Llevo muchos años considerándome un fan bastante firme de Arch Enemy, casi tantos como desde que descubrí el trabajo de Michael Amott en el Heartwork (1993) de Carcass, probablemente uno de los álbumes definitorios de mi relación histórica con el metal y la música en general. Cuando el entonces pelirrojo guitarrista sueco abandonó a los ex grindcoreros ingleses (no sin antes haberles legado la melodía) para lanzarse a liderar su propia banda, me apunté al carro con infinita curiosidad, y aunque es verdad que esos últimos años del siglo pasado me pillaron desmarcándome progresivamente del metal para abrazar con algo más de pasión el hardcore en múltiples vertientes, nunca dejé de seguirles la pista a cierta distancia y de apreciar la impresionante capacidad melódica que el señor Amott ha imprimido siempre a todos sus proyectos.
Al llegarme las noticias de la entrada de una vocalista femenina como Angela Gossow a la banda con motivo de la publicación de Wages Of Sin (2001), algo bastante poco común por esos entonces, recuperé mi interés por ellos, y a partir de ahí me volvieron a atrapar de tal forma que durante toda la década en que la abrasiva cantante germana se hizo cargo del micrófono, los seguí con atención tanto en estudio como en directo, gustándome siempre mucho en la primera faceta y, para qué mentir, no tanto en la segunda.
Yo soy de los que pensé que cuando Angela anunció su despedida alrededor de 2014, estábamos ante el principio del fin de la banda sueca tal y como la conocíamos. En mi inocencia creí que la rubia vocalista alemana era una de las claves de la popularidad de la banda, y no pensé en absoluto que su sustituta, la canadiense y ex cantante de The Agonist Alissa White-Gluz, fuera capaz de tomar el testigo con garantías. Evidentemente, tal como se ha demostrado sobradamente, estaba más que equivocado, empezando por mi ilusoria apreciación de que Arch Enemy gozaban de un nivel de popularidad especialmente destacable en esos últimos días con Angela, algo que pudimos comprobar fácilmente cuando, en su visita en 2012 junto a Voivod presentando el gran Khaos Legions (2011), la Sala Razzmatazz 2 estuvo muy lejos de estar llena.
La llegada de Alissa sirvió para insuflarle un soplo de aire fresco a la banda y ha tenido un efecto rejuvenecedor tanto en su imagen como en su capacidad de convocatoria. Mira que los dos discos que han publicado con ella al frente no difieren demasiado de lo que habían hecho antes (de hecho, Arch Enemy llevan ya muchos años sin diferir demasiado de ellos mismos), pero la repercusión que han tenido ha sido muy superior, siendo además capaces de enamorar a toda una cantidad de nuevos fans que, por primera vez en su carrera, les han permitido encabezar, y casi llenar, la grande de las Razzmatazz.
Además, aunque Arch Enemy siempre se han sabido acompañar muy bien (por ejemplo, en su última visita como teloneros de Kreator), creo que en esta ocasión se han llevado la palma, ya que el cartel de esta gira rebosa interés y variedad por los cuatro costados: dos bandas jóvenes y pujantes con mucho tirón en las nuevas generaciones como son Jinjer y Tribulation, uno de los grupos más respetados e identificativos de la siempre fértil escena death metal melódica finlandesa, como es Wintersun, y unos propios Arch Enemy en estado de gracia y en su máximo nivel de popularidad. El mejor cartel de estos primeros meses del año y el primer gran bolazo de verdad de esta nueva temporada. Así que empecemos ya, que me huelo que la cosa hoy va a quedar larguita.
