Séptimo disco ya de los británicos Asking Alexandria y en este vuelven a arremeter con los sentimientos primigenios de cuando empezó la formación original. Es un intento de volver sobre sus pasos, recoger cable y reempezar Asking Alexandria. En el concepto del disco hay una búsqueda filosófica personal e intimista propia del oráculo de Delfos: “el conocerse a uno mismo”.
Interesante disco con excepcional sonido, pero lo que está absolutamente claro es que el grupo abraza la comercialidad y que se acerca a una especie de hard rock para todos los públicos con algunos posos de lo que fueron en sus inicios, pero todo bastante desdibujado o tapado. El metalcore con el que les vimos nacer y esos cambios de registros vocales brillan por su segunda línea en muchos temas. También se han alejado de esas experimentaciones de su anterior Like a House on Fire.
La voz de Danny Worsnop es el gran activo del combo y así de bien lo demuestra en la melódica y pegadiza “Find Myself”, que un poco recoge todo el concepto filosófico del grupo. Ese final con cuarteto de cuerda le da mucha solemnidad y resulta un lujo bello y sorprendente. Y aunque a la gente le duela, cortes como “Faded Out” están más cerca de una boy band y de Backstreet Boys y de *NSYNC que del hard rock. Incluso incluyen un rapeado con cambio de tercio para darle algo más de dureza a la propuesta.
El single por antonomasia, y puede que lo mejor de la obra, es “Alone Again” que viene acompañada por su propia intro con acústicas. Grandes coros, muy intensos y melódicos. El sonido es matador, gentileza de Matt Good, y hay una sobreproducción que le sienta de maravilla al disco. Grande Ben Bruce a las guitarras y un estribillo de los que se te quedan en la primera escucha. Juegan realmente bien con los tiempos sincopados y las cadencias que siempre les han definido.
Personalmente la otra canción que considero que va a quedar como clásica es “Never Gonna Learn” especialmente por ese riff silbado que la hace tan atractiva. Aquí sí que la calidad compositiva de versos y estribillo es estelar. “If I Could Erase It” tiene todos los ingredientes clásicos de Asking Alexandria y estamos ante una de las canciones más fieles a sus orígenes. Ampliamente disfrutable con esa gran pegada de James Cassells tras los parches. Es innegable la calidad de Worsnop a las voces y en “You’ve Made It This Far” hay mucha clase y exigencia vocal. Sigue siendo otro tema muy melódico, y por momentos puede llegar a sonar a Disturbed.
La otra baladita del compacto es la que da nombre al disco y que va tomando intensidad y gana momentos más agresivos, destacando el bello piano de Sam Bettley. Entre lo más conseguido está la peleona y combativa “Fame”, con madera de single y un muy buen trabajo de guitarras en afinaciones muy graves. Una de las que más gustará a sus primerizos fans. Atmosférica y más libre es “The Grey”, siendo ideal para cerrar y luego tocaría hablar de “Misery Loves Company”, con un riffeado profundo y pesado enfrentado a la melodía manifiesta. Se es da bien eso de buscar los contrastes.
El disco no ha entrado en listas ni en Estados Unidos ni en Inglaterra, síntoma inequívoco que la banda va un poco en recesión después de siete discos. Les toca remontar el vuelo tras el experimental Like a House on Fire y parece que han intentado abrazar lo melódico y accesible con tantas ganas que se han pasado de frenada. Veremos si estamos ante un nuevo comienzo como ellos pretenden o ante una caída progresiva. Lo que está claro es que el grupo tenía un algo especial en sus inicios… ahora son mejores músicos.