabe que Layne Staley fue un cantante excepcional, fácilmente uno de los mejores dentro del grunge, y este álbum no hace más que demostrarlo. Sus interpretaciones en temas como «Man in the Box», «Sea of Sorrow» y «Love, Hate, Love» lo consolidan, sin ningún género de duda, como uno de los mejores del rock de las últimas décadas; no solo de los 90. Y, por supuesto, están las asombrosas actuaciones de todos los demás miembros de la banda, especialmente del guitarrista Jerry Cantrell, quien no deja de sorprendernos durante los 54 minutos que dura este Facelift con sus increíbles riffs y potentes solos.

Algo que este álbum hace extremadamente bien es crear melodías pegadizas. Si bien el grunge es un género conocido por tener un montón de canciones pegadizas (si me ponga a enumerarlas, no acabo…), hay un montón de pistas en este trabajo que se te quedan grabadas en la cabeza desde que las escuchas por primera vez. Hablo de canciones como «Man in the Box», «We Die Young», «Bleed the Freak», «Sunshine» y «Confusion», que se negarán a salir de tu cabeza y harán que escuchar este álbum sea mucho más agradable y placentero. Escuchar tantas canciones que son tan fáciles de recordar y entretenidas de cantar, independientemente de lo deprimente de sus letras, hace que siempre sea una genial ideal ponerse este álbum de principio a fin. Por cierto, el otro día leía en Facebook a alguien que preguntaba si todavía había gente que escuchaba los álbumes enteros. Pues bien, yo lo hago, y este Facelift es un buen ejemplo de ello. Haced la prueba.

En ese sentido, tengo que decir que realmente no hay canciones que considere malas. Si bien hay algunas que claramente son mejores que otras («Man in the Box» es mucho mejor que «Put You Down», por ejemplo), no existe ningún pasaje a lo largo de todo este trabajo en el que un@ sienta que merezca la pena apretar el botoncito y pasar a la siguiente canción. Eso sí, creo que las mejores y más reconocibles canciones están en la primera mitad del álbum. Incluso las canciones más débiles, como «It Ain’t That», «Put You Down» y «Real Thing», son pistas realmente buenas que se mantienen firmes aunque hayan sido relegadas al final. Si bien probablemente diría que la quinta, «I Can’t Remember», es la pista más débil del álbum, sigue siendo mejor que muchas otras canciones dentro de este género.

Facelift es un indudable gran debut de una de las bandas más reconocidas del grunge. Muchos dirían que este es uno de los mejores álbumes de este género, y no podría estar más de acuerdo con dicha afirmación. Si bien creo que la segunda mitad no es tan buena como la primera, en su conjunto este álbum es tan entretenido que no podrás evitar enamorarte de él. Nunca es tarde para dejarse encadenar junto a Alicia. Es más, incluso me parecería una excepcional idea subirse al carro de Alice in Chains hoy en día, pues sus más recientes trabajos -con William DuVall tras el micrófono principal- son enormes también.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 620 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.