Jinjer
Con tres discos en el mercado, los ucranianos Jinjer ya habían pisado Barcelona en dos ocasiones antes del día de hoy. Personalmente no había tenido la ocasión de verlos, pero mis referencias eran inmaculadas, y a juzgar por el excelente aspecto que presentaba la sala a las seis de la tarde, parece que no fui el único que les tenía ganas. Desde el primer momento dejaron meridianamente claro que van muy en serio: su death metal moderno y versátil con toques djent, core y progresivos sonó potentísimo, y sobre el escenario demostraron tener una soltura y unas tablas mucho mayores que lo indicado por su posición en el cartel. Evidentemente, todas las miradas se centraron en la arrolladora figura de la cantante Tatiana Shmaylyuk, que lideró el cotarro con su mono negro arrapadísimo, su vozarrón imponente, sus constantes movimientos y su flexibilidad física. A lado y lado se colocaron ambos hachas, impecables técnicamente y armados con gorras que reafirmaban su espíritu eminentemente moderno, mientras unas luces bastante bien pensadas dotaron de aún más efecto la puesta en escena, sobria pero impoluta.
En los treinta minutos pelados de los que dispusieron, Jinjer tuvieron tiempo de descargar seis canciones y de ir encandilando, poco a poco, al público presente. Al principio la gente estaba atenta pero bastante estática, pero al final las sacudidas de cabeza eran generalizadas y las ovaciones al final de cada tema cada vez más estruendosas. A mí, personalmente, me encantaron «I Speak Astronomy» y la más ecléctica «Pisces», que también fue la que recibió los mayores aplausos. Cerraron con «Who is Gonna be the One», un tema muy trallero que no acabó de decirme nada hasta que se lanzó con un fascinante final cabaretero que mereció todo mi aplauso y admiración. Un puntazo para cerrar un señor bolo, corto pero tremendamente disfrutable, que puso de manifiesto que Jinjer son, definitivamente, una banda a marcar en rojo.
Setlist Jinjer:
Words Of Wisdom
Sit Stay Roll Over
I Speak Astronomy
Just Another
Pisces
Who Is Gonna Be The One
Tribulation
A parte de la curiosidad por ver la nueva dimensión que han tomado los cabezas de cartel, el gran reclamo para mí en el día de hoy eran sin duda los suecos Tribulation. El cuarteto de Estocolmo ya me encandiló en su última visita a Barcelona, junto a Melechesh y Keep Of Kalessin, hace un par de años, y disco tras disco estan demostrando ser una de las bandas extremas más personales e inspiradas del panorama europeo. Por exigencias de agenda de su discográfica, su nuevo disco Down Below no estará disponible en las tiendas hasta el día 26 de enero, con lo que me quedaba la duda de si, ante el desconocimiento que iba a tener el público del nuevo material, iban a darle muchos chances. Per esto no pareció importarles demasiado, ya que sus nuevas canciones tuvieron una presencia realmente destacada en el repertorio.
Cuando lo que suena por altavoces antes de que una banda salga al escenario es «La Vie En Rose» de Edith Piaf, ya sabes que no te espera algo del todo normal. Y es que Tribulation empezaron como una banda de death metal hace algo más de una década, sí, pero a día de hoy su componente terrorífico, teatral y visualmente gótico toma todo el protagonismo escénico y musical, de manera que me resulta imposible etiquetarlos ya más dentro del death. Aunque los cuatro miembros de la banda ofrecen una imagen muy compacta y atractiva con sus pelos semi-crepados y sus caras maquilladas, el guitarrista e ideólogo visual Jonathan Hultén simboliza a la perfección la esencia del grupo: andrógino, cadavérico, esquelético, misterioso, grácil y sinuoso, se movió por su flanco del escenario cuál bailarina en botines con sus drapajes voladores y una inmensa Epiphone ES-335 más apropiada para una banda de blues o de country que para alguién que, se supone, hace metal extremo. Y es que Tribulation son mucho, mucho más que eso.
La inicial «Lady Death» sonó como el culo, todo hay que decirlo, lo que encendió todas mis alarmas, pero por suerte no fue más que un pequeño borrón en un concierto que me pareció una puñetera maravilla. «Melancholia» fué el primer gran punto álgido de la noche, con su energía desbocada y ese rollo a lo Kvelertak trágico que la hace maravillosa. Si nos quedaban dudas sobre el protagonismo que iba a tener Down Below, se disiparon rápido: sonaron los tres adelantos (la inicial «Lady Death», la gótica «The World» y la final «The Lament») y también «Nightbound», uno de los grandes cortes de este último disco y uno de los momentos en que más me engorilé a pesar de que casi nadie más en la sala, claro, la había escuchado antes. Demostraron tener unos cojones bastante gordos al meter, en un concierto de tres cuartos de hora como teloneros, una ida de olla de diez minutos como «Suspiria De Profundis», que alterna partes crudas y agresivas con multitud de momentos lisérgicos y psicodélicos.
