Reflexionemos y seamos lo más objetivo posible. De entre todas las bandas clásicas de los años ’90 que sigan en activo del circuito del death metal, ¿quiénes creéis que se encuentran en mejor forma o estado de salud? Por encima de los Obituary, Cannibal Corpse, Unleashed, Entombed (AD), Morbid Angel, Carcass, At the Gates o Morgoth (nuevamente separados), aunque la disparidad de opiniones esté ahí, creo que la gran mayoría que lean estas líneas, se aventurarían a dar como posible respuesta los neerlandeses Asphyx. Y es que, tras su reunión en 2007, los huestes de Martin Van Drunen y compañía, han lanzado una trilogía de álbumes francamente muy sólidos, como son Death…The Brutal Way (2009), Deathhammer (2012) e Incoming Death (2016). Un triunvirato de trabajos que como sus propios títulos indican (de ahí que todos ellos tengan el denominador común de la palabra death), tienen como santo y seña su inamovible y característico death metal aderezado de sus inconfundibles fraseos doom.
Fraguado durante uno de los años más malditos para la era moderna como ha sido el pasado 2020, prosiguen con su incontestable y excelente estela de grabaciones anteriores. ¿Novedades? ¡ninguna!, porque a estas alturas de la película, ¿quién demonios las quiere con una institución como lo es Asphyx?
No obstante, lo primero, es que si uno presta especial atención nos toparemos con algún ligero y nimio cambio, casi imperceptible, sobre todo a nivel de producción/sonido. Matices que lo llaman. Por un lado, han dejado de contar con los servicios de Dan Swanö, su productor de confianza tras su regreso, para hacerlo con Sebastian «Seeb» Levermann (Brainstorm, Rhapsody of Fire, etc), un ingeniero de sonido digamos de ‘otra escuela’ y con un background diferente al del multinstrumentista sueco. Y es que esos pequeños detalles y matices, se vislumbran en una producción poderosa, un poquito más depurada respecto a sus predecesores, aunque manteniendo ese toque ‘sucio’ que un género como el death metal que factura Asphyx ha de presentar.
Porque dentro de los cánones y límites que presenta facturar un estilo como el de los holandeses, Necroceros exhibe cierto dinamismo, es inusitadamente pegadizo, incluso muestra una palpable frescura si se me permite la expresión y un músculo metálico sin parangón. Y ahí es donde reside gran parte del mérito, ya que la verdad es que muchas de las canciones de este trabajo, podrían comportarse clarísimamente como singles del mismo. El disco no se hace para nada lineal o aburrido, con los típicos clichés manidos del estilo, ya que tendremos cortes vigorosos y enérgicos como “Botox Implosions” o el que abre el elepé “The Sole Cure is Death” entre otros.
Si bien siempre han sido una banda que se han sabido desenvolver correctamente con los arreones o partes más rápidas del death metal, huelga decir que donde especialmente brillan y se desenvuelven a las mil maravillas, son en sus poderosos y aplastantes medios tiempos, como así lo atestiguan la dinámica “Mount Skull”, la cadenciosa “The Nameless Elite” o la pesadísima “Three Years of Famine”. Incluso se permiten un arranque a modo de manifiesto guiño/homenaje bolt-throweresco con “Molten Black Earth” que sencillamente es para quitarse el sombrero. Magnífico. O el por qué no, el densísimo y oscurísimo homónimo corte que da título a este elepé, un brillante ejercicio para dar el carpetazo final a estos algo más de 50 minutos de brillantez en forma de death/doom metal.
No he mencionado en ningún momento a Van Drunen. O más bien me tendría que referir a él como la voz. Una vez más, no vamos a descubrir sus servicios con su particular y característica voz que proyecta agonía, desesperación, decadencia, dolor y muerte, resultando ser el paradigma y la llave con la que se han ganado su status de culto todos estos años Asphyx.
Creo que fruto de la excitación en las que nos encontramos, motivado por la pandemia mundial de Covid-19 y porque apenas ha echado a correr este 2021, es lícito encontrarse con aseveraciones del estilo, de que este Necroceros se aupará a los más alto entre los discos más destacados de este año. No lo niego. Pero también seamos cautelosos, queda mucho tiempo por delante y mucha música por desgranar. ¡Ugh!
Otra de mis pasiones es la prensa escrita musical. Con sus luces y con sus propias sombras. Poseo una dilatada experiencia en medios como el extinto Pitchline’Zine (2005-2016) del que fui redactor-jefe o Subterraneo Zine (2017-2019).