Empiezo a escribir esta review sin tener, ni siquiera, el disco. Y lo hago así para plasmar mis expectativas, esperanzas y temores sin estar influenciado por nada (bueno, por los temas “Moonglow” y “The Raven Child”, que ya se han lanzado).
Si alguien me ha ido leyendo durante este año y medio ya sabe lo trascendente que es el trabajo de Sammet para mí, tanto en Edguy como en Avantasia. Los dos Metal Opera (2001, 2002), bautizados por un don nadie como Kai Hansen como los Keepr of the Seven Keys pt 3, fueron un soplo de aire fresco a una escena que lo necesitaba. Lo que parió un chavalillo de apenas 20 años fueron dos de los mejores trabajos del estilo, la recuperación de un absoluto fuera de serie como Michael Kiske y poner de moda la ópera en el metal, entendiendo esto como muchos cantantes interpretando diferentes personajes. Luego vendrían muchas más de varios estilos.
A partir de ese momento, cada nuevo disco de Avantasia fue una sorpresa, pues se dijo que no habría más. Yo doy otro paso y digo que cada disco nuevo supuso una pequeña (r)evolución en su propio estilo, pasando del power más power a lo más sinfónico de la actualidad, pasando por todo el intervalo que hay. Si The Scarecrow (2007) tuvo la línea más rockera, fue con The Mistery of Time (2013) donde se asentó la vena sinfónica que tiene el grupo a día de hoy. Este último, por muchos considerados el mejor disco de Sammet cuando salió, es el que menos me gusta de Avantasia, y con diferencia. Ghostlights (2016) supuso una continuación del anterior, siguiendo el mismo estilo. Lo consideré gatillazo… hasta verlo en directo. Lo que no me había transmitido escuchándolo en CD se transformó sobre el escenario de la Razzmatazz y, posteriormente, en el Rock Fest. Todo esto se ejemplifica perfectamente en “Let the Storm Descend Upon You”, canción que al principio me pareció infumable y que, tras verla en directo, adoro.
Así pues, ¿qué espero de este Moonglow (2019)? Pues basándome en los dos temas de adelanto, lo mismo. Grandes canciones, una producción cuidadísima (creo que Paeth es tan importante para Avantasia como el propio Sammet), temas muy largos, detalles que hará falta escuchar cuatro o cinco veces para apreciarlos… pero nada nuevo, ninguna evolución. Y es ese «más de lo mismo» lo que más temo. La entrevista que hicimos a Sammet, así como sus redes sociales, ya indican que ha podido hacer lo que ha querido, sin presiones, sin timmings, pura creatividad. Y me da que será una continuación de sus dos últimos discos. Así que, aunque seguro que este álbum está en mi top 5 anual, estoy convencido de que sacaría mejor nota tras el 26 de abril, cuando haya acabado su concierto. Ahora a esperar el disco y escucharlo varias veces… ¡Miedo me da!
Bueno, pues ya está escuchado, y puedo jactarme de no haberme equivocado ni en un milímetro. Efectivamente, Moonglow es un gran disco, con una gran producción, mil arreglos, voces por doquier y que, sin duda, estará en el top 5 anual… pero no aporta nada nuevo, y para mí eso es un handicap. Es decir, el disco está muy bien pero la sensación de haberlo escuchado está. Como con Ghostlights, se me hace algo pesado (aunque gana con las escuchas), pero no tengo duda alguna que tras el directo, el disco ganará mucho. Quizá en eso se ha convertido Avantasia, un grupo de directos más que de discos. Sea como fuere, para gustos los colores.
En general los temas más power quedan relegados, mientras que los más sinfónicos e, incluso, extravagantes ganan fuerza. Como curiosidad, uno de los grandes baluartes del grupo, Michael Kiske, solamente canta en un tema (quizá por estar ocupado en otros asuntos más calabaceros), mientras que Geoff Tate le ha robado protagonismo, como si fuera una especie de sustituto. En mi opinión una pena (sin desmerecer a Tate, claro), pero el negocio es el negocio y así vienen las cosas. Las canciones, aunque largas (demasiado para mi gusto), aportan diversidad, y eso sigue siendo un tanto a favor del genio alemán bajito, dando una sensación general de grandilocuencia y (casi) solemnidad, algo alejada de la diversión a la que Sammet nos tenía acostumbrados, aunque más en Edguy que aquí.
