La banda de Myles Kennedy, el tipo más majo y bonico del rock/metal actual, Alter Bridge, está de vuelta con Pawns & Kings (2022), el que quizá sea un mejor trabajo desde que publicaran Fortress en 2013. Siempre es un placer toparse con bandas y álbumes de este calibre. Hace tiempo, muchísimos años, que dejaron de ser ese guilty pleasure conocido como Creed para convertirse en una de mis bandas preferidas de todos los tiempos, y no me arrugo al afirmar categóricamente que, dentro del universo actual del metal alternativo, no hay nadie que les haga sombra. He dicho.
Habiéndome despertado -musicalmente hablando- a inicios de los 90, he crecido con una letanía de miles de bandas de post-grunge y de metal alternativo que inundaban mis oídos, por lo que no es de extrañar que muchas de ellas se quedaran conmigo, especialmente una banda como Creed. Había algo en su visión melodramática del post-grunge que funcionó en mí, pero admito que lo que más me fascinó es lo que sucedió después de su desaparición a principios de la década de 2000, más que cualquier cosa que hicieran mientras estuvieron en activo; sin ir más lejos, el pasado 24 de junio su cumplieron 25 años de la publicación de su debut, My Own Prison (1997), y no me digné a hacer la reseña tributo de turno, si bien por aquél entonces todavía no me había reincorporado oficialmente a Science of Noise. Entre eso y que le tengo mucha manía al imbécil de Scott Stapp, vocalista de Creed, especialmente tras su lamentable episodio con algunos miembros de 311, pues… «se me pasó». Las cosas como son.
En 2004, lo que surgió de las cenizas de Creed fue Alter Bridge: un grupo de metal alternativo con tintes progresivos. Compuesto por Mark Tremonti, Brian Marshall y Scott Phillips (todos ellos, ex miembros de Creed) y Myles Kennedy (ex vocalista y guitarrista de The Mayfield Four), al principio el grupo solo era conocido por ser los autores de «Metallingus», canción incluida en su album debut One Day Remains (2004) que sirvió como tema de entrada de la superestrella de la WWE Edge. A raíz de ello, fueron impulsados el estrellato casi al instante, y se han mantenido como un nombre bastante consistente dentro del mundo del metal desde 2005. Por supuesto, como es típico en casi cualquier banda con una vida tan longeva, su discografía cuenta con altibajos, siendo Fortress su pico más alto, musical y creativamente hablando.
Fortress es un prodigioso y soberbio álbum de metal alternativo/progresivo, pero parir tamaña maravilla tiene sus pros y también sus contras, pues dejaron el listón un poco (demasiado) alto, ya que si bien sus lanzamientos posteriores no fueron malos como tales, ciertamente no lograron despertar en los fans la misma pasión. Pero pasan los años y como que te olvidas un poco de The Last Hero (2016) y Walk the Sky (2019). Nada ni nadie puede desbancar a Fortress del podium de mejores trabajos de metal de la década de 2010, y aunque acepté que nunca volverían a alcanzar esas cotas, me consoló saber que siempre podía volver y escuchar ese disco mil y una veces más.
Pero ya han pasado muchos años, y Alter Bridge se presenta en esta recta final de año con Pawns & Kings que, en pocas palabras -una, para ser exactos-, es una maravilla. Ahora, con siete álbumes ya publicados -sin contar directos y demás- me resulta incluso extraño suponer y/o afirmar que la banda pueda estar alcanzando un nuevo pico en su carrera musical. Sin embargo, realmente sí creo que Pawns & Kings destaca junto a Fortress como uno de sus discos más exitosos hasta la fecha.