«Strange Gateways Beckon» es uno de sus grandes temas y así se demostró tanto arriba como abajo del escenario, con un público embabiacado que parecía saber de ellos bastante bien y que deja claro que Tribulation es una banda que, siendo aún relativamente desconocida, ya ha conseguido encandilarnos a muchos. Y seguro que hoy encandilaron a algunos más, ya que es evidente que simbolizan una propuesta original y única tanto en lo musical como en lo visual, con una puesta en escena dramática y magnética. Su concierto fue poco menos que brillante y, personalmente, lo disfruté con mucha intensidad, haciéndome contar los días para volver a tenerlos por aquí con un set un poco más largo. Y ya os podemos adelantar que esto va a pasar mucho más pronto que tarde, y el anuncio de su incorporación a otra gira maravillosa con paradas peninsulares debe ser cuestión de días.
Setlist Tribulation:
Lady Death
Melancholia
The World
Suspiria De Profundis
Nightbound
Strange Gateways Beckon
The Lament
Wintersun
A priori, los finlandeses Wintersun me parecían la banda que menos pegaba en este cartel. Tanto Arch Enemy como los dos grupos que abrieron la velada tienen un cierto tirón entre el público más joven y exploran, por decirlo así, sonoridades más o menos modernas. Los fineses, sin embargo, practican un death metal melódico con un montón de componentes progresivos y un cierto deje power metal muy clásico que pensaba que no sería del todo bien recibido entre los fans de los cabezas de hoy. Tal y como ya demostré en mi vaticinio de hace tres o cuatro años, cuando afirmaba que Alissa no tenía nada que hacer al frente de Arch Enemy, volví a dar en el clavo: la práctica totalidad de la casi llena Sala Razzmatazz enloqueció literalmente con su concierto, y en muchos casos vi una devoción y unas caras de felicidad que no me esperaba para nada.
Y mira que a mí, personalmente, se me ocurren una quincena de bandas finlandesas de death metal melódico que hubiera preferido ver antes que Wintersun, pero el público estuvo encantado con su descarga, y yo también, qué caray. Y eso que empezamos realmente mal, con un tío muy cachas subiéndose al escenario para anunciar que el bajista Jukka Koskinen se tenía que quedar en el autobús porque se encontraba totalmente indispuesto. Pero aún sin bajo, Wintersun dieron un bolazo de lo suyo, no pararon quietos en ningún momento y demostraron por qué tienen el nombre que tienen y generan la expectación que generan.
A nivel instrumental, la banda está a un nivel pasmante: tanto Tiimu como Asim son guitarristas finísimos y espectaculares, y es fascinante verles deslizar los dedos por sus mástiles con elegancia y virtuosismo a una velocidad frenética, mientras que Rolf Pilve, también batería de bandas tan distintas como Stratovarius, The Hypothesis o The Magnificent, marcaba el ritmo con insultante solvencia aporreando poderosamente parches y platos. Al frente de todos, el ex Ensiferum Jaari Mäenpää y su élfica cabellera rubia manejaba el cotarro a base de gruñidos y de gritos sirénicos mientras se daba un baño de masas. Confieso que a mí la hora y poco que estuvieron sobre las tables se me hizo por momentos un pelín larga por culpa de un espíritu demasiado power y demasiado épico con el que no acostumbro a conectar, pero objetivamente no le pongo ninguna pega a su descarga: no solo Wintersun dieron un gran concierto, sino que consiguieron que la gente fuera feliz. Y como a mi me gusta que la gente sea feliz, y más si es el metal quién lo consigue, no puedo sino darle la máxima nota a su descarga.