En total son 11 temas, diez propios y una versión para acabar. Empezamos donde “Mystery of a Blood Red Rose” lo dejó, con “Ghost in the Moon” y el mismo aire meatloafero. Lástima que este no quisiese cantar, porque le viene a pelo. Es una de esas ocasiones en las que la canción es demasiado larga, casi diez minutos. Quizá con algún aire más sinfónico y grandilocuente que la mencionada del disco anterior, esta podría ser perfectamente la segunda parte. Piano preciosista que da paso a un ritmo más rockero, es uno de los ases del disco.
“Book of Shallows” le da a la velocidad. Aunque en los pasajes es más medio tempo, estribillo y demás raya el power, especialmente en el estribillo. De hecho, con las escuchas me recuerda, en ciertos pasajes, a “Scales of Justice”, por su crudeza. Creo que en directo puede funcionar muy bien. Sammet, Petrozza, Atkins y Kursch están excelentes. “Moonlgow”, el tercer corte, no nos es desconocido, pues a principios de año se lanzó como single. Muy en la onda “Lost in Space”, el tema mezcla el hard rock y el pop de forma magistral. Candince Night pone el contrapunto magistral al alemán. El cuarto tema también nos es conocido, pues se trata del primer single, “The Raven Child”, y sus más de 11 minutos. De verdad, en temas tan complejos y con tantísimos detalles, hacerlos tan largos es una apuesta muy arriesgada que no siempre sale bien. A ver, entendámonos, es un temazo, pero si en vez de 11 minutos durase seis o siete, sería mucho más redondo. Sea como fuera, los matices, arreglos, pasajes folk y metaleros son tremendos. Lande lo hace como es habitual, y Hansi se luce.
“Starlight” es muy edguyana. Mucho más ligera, casi simple, que sus predecesoras, movida y en ocasiones alegre, es una composición típicamente de Sammet. Bajamos el ritmo con “Invincible”, a ritmo de piano y Tate. Balada preciosista aunque no destacable que sirve como intro (larga) de “Alchemy”, el segundo de los temas de Tate. Por decir algo, en su contundencia, me recuerda a “Draconian Love”, con riffs potentes muy marcados por la batería y el bajo. El estribillo sube, como suele ser típico en lo que Tobias escribe, pero si algo caracteriza a la canción es lo ya mencionado: contundencia. La estoy escuchando ahora y, en cierta manera, me ha venido a la cabeza el sonido de “Minstry of Saints” de Edguy.
“Piper at the Gates of Down” es de las más rápidas del disco. Podríamos considerarla un tema de power metal con todos sus elementos, aunque con tanta sinfonía me cuesta ponerle esa etiqueta. Eso sí, el estribillo funcionará en cualquier parte que lo pongas, sobretodo encima de un escenario (¿he oído “Stargazers”?). “Lavender” es Bob Catley 100%, muy en la honda de todo lo que ha cantado en Avantasia.
Y ahora sí, esto sí es la vieja Avantasia, la más mía. Con Kiske a la cabeza y un título muy peliculero, “Requiem for a Dream” es power puro y duro: rápido, melódico, divertido… uno de los mejores temas del disco, sino el mejor. ¿Qué queréis? Soy un enamorado de las Metal Operas. Y así, canción a canción, llegamos al final con “Maniac”, la versión de la mítica película Flashdance que el año pasado ya versionaron The Poodles (y que mil grupos han hecho). Sammet no suele hacer buenas versiones (aún me desgarro el cráneo con su “Cum on Feel the Noize”. Horrible), pero esta tiene su encanto, con un sonido muy suyo y con la inconfundibilidad del tema.
En ciertas ediciones, que no es el caso de la que he escuchado, hay un bonus track, “Heart”. Pero como no lo he escuchado, no diré nada.
Todo lo que no es música es perfecto. La portada es la más bonita que Sammet ha tenido en su carrera, por encima de The Scarecrow, y refleja perfectamente lo que encontrarás al darle al play. En cierta forma, además, el disco es conceptual. No nos cuenta una historia pero sí que hay conexión entre las canciones, las de seres fantásticos que no encuentran su sitio en el mundo. Algo totalmente sammetiano y que, personalmente, me encanta.
Como digo, Moonglow está absolutamente destinado a ocupar posiciones de lujo en los tops de finales de año, pero la falta de sorpresa y la duración de algunos temas le penaliza. Me parece mejor que Ghostlights, no digamos ya The Mystery of Time, pero a Avantasia le pido algo más porque sé que lo puden dar. Me resulta muy difícil ponerle nota, pues podría ir desde un 7 (si penalizamos lo ya mencionado) a un 9, o más, tras escucharlo en directo. Así que lo dejaremos en algo intermedio.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.