Aunque parezca inaudito, algunos crecimos en una época, no muy lejana, desprovista de ordenadores de sobremesa, tablets o teléfonos inteligentes. Sin internet en los hogares ni, por supuesto, ADSL o fibra óptica. Las fuentes informativas fidedignas eran limitadísimas pero, a diferencia de hoy en día, menos excesivas y no sólo basadas en titulares exagerados o llamativos. Así, los que éramos melómanos, aplicábamos plenamente los principales sentidos a nuestros descubrimientos artísticos.
La primera vez que escuché a Asfalto fue en una emisión televisiva (en el documentalista canal 2 público) de la quinta edición de las 24 Horas de Música, organizada por el programa “La Casa de la Troya” de Radio 3. En dicho evento, celebrado en el Pabellón Municipal de Deportes de Alcalá de Henares, un sábado de marzo de 1986, también participaron, entre muchos otros, conjuntos como Topo (¿enemigos íntimos?), Coz, Ñu, Bella Bestia, Sobredosis o los skins barceloneses Decibelios. Tales formaciones eran las que, por diversas razones, despertaban mi interés y, consecuentemente, fueron las que registré en una cutre cinta de cassette (por desgracia ya extraviada). Una grabación, infinitamente amortizada, que me sirvió para adentrarme en discografías que tenía poco o nada saboreadas. Por tanto, mis reiteradas audiciones del exiguo muestrario de los protagonistas de este relato provocaron que adquiriera su prestigioso inventario pretérito.
“No es un grupo viejo, sólo es un nombre antiguo”. Con esta rotunda sentencia, enfatizada por el líder Julio Castejón, podríamos sintetizar lo que nos ofreció el rejuvenecido quinteto madrileño en una atestada sala Razzmatazz 2. Inicial vídeo retrospectivo y presentación en agradecido catalán para dar paso a un concierto en donde los 120 minutos exactos de duración fueron rellenados con una mayoría de canciones del reciente postrero álbum (Crónicas de un tiempo raro, 2017), tres esenciales de su homónimo trabajo y varios rescates del fondo de catálogo. Partiendo de unas sonoridades dinámicas o actuales para desembocar en las más progresivas y clásicas. Un repertorio que tuvo su sutil punto de inflexión con la salida, a escena, del reconocido gentleman John Helliwell de Supertramp. El influyente instrumentista decoró, con pulcra precisión, dos piezas contemporáneas de Asfalto (una, “Melani”, ya editada en el estudio) y la esperada “School” de su banda madre. Acertada y ovacionada aportación que marco el clímax más sinfónico de la velada y que, para el agrado de muchos de los asistentes, se mantuvo hasta el final. Destacando, especialmente, las virtudes solistas del vástago Paul Castejón.
En la conclusión del bolo, con carácter muy festivo, sonaron las emblemáticas “Rocinante” y “Ser Urbano”, con la colaboración del reputado saxofonista-clarinetista y del uniformado sexteto castellonense Dry River. Estos últimos, horas antes, habían demostrado ser unos idóneos teloneros y, sobre todo, unos impecables discípulos aventajados. Los adictivos riffs del debut de Boston, en modo de susurrante hilo musical, remataron este satisfactorio reencuentro (emocional, en mi caso) con uno de los pilares del rock hispano.
Setlist Asfalto:
Intro / Déjalo así
Crónica de un tiempo
Más que una intención
Nani Albox
Paradoja
Lluvia de Abril
Molinos de viento
El pescador de sueños
La batalla
Melani
School (Supertramp)
Los pies de Buda
El viejo
Es nuestro momento
Días de escuela
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Rocinante
Ser urbano