Es curiosa la carrera de estos tales …And Oceans. Este sexteto finlandés se formó en 1995 como un proyecto de black metal sinfónico y melódico con (diría yo) una fuerte influencia de los noruegos Emperor. Debutaron tres años más tarde de la mano de los mismos Season of Mist en los que aún están hoy, pero después de un par de discos más empezaron a evolucionar hacia derroteros más industriales y experimentales y con ello aprovecharon para cambiarse el nombre a Havoc Unit. Tras sacar un único disco bajo esa encarnación y dar algunos tumbos poco claros, la banda se disolvió definitivamente hasta que en 2017, y con la mitad de la formación nueva, decidieron refundarse otra vez como …And Oceans.
Yo no tenía ni idea de todo esto hasta que me he encontrado de morros con este disco, así que no me siento en absoluto capaz de compararlo con ninguno de los trabajos que han publicado en el pasado. De hecho, no os creáis que ni tan siquiera soy un fan demasiado devoto del black metal, hasta el punto que algunas de las vacas sagradas del estilo como Mayhem, Burzum, Darkthrone o Immortal me aburren soberanamente. Por otro lado, tanto Emperor como la vertiente más melódica y «accesible» del género que lideran bandas como Dissection o Dark Funeral siempre me ha gustado mucho. Un pequeño tiento a uno de los adelantos de Cosmic World Mother ya me dejó clarísimo que estos tíos estaban mucho más cerca de los segundos que de los primeros, así que me he animado a bucear en las profundidades de este disco y de esta banda que, como digo, no sabía ni que existía hasta hace unos pocos días.
Este trabajo está formado por once temas muy sólidos y a primera vista quizás no necesariamente variados (una impresión que irá mutando ligeramente con las escuchas), y basa su estructura en la contraposición de la energía más burra (los omnipresentes blast beats son apabullantes) y la delicadeza inherente en las sinfonías y en los melaNcólicos riffs que se reparten por todo el disco y te atrapan cuando menos te lo esperas. Y puede que yo no sea el mayor experto en el tema, que no lo soy, pero en mi opinión consiguen con notable éxito su propósito. Instrumentalmente suenan compactos y con las ideas muy claras tanto cuando atacan el black metal que les define como cuando incorporan curiosos toques electrónicos, mientras que la abrasiva y poderosa voz de Mathias Lillmåns (que resulta que, sorpresa, es ni más ni menos que el vocalista de Finntroll), lejos de sonar a Pato Donald (algo que secretamente temía), apuesta por un tono grave y amenazador más cercano al death que al black que cuadra, completa y amplifica la propuesta instrumental de la banda con agresividad y elegancia.
La inicial «The Dissolution of Mind and Matter» no se anda con rodeos y arranca ya de buenas a primeras con un blast beat a modo de ametralladora para acompañar una veloz, feroz y atmosférica melodía de guitarra bastante típica del estilo. Los arreglos sinfónicos y bombásticos, siempre presentes, ayudan a dinamizar una propuesta que en los pocos momentos más orquestrales en los que bajan el pistón de la velocidad llega a recordarme incluso, salvando las (a veces muchas) distancias, a bandas como Septicflesh o Behemoth. No tengo ninguna duda de que «Vigilance and Atrophy» es uno de mis cortes favoritos de todo el disco. Sigue una estructura parecida a muchos de los otros temas, pero la composición y la melodía principal del riff me parece especialmente inmediata, emotiva y atractiva.
«Five of Swords» fue la escogida como adelanto y primer vídeo (tan azulado como la preciosa portada) que la banda ha grabado para Cosmic World Mother. Se trata de un tema sin duda resultón y representativo, pero no me parece que destaque especialmente en el conjunto del disco. De hecho, y sin ir más lejos, el rollo guerrero y más obviamente melodeath de «As the After Becomes the Before» (una canción en la que mezclan un black accesible con la épica y cruda melancolía típica de las bandas finlandesas de death metal melódico), me parece incluso más memorable.
El excelente tema título parece seguir estos mismos derroteros épicos y acelerados, con unos blast beats ciertamente brutales (mis felicitaciones al señor Kauko Kuusisalo por su impresionante trabajo). Aquí encontramos, eso sí, una sorpresa considerable a nivel de sintetizadores y pasajes puramente electrónicos, algo que resulta bastante inesperado después de haber escuchado unos primeros cortes que no apuntaban precisamente a ello. Por suerte, y a pesar de tomar mucho protagonismo durante unos pocos segundos, este recurso está puesto con gracia y control. Quizás incluso demasiado control, ya que si esperábamos que se explayaran un poco más con este tipo de experimentación en lo que queda del disco, podemos esperar sentados.
«Halminthiasis» ahonda en unas melodías orientaloides que parecen inevitables en según que vertientes del black metal. Puede que esto suene a queja, pero creEdme que no lo es, ya que por algún motivo encajan la mar de bien. La parte épica y peliculera central, aunque original, parece cortar un poco el ritmo, pero las partes más convencionales me parecen total y completamente motivantes. «Oscillator Epitaph» es otro tema disfrutable, con alta carga melódica y que baja un pelín el ritmo mientras usa algunos recursos a los teclados cercanos a bandas como Moonspell o los denostados Cradle of Filth, mientras que «In Abhorrence Upon Meadows» es un bonito (aunque previsible) interludio a piano con suaves incursiones de sintEtizador que sirve para tomar aire y perdernos en una emotiva ensoñación, con el único pero de que no han sabido muy bien como acabarlo.
Como era de esperar, después de la calma viene la tempestad (eso no era así, ¿no?), y tras un corte tan dulce y taimado como el que acabamos de escuchar no podía sino venir una bacanal de blast beats como es «Apokatastasis». Este tema con mucho aroma a los Emperor del Anthems to the Welkin at Dusk abre la recta final del disco con un poco más de lo mismo (aunque lo mismo esté bien), dando paso un poco a trancas y barrancas a la corta, potente, veloz, directa y por momentos semi-bailable «One of Light, One of Soil» y, en última instancia, a la final «The Flickering Lights», un tema lento, dramático y bombástico que pone el punto y final a este trabajo con todas las dosis de épica que merece un momento así.
Cosmic World Mother es un disco que se disfruta con facilidad a poco que te guste el black metal sinfónico y melódico. Ciertamente no inventan nada nuevo (y el momento en el que casi lo hacen, que es cuando introducen unos sorprendentes sintetizadores en el tema título, es tan breve que se queda más en una anécdota que una apuesta), pero aquí hay suficiente cantidad de melodías oscuras, inmediatas, pegadizas y melancólicas, blast beats suficientemente feroces y una energía suficientemente intensa como para dedicarse a cerrar los ojos y mover la cabeza sin pensar en mucho más. ¿Se trata de un álbum que pasará a la historia? Pues no, pero si le das una oportunidad seguro que te compensa con unas cuantas horas de diversión y oscura emotividad.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.