Los finlandeses venían a presentar su tercer disco, «The Forest Seasons», una suerte de revisión de las Cuatro Estaciones publicada en 2017, del que interpretaron la inicial «Primavera» y también «Invierno». Como curiosidad, y para que os hagáis una idea rápida de la temática habitual de sus letras, tres de los seis temas que tocaron incluían la palabra «Winter» en su titulo, y dos más la palabra «Time». El momento álgido del concierto, de todas maneras, llegó con la gran epopeya épica que es «Sons Of Winter And Stars», un tema que, en sus catorce minutos, va del pogo al mechero y a mil emociones más sin despeinarse y que me encanta hasta a mí. Al bajarse del escenario recibieron una ovación de auténtica gala, con «oe-oés» a tutiplén y peticiones desesperadas de bises que sabíamos imposibles. Bolazo el suyo, sin reservas.
Setlist Wintersun:
Awaken From The Dark Slumber (Spring)
Winter Madness
Sons Of Winter And Stars
Loneliness (Winter)
Battle Against Time
Time
Arch Enemy
Antes de que Arch Enemy se subieran al escenario, el ambientazo en la Sala Razzmatazz era de impresión. Quedó lejos el sold out que sí que hicieron al día siguiente en La Riviera de Madrid o los casi sold out que lograron sus compatriotas y grandes co-gigantes del death metal de masas Amon Amarth en su visita a Barcelona hará poco más de un año, o de la entrada espectacular que consiguieron los propios Arch Enemy teloneando a Kreator hace dos o tres años, pero no creo que nadie se pueda quejar de la cantidad de público que lograron reunir hoy aquí. Y especialmente destacable la presencia de muchas chicas y de mucha gente joven, demostrando que, efectivamente, la entrada de Alissa ha servido para ayudarles a conectar con todo un nuevo sector de fans.
Después de que la amenización pre concierto contara con temas de Slipknot o Testament, bajaron algo las luces y subieron algo el volumen para que «Ace Of Spades» sirviera como preámbulo a la entrada de la banda, empalmando directamente con la intro de Will To Power (2017), un disco que resultará protagonista destacado de la noche de hoy interpretando hasta siete temas y demostrando que Arch Enemy es una banda que vive mayormente del presente, lo que siempre es un motivo de alegría. Por supuesto, para un fan más o menos old school como yo esto no son tan buenas noticias, y si bien su último trabajo no me desagrada para nada, mi implicación personal y emocional con esos temas está muy por debajo que en su discografía previa.
Decimos que con la llegada de Alissa la banda a crecido a nivel de fans, pero es que también ha crecido, y mucho, en contundencia en directo. La capacidad como frontwoman de la vocalista del pelo azul ha mejorado visiblemente en soltura desde su última visita, superando ya de largo las habilidades de Angela (que creo que nunca fue brillante en ese aspecto). No es que sus discursos entre temas sean particularmente elaborados, más bien al contrario, pero su dinamismo y presencia física son magnéticos e imponentes, y su vozarrón atronador aunque se ayude del reverb en muchas ocasiones. El genial Michael Amott, auténtico artífice de todo esto, ha dejado atrás su época de pelirrojo y ahora lleva el pelo negro negrísimo. Lo que no ha dejado atrás son sus proverbiales morritos, algo exagerados a veces. Jeff Loomis es una auténtica máquina, ejecutor de la inmensa mayoría de solos y, probablemente, también co-artífice de la mejora de la banda en directo. Yo soy de los que dudaba de que el estilo del ex-Nevermore fuera a encajar del todo en Arch Enemy, pero la evidencia ha hecho que me tenga que comer (de nuevo) mis palabras. La base rítmica, por su parte, sigue bajo la responsabilidad de Sharlee d’Angelo y Adrian Erlandsson, y no se me ocurren mejores manos para ello.
El repertorio se centró en los dos últimos álbumes, con once de las diecisiete canciones que tocaron (no cuento los tres interludios instrumentales de la parte final del concierto) pertenecientes a War Eternal (2014) y Will To Power (2017), dejando la etapa anterior en prácticamente testimonial. Y aunque mi conocimiento del último disco aún es relativamente limitado (me sonaban todas, pero no las puedo seguir aún como sus trabajos anteriores), el concierto fue absolutamente impecable. Tampoco os penséis que por ser canciones nuevas sean más accesibles o «comerciales» (como me disgusta esta palabra): un buen ejemplo de ello es el temazo veloz, corto y trallero que es «The Race» o el excelente primer single, «The World Is Yours», que sirvió para abrir el concierto. Rápidamente llegó el turno de un clásico como «Ravenous», eterna segunda, aunque el primer punto álgido vino de la mano de «War Eternal», tema título de su anterior trabajo y temazo innegable.
