What a time to be alive! En estos últimos años estamos viviendo un auténtico renacimiento en el metal extremo, con una gran cantidad de bandas rompiendo los límites que había establecido la generación anterior. Concretamente, el subgénero del death metal técnico / progresivo se ha convertido en un hervidero de creatividad, especialmente en determinados lugares del mundo. En Alemania, un grupo reducido de músicos excepcionales han formado parte de los proyectos más prominentes. Hablamos por supuesto de los integrantes pasados y presentes de bandas como Obscura, donde muchos de sus miembros cuentan con una dilatada carrera con varios proyectos.
En el otro lado del charco, encontramos el foco más grande en cuanto al tech death se refiere. En Estados Unidos hay una gran cantidad de bandas, seguramente a consecuencia de que muchos de los pioneros del metal extremo salieron de ahí, con Death a la cabeza. Curiosamente, en Canadá también se ha formado una escena exquisita, aún sin tener la tradición del país vecino. Seguramente, la semilla que ahora está eclosionando la pusieron Gorguts y Cryptopsy en los 90. Ahora podemos ver tiumfar a agrupaciones como Beyond Creation, Augury, Beneath the Massacre o First Fragment, que curiosamente sacan su nuevo trabajo el mismo día que el que hoy nos ocupa.
Posiblemente, el grupo de la nueva generación que más ha dado que hablar (y no solo en Canadá) son Archspire, cinco adictos a la velocidad que llevan una década volándonos el cerebro con su música. Desde su primer All Shall Align (2011), ya estaba claro que esta gente tenía algo gordo entre manos. Fueron refinando más y más su sonido con los siguientes The Lucid Collective (2014) y Relentless Mutation (2017), hasta conseguir algo que se sale de todo lo convencional. Con estos lanzamientos, se han convertido en referentes y han llegado a encabezar su propia gira eurpoea como cabezas de cartel, algo poco común con solo tres álbumes.
¿Cómo de rápido se puede tocar la batería? Spencer Prewett nos dejaba la boca abierta con sus blast-beats a velocidades absurdas. Sin embargo, lo que más me gusta de ellos es que le ponen el mismo énfasis a la musicalidad, no tocan rápido porque sí. Los guitarristas Dean Lamb y Tobi Morelli dominan todos los registros y saben cuando tocar un solo melódico, unos arpegios en acústico, o los breakdowns más pesados.
Pero bueno, empezemos con este Bleed the Future. Parecía que el listón estaba lo más alto posible con su predecesor, pero solo viendo el portadón que se ha marcado Eliran Kantor (Helloween, Testament y un largo ecétera), no hay duda que la música estará a la altura. Bueno, eso y que ya habíamos escuchado algún adelanto. El último que soltaron abre el disco y se llama «Drone Corpse Aviator». Viene acompañado de uno de los mejores videoclips que he visto en mucho tiempo, donde una organización malvada hace experimentos sanguinarios con los miembros de la banda. La canción en si es una carta de presentación perfecta para Archspire. En pocos minutos nos dan pequeñas muestras de los elementos que podemos encontrar en su discografía. Pasamos de los ritmos más frenéticos del metal actual a partes acústicas muy interesantes, un estribillo memorable y una sección brutal de slam para acabar.
«Golden Mouth of Ruin» es la siguiente, con más enfasis en el groove, aunque no le falta su dosis de guitarreo a toda pastilla. Los solazos que se marcan en esta son de otra galáxia. Para contraste, «Abandon the Linear» empieza con unas guitarras melódicas más lentas, pero el asalto no se hace esperar demasiado. Jared Smith es una bestia a las cuatro cuerdas y lo demuestra especialmente en este corte.
Uno de los puntos distintivos de esta banda es sin duda su vocalista Oliver Rae Aleron y su forma de componer y ejecutar las letras. Influenciado por los raperos más rápidos, Oli sincroniza cada sílaba con un golpe de batería (y ya habéis visto como toca Spencer), creando las estrofas más locas que he escuchado. Con su voz grave apoya a la sección rítmica, mientras que las guitarras llevan principalmente la carga melódica. En «Bleed the Future» tenemos su actuación más brillante hasta la fecha, llegando a unas velocidades imposibles. El resto de la banda también nos regala un temazo como la copa de un pino, especialmente a partir de la mitad, cuando un pasaje acústico prepara el que es el momento más climático del disco.
Una solemne intro acústica nos mete de lleno en «Drain of Incantation», que toca de nuevo diversos registros. Parece que no hay nada que no esté al alcance de esta gente. La explosión definitiva se produce pasados los dos minutos, para luego seguir encadenando magníficos solos de guitarra con breakdowns brutales. «Acrid Canon» tiene un compás de 6:8 en su mayor parte, lo que le de un feeling distinto. El riff principal parece más intenso cada vez que suena, liberando la tensión acumulada en las partes más veloces.
Volvemos a los Archspire más desenfrenados en «Reverie on the Onyx», con una batería loquísima y unas guitarras con algunos toques neoclásicos. Acabamos con «A.U.M.», que empieza con lo que parece un comentario de un hater en forma de mensaje en un contestador. El infierno se desata por completo con todos los instrumentos tocando a la velocidad de la luz hasta la mitad de la cancion. Entonces todo se calma con un pasaje sin distorsión al que le van sumando ideas hasta que vuelven a entrar todos para el último minuto. La canción acaba repentinamente, dejándonos con ganas de más.
Todos sus álbumes superan por poco la media hora, y ninguno tiene más de ocho pistas. Con la calidad de lo que sacan, está claro que solo admiten las mejores ideas y deben tener una montaña de descartes importante. Eso también hace que esperemos con aún más hambre su próximo trabajo, aunque ahora ya vayan cuatro. Sus anteriores trabajos siguen sonando tan brutales como cuando salieron, y se ve una evolución a mejor en cada uno de ellos. Parece imposible, dado que en su momento cada disco parecía insuperable. El nivel de excelencia en el que permanentemente se encuentran los ha coronado como el buque insignia del tech death. Con las ganas que tienen de ir cada vez más lejos, es imposible predecir donde van a llegar.
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.