Alkerdeel es un grupo extraño, difícil de clasificar, que parecen estar desconectados del mundo y tienen muy claro que solo ellos son los dueños de su sonido. Formado en 2005, en un pequeño pueblo de Flandes, han cultivado un estilo personal, áspero, poco accesible, a partir de influencias como Beherit, Burning Witch, Corrupted, Darkthrone, Ildjarn y Iron Monkey. Todo empezó cuando estos amigos de toda la vida, con intereses comunes en el black, doom y sludge metal más primitivos, decidieron convertir en algo más serio las jam sessions en las que improvisaban música para sí mismos.
Eso sí, tuvieron claro desde el principio que su manera de grabar álbumes no iba a ser muy diferente. Con Slonk, su cuarto álbum de estudio, los belgas han empleado la misma técnica que para la mayoría de sus trabajos: ensayar durante horas y grabar juntos la música en directo y en una sola sesión. Como en la escena del black metal noruego de los noventa, Alkerdeel se caracterizan por buscar la autenticidad en el proceso de grabación, sin atender a florituras ni a “naderías” técnicas que puedan ocultar su esencia. Una concepción que ellos toman, principalmente, del productor Steve Albini, cuyos principios expresó en una famosa carta que envió a Nirvana, poco antes de la grabación de In Utero.
Pero no por ello Slonk es un disco fruto de la improvisación ni la falta de planeamiento. Alkerdeel ofrecen en él un curioso juego de símbolos y metáforas, en el que arte conceptual del álbum está íntimamente relacionado con las canciones y las letras. Así, los cuatro temas representan un elemento de la naturaleza, que a su vez están conectados con las cuatro ilustraciones de animales del libreto —la liebre de la portada, el faisán, el sapo y el escarabajo bombardero—, criaturas que pueden encontrarse en la campiña belga. Esta es una muestra de su conexión con el entorno rural y, como banda bien arraigada en su territorio, las letras están en neerlandés y contienen algunos giros dialécticos que serían un desafío incluso para hablantes nativos.
Sin embargo, pese a las inspiraciones y la filosofía musical de los belgas, eso tampoco significa que estemos ante una producción lo-fi como la que podríamos encontrar en grupos como Xasthur o el mencionado Ildjarn. Si en su recomendable Morinde (2012) presentaba una producción más basta, en sus discos posteriores ofrecen un sonido más depurado, con los instrumentos bien definidos, sin perder la aspereza propia de su apuesta. En Slonk, además, se diluyen los elementos más sludge, y construyen un disco con claras reminiscencias a Darkthrone, una atmósfera opresiva y repleto de rabia, que ofrece algunos detalles que los distinguen de un grupo de black metal convencional.
El más inmediato lo encontramos en el pasaje ambiental introductorio de «Vier», el tema que abre el álbum, con aires de space rock. Pero la furia no tardará en desatarse: unas guitarras sucias, frías y disonantes se encargan de construir un muro de sonido que discurre en un riff tenso y repetitivo, acompañado de un ritmo lento de batería. Y aquí es donde entra el elemento que otorga más personalidad y profundidad a la música de Alkerdeel: el bajo de QR, muy a la manera del krautrock, ofrece una interesante interpretación —ajena, en apariencia, a todo lo demás— que parece recrear la erupción de un volcán. Pronto se unirá Pede a la voz, con un estilo old school, que inevitablemente me remite a Fenriz. El tema, de más de 13 minutos, avanza hasta un puente en el que se silencia la sección rítmica, para por fin estallar en un nuevo frenesí, que se desarrolla con guitarras y ritmos propios del black metal más clásico.
A partir de esta primera pista, lo cierto es que Alkerdeel no se andarán con rodeos. En «Eirde» optan por ametrallarnos con unos blast beats; aquí el bajo pierde su protagonismo y, en cambio, destaca el riff casi de metal industrial, que marca el tema más agresivo del álbum. «Zop» se desarrolla con unas guitarras y ritmos que dejan entrever influencias de Autopsy. Para mí es un tema que, pese a sus casi 10 minutos de rabia constante, engancha gracias a la variedad de sus riffs y sus cambios de ritmo. «Trok» es otro tema de black metal clásico que rezuma maldad y no deja títere con cabeza. Sin dejar totalmente atrás las influencias de death metal de la canción, las guitarras, hacia la parte central, adoptan un tono más gélido y proyectan una mayor desesperación, para volver a chocar con el riff del principio y terminar abruptamente, dejándonos con los restos humeantes del pasaje ambiental de la introducción.
Alkerdeel nos ofrecen un trabajo que gustará a quienes tengan predilección por los sonidos más clásicos del black metal, especialmente aquel con las influencias de Hellhammer más evidentes. A la vez, consiguen un sonido al que aportan personalidad, por lo que tampoco tendremos la sensación de estar ante una banda clon, y logran transmitir el espíritu dejam session a las canciones, en las que destacan sobre todo unas líneas de bajo coloridas (eso sí, en escala de grises), unos riffs de un carácter atmosférico heredero de su pasado sludge y una compenetración perfecta entre los integrantes. Su interesante diseño gráfico, además, termina de convertirlo en un disco conceptual. En Alkerdeel, el surrealismo, el esencialismo y la violencia campan a sus anchas, y nos arrollan como una fuerza de la naturaleza.
Filólogo, traductor, coleccionista de discos y obsesionado con el cine y la música. Desde que oí por primera vez una guitarra eléctrica supe que mi rollo era el rock, especialmente el metal y el punk.
Prefiero intensidad a velocidad, sencillez a complejidad y melancolía a épica, pero en esto de la música tengo más filias que fobias, y nunca sé qué me apetecerá al día siguiente. Deseoso de compartir mis gustos volubles y contradicciones.