«My Apocalypse» fue otro gran momento, con el público en masa coreando sus punteos y sus icónicas melodías de guitarra. Es un tema imprescindible en sus repertorios, y aunque no es ni mucho menos una de mis favoritas de esa etapa ni de ese disco, en vivo funciona siempre perfectamente. «No More Regrets» no me convence en estudio y tampoco consiguió hacerlo en directo, pero «You Will Know My Name» es otro temazo de esa fábrica de hits que fue War Eternal (2014). Khaos Legions (2011) es una de mis debilidades, y por desgracia hoy solo interpretaron la trallera «Bloodstained Cross». Quizá no es la que yo hubiera escogido, pero la bordaron y consiguieron generar unos circle pits bien animados.
Uno de los toques más innovadores de Will To Power (2017) es la pseudo-balada «Reason To Believe», en el que Alissa usa voces limpias mientras se sienta reflexivamente sobre la plataforma de la bateria y Jeff Loomis se luce tomando el centro del escenario. Personalmente me parece un tema algo prescindible, pero a juzgar por la respuesta del público, parece que su inclusión ha sido una muy buena idea. La genial «As The Pages Burn» comenzó a pavimentar la traca final, inaugurada por «Intermezzo Liberté», uno uno de los múltiples interludios guitarreros que aún quedaban por tocar, siguiendo con un clásico trallero como «Dead Bury Their Dead», que vió ondear la icónica bandera negra con el logo de la banda, y finalmente, con la imprescindible y celebrada «We Will Rise», como siempre el tema que cierra el set principal.
Para el bis, un temazo recuperado de su anterior disco como es «Avalanche», el siempre dramático, emotivo y llorón interludio instrumental «Snow Bound», alargado para que Jeff se recreara en su solo y, para acabar, como no, la eterna «Nemesis», su gran hitazo, que fue evidentemente disfrutado hasta la extenuación. También como siempre, en un movimiento estudiadísimo, enlazan el apoteosis final con la outro de «Fields Of Desolation» y, finalmente, con la reproducción de «Enter The Machine» desde los altavoces, momento que aprovechan para hacerse la foto de rigor, chocar manos y lanzar púas en aparente espontaneidad hasta que, justo en el momento en que llega el final del tema, abrazarse y reverenciar a la audiencia coincidiendo exactamente con la última nota. Brillante final para una velada memorable que nos permitió ver a cuatro bandas fantásticas en estado de gracia.
Setlist Arch Enemy:
Set Flame To The Night
The World Is Yours
Ravenous
Stolen Life
The Race
War Eternal
My Apocalypse
Blood In The Water
No More Regrets
You Will Know My Name
Bloodstained Cross
The Eagle Flies Alone
Reason To Believe
As The Pages Burn
Intermezzo Liberté
Dead Bury Their Dead
We Will Rise
—–
Avalanche
Snow Bound
Nemesis
Fields Of Desolation
Bonus track
Después del concierto aproveché para acercarme a la vecina Sala Rocksound, donde nuestros amigos del Kararocker estaban celebrando su segundo aniversario en esa ubicación con Willy, de Ktulu, como invitado especial. Demostraciones vocales de unos y otros a parte, al cabo de un rato apareció el inmenso Sharlee D’Angelo acompañado de, oh sorpresa, Bjorn Strid, vocalista de Soilwork y compañero suyo en los impagables The Night Flight Orchestra, que por lo que me contó se encontraba de vacaciones en Barcelona y aprovechó para ir a ver el concierto de su amigo. Y aunque no habían venido a ello, departieron amablemente y se hicieron fotos con todo aquel que se lo pidió. Entretenido final para una gran noche.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.