El disco comienza estableciendo el tono general con un temarral como «This Is War», que no viene más que a demostrarnos que estos cuatro tipos se han puesto el mono de trabajo y van a por faena. Han vuelto con toda la fuerza y más pesados que nunca, y esto tampoco se lo toman a la ligera: Pawns & Kings es, sin duda, su trabajo más duro y potente -instrumentalmente hablando- hasta la fecha. La siguiente pista, «Dead Among the Living», no hace más que reforzar esto que acabo de comentar, a través de unos riffs feroces y unos gloriosos coros que ya son marca de la casa. Alter Bridge son más grandes que la vida. «Silver Tongue», que fue lanzado como el primer sencillo oficial, nos trae una introducción espectacular y unos riffs palpitantes. Uno de los mejores temas del álbum, sin duda.
Una cosa que me sorprende de esta banda es su habilidad para escribir canciones realmente largas sin que el oyente se dé cuenta de que, efectivamente, son realmente largas. Lo hemos comprobado antes con canciones como «Blackbird», por lo que al llegar al cuarto corte, «Sin After Sin», sus casi siete minutos se nos hacen incluso cortos. ¡Tremendo temarral, joder! En una época en la que queremos que todo vaya a la velocidad de la luz, es raro que una banda mantenga el interés de alguien por una canción de cinco minutos, y mucho menos si dura siete u ocho. Sin embargo, Alter Bridge ha demostrado que se puede.
Hacia la mitad del disco se ralentiza un poco la cosa con «Stay», en la que Mark Tremonti toma, como suele ser habitual en sus últimas propuestas discográficas, la voz cantante. Tomando un enfoque un poco más reservado al sonido de Alter Bridge, «Stay» a veces se apoya en algunas estructuras melódicas más pop, lo que me resulta curioso siendo Tremonti como es un fan total y absoluto del metal extremo. Sea como fuere, siempre hay un tema así en los trabajos del cuarteto, temas que proporciona un quiebro inesperado pero bien ejecutado al sonido progresivo y en gran parte pesado del álbum.
«Holiday» es salvaje. Ni siquiera estoy seguro de cómo describirla, y eso que es la más corta de este trabajo. Es pesada, sí, pero cuenta con un estilo realmente maravilloso. Y justo de después, nos topamos con «Fable of the Silent Son» o lo que es lo mismo: la quintaesencia de Alter Bridge. Esta es la canción más larga que la banda jamás haya lanzado y está al mismo nivel de calidad que, por ejemplo, «Blackbird» o esa maravilla llamada «Words Darker Than Their Wings». Déjate llevar por este viaje auditivo a través de diferentes tempos y ritmos. El solo es explosivo y la voz de Myles, como siempre, inigualable. «Season of Promise» es otra canción que tiene un sonido totalmente diferente de lo que un@ esperaría de la banda, pero es increíble y agrega dinámica al álbum en su conjunto. Aquí, el que manda es el bajo del bueno de Brian Marshall.
«Last Man Standing» nos trae algunos ritmos realmente diferentes y muestra el enorme talento de la banda, tanto en su composición como en su musicalidad. Además, si te gustan las canciones con múltiples solos tan típicas de Mark Tremonti (no conozco a nadie a quien no le gusten), esta canción es para ti. El álbum se cierra con la canción principal, «Pawns & Kings», una de las canciones más extensas y colosales del planeta Alter Bridge hasta la fecha. Siendo un tema que podría perfectamente poner también el broche final a Fortress, guía al oyente a través de una epopeya de seis minutos con estilo y gracia. Con unos de los coros más infecciosos de la banda hasta la fecha, e impresionando con su puente pausado, casi de ruptura alrededor de la marca de los tres minutos, «Pawns & Kings» es el tema ideal para volver a caer rendido a los pies de Alter Bridge, ayudando a convertir a este Pawns & Kings en uno de sus mejores álbumes.
Estamos ante uno de los regresos más logrados que he escuchado en mucho tiempo. Si bien los de Florida nunca se alejaron demasiado del camino a seguir, no me esperaba para nada que regresaran con tanta fuerza. En 2022, Alter Bridge son más pesados, más progresivos y más grandiosos que nunca, y finalmente han escrito un disco que les servirá para rivalizar con los más grandes dentro de este business.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.