Sí, soy consciente del título del artículo, de las dos afirmaciones polémicas. La primera, «el último gran lanzamiento», la tengo clarísimo. A partir de aquí el grupo perdió su esencia, especialmente cuando entró Lione a cantar. Toda aquella frescura y mestizaje de estilos se fue al garete para convertirse en un grupo prog más, sin alma, sin marca, sin nada. La segunda, «banda demasiado poco reconocida», la tengo aún más clara. Angra supuso un gran soplo de aire fresco para un estilo que no destaca por su innovación. Aquella mezcla de power, prog, música clásica y algún que otro sonido de música popular le hizo mucho bien al estilo, incluso cuando los cimientos temblaron y la mitad de su formación escampó. Si el nuevo line up ya dejó un enorme sabor de boca con Rebirth (2001), con este Temple of Shadows que hoy cumple dos décadas dejó claro que compite con quien sea en cuanto a calidad ejecutiva se refiere.
Pero más allá de lo que diga yo, veamos qué dice la crítica. 5 estrellas de 5 en las críticas generales de Google; 4,5 de 5 en las de Amazon, 4 de media en Discogs, 4,17 de media en Prog Archives, otros 4 en Rate Your Music y 94% en The Metal Archives. Nada mal. Para un servidor es el tercer mejor disco del grupo, empatado con el primero, Angels Cry (1993), ahí es nada.
No voy a entrar en explicar la historia. La tenéis en el lino de arriba, pero sí destaco algunas colaboraciones de lujo: Sabine Edelsbacher vocalista de Edenbridge, Kai Hansen (guitarrista y vocalista de Helloween y Gamma Ray) o Hansi Kürsch (vocalista de Blind Guardian). Casi nada.
Finalmente, antes de entrar en las canciones, veamos qué tal van los miembros. Creo que ha habido pocas parejas de guitarras con más calidad que la formada por Bittencourt y Loureiro. Tremendo lo que hacían en sus tiempos, especialmente en este lanzamiento, la simbiosis perfecta de lo que fueron y lo que serían. El bajo suele pasar desapercibido, pero lo de Andreoli es de absoluta locura. Aquiles Priester lo rompe. ¡¿Mucho, pero mucho, eh?! Y Falaschi está espectacular, mostrando un abanico enorme en cuanto a sus registros. Todos están de diez. Ahora sí, adentrémonos en la música.
Tras la intro «Deus le volt», que no aporta mucho, llega el primer golpetazo con «Spread Your Fire», un tema perfecto para abrir un disco de este estilo: rápido, contundente, técnico, melódico y con ejecuciones que quitan el hipo. Es uno de esos temas que demuestran por qué Falaschi es uno de mis cantantes preferidos, y Priester pudo haber entrado en Dream Theater. Aunque no tiene la fama de otras canciones del grupo, mantiene su calidad. Enorme, al igual que «Angels and Demons», que, aunque no tiene la velocidad de su predecesor, gana en ciertos aromas prog y melódicos. Las guitarras son absolutamente sublimes. Bueno, todo es absolutamente sublime. El primer bloque termina con «Waiting Silence», algo desconcertante al principio, pero otro temazo que, poco a poco, toma forma con el avance del metraje. Creo que es el tema que mejor define este disco (aunque no el mejor). Es, quizá, donde esos toques prog son más visibles, sin perder ni un atisbo de la melodía que impera en el power.
Empezamos en segundo bloque con otra de mis preferidas, «Wishing Well», en la que las revoluciones bajan mucho, casi teniendo un fondo de balada, pero todos los otros elementos destacan. Los arreglos son inmensos, y las ejecuciones, bueno, lo que vengo diciendo desde que he iniciado la review. «The Temple of Hate» trae de nuevo esa rabia que sus dos antecesoras no tenían, ese doble bombo agresivo y un bajo contundente, todo ello sin perder la identidad, y con el añadido de la voz del alemán que parió todo este estilo. «The Shadow Hunter» tiene su aquél. Empezando por la guitarra flamenca y durante los más de ocho minutos, los arreglos y detalles hacen que el tema sea una delicia. No entrará tan rápida como las dos o tres primeras canciones del disco, pero es mucho más rica como canción. Y el Falaschi del final, con unos agudos que ya no puede hacer… tremendo! Y llegamos a uno de mis temas preferidos del cumpleañeros. «No Pain for the Dead» es deliciosa. Trata de una temática triste y dolorosa, y los instrumentos acompañan este sentir. Falaschi, una vez más, está enorme, imprimiendo al tema aún más melancolía y dolor. Absolutamente perfecta. Pero que no entre el pánico, para los amantes del doble bombo ya llega «Winds of Destination» y, con él, la voz del bardo Kürsch, que como todos los invitados, le imprime un sello magistral. Cabe destacar el dueto de guitarras, sublime. Bueno, destacar no lo sé, porque es así de bueno durante la hora y seis minutos que dura el álbum
Encaramos el final con muchas menos revoluciones con «Sprouts of Time», que tiene tantos detalles, incluso nativos de Brasil, que hace de la canción, el disco y el grupo entero una absoluta delicia. Aunque no la compuso Matos, es una canción que coge totalmente su espíritu. Más o menos en la misma línea está «Morning Star», y aunque sigue siendo un temazo, creo que baja el nivel. De hecho, creo que el orden de las canciones perjudica el resultado final, ya que la mayoría de temazos está en la primera parte, en lo que los viejales llamaríamos la cara A, y que a esta segunda parte le falta punch, es más intimista o falto de garra, lo que queráis. Más o menos escribiría lo mismo con el penúltimo tema, «Late Redemption», grabada con el músico brasileño Milton do Nascimento. Suelta es un temazo muy íntimo, para escuchar con luz tenue, pero ya van demasiados temas similares seguidos como para no cansarte un poco. Y acabamos con «Gate XIII», un deleite instrumental de unos cinco minutos que sirve como epílogo y, a la vez, resumen de todo lo que hemos escuchado. Creo que, de no ser un disco conceptual, no la hubiesen incluido.
Rafael y Kiko, como trabajadores incansables (aparecen en TODOS los créditos del disco), decidieron entrar una vez más al estudio para preparar al sucesor del tremendo Rebirth. Iba a ser un reto de lo más intenso pero no cabe duda de que si existe un precepto preestablecido en nuestra música, es que un grupo que quiera plantearse como un grande, debe hacer más de un trabajo sublime. Angra ya lo había hecho y no tenía nada más que demostrar, salvo el hecho de que podía mantener el nivel de grandeza con Falaschi. Su Holy Land del siglo XXI. Nada complicado, ¿verdad? Pues ahí lo tienen, en bandeja y celebrando dos décadas, un disco impresionante e imprescindible para todo aquél que se jacte de tener buen gusto musical.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.