No fue hasta hace un par de años que supe de la existencia de estos californianos, además de forma accidentada, mirando en youtube vídeos musicales de otras bandas. Bastante desconocidos también en nuestro país, y quizás pasando a ser semi-desconocidos después de ser los teloneros en 2018 de 36 Crazyfists, nos presentan un nuevo trabajo de siete temas donde prosiguen con su efectiva y contundente mezcla de stoner, southern rock y metal.
Después de cuatro discos a sus espaldas, la formación eligió meterse en el estudio con el productor Steve Evetts (DevilDriver, Suicide Silence, The Dillinger Escape Plan), pero los entresijos del maldito Covid-19 hicieron que la grabación se tuviese que parar varias veces (repetida historia de la mayoría de las bandas). Al final la banda decide editar con más retraso del debido, según su líder Connor Garrity, un híbrido entre un EP y un larga duración, que, como en sus anteriores lanzamientos, se asienta más en los humedales de Nueva Orleans que en las playas de California.
El sonido de All Hail the Yeti es deudor de bandas como Eyehategod, Acid Bath, Crowbar e incluso los primeros Mastodon. Unas veces más rockeros y otras más metaleros, All Hail the Yeti no han inventado nada, claro que no, ni tampoco se gestaron con la idea de ser la mejor banda del mundo, pero si la efectividad de su música hubiese que medirla en centímetros, All Hail the Yeti estarían a la altura (o a la largura) de Nacho Vidal o Jordi “el niño polla”. Este Within the Hollow Earth se escucha en un plis plas, no porque dure poco menos de media hora (he escuchado discos que duran lo mismo y se me han hecho soporíferos) si no porque todos sus temas son frescos y adictivos. Me encanta cuando uno termina de escuchar un disco y le dan ganas de empezarlo de nuevo. Esa sensación se tiene cuando uno finaliza la escucha de “The Great Dying”, el corte que cierra el disco, donde destaca un bajo con mucho groove y unos adictivos coros. Así que vuelta a empezar con la sectaria “Bury Your Memory”, hipnótico riff y estribillo a cargo de Nicholas Diltz con regusto noventero que me hace hasta recordar a… ¿Corrosion of Conformity?
El resto del EP transcurre por terrenos de historias paranormales y macabras guiadas con una gran dosis de rock, groove, metal e incluso destellos thrashers en algún que otro momento. Me gustaría destacar “Headless Valley”, de lo mejor del disco, un tema basado en unos sucesos acontecidos en lo que hoy en día es el Parque Nacional de Nhanni, en Canadá, una zona donde abundan las leyendas más grotescas y salvajes. Desconocedor de este punto geográfico bautizado como el “valle de los hombres sin cabeza”, he estado indagando sobre este tema y me han aparecido unas historias más que curiosas. Desde las primeras tribus que se asentaron en la zona como los Naha, personas salvajes de imponente altura que decapitaban a sus enemigos, hasta otras más actuales donde se asegura que se han llegado a encontrar cuerpos decapitados de excursionistas que se perdieron por el valle en algún momento. Precisamente “Headles Valley” te deja sin cabeza, musicalmente es muy potente y vuelven a sobresalir unos buenos coros y un estribillo cautivador.
Buen trabajo que se han marcado los americanos que también son actualidad por encontrarse de gira acompañando a Jinjer y a Suicide Silence por los States.
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.