¡PULSERACIÓN! ¿Hay una palabra más molona que esta? Su significado es simplemente “ponerte la pulsera”, pero en el Rock Imperium eso se llama PULSERACIÓN, y a eso acudimos a primera hora, mientras nos dábamos un paseo por la zona. Hierba, un carril bici de por medio, tiendas oficiales, alguna de camisetas y discos, una zona de comida variada y repleta, un par de beer gardens a la sombra y un recinto en forma de tubo, muy acotado, que ya te hacía ver que si eso se llenaba, uno no podía desplazarse a los lados y que le tocaría irse para atrás.
No hubo colas, tampoco mucha gente, y de verdad que fue una gozada de día. El abrazo del sol murciano fue cariñoso, sin apretar, todo un lujo. Las gentes de la ciudad vivían con ilusión la celebración del evento y el centro de la urbe es muy bonito, también el emplazamiento amurallado, cercano al puerto. Quizá alguna sombra más se hubiera agradecido, pero en general todo estaba perfectamente equipado y pintaba muy bien. La pulsera de pago funcionó perfectamente y no hubo incidente remarcable alguno. La gente de la ciudad estaba encantada con el pacífico público metalero.
Lándevir conjugan todo lo bueno y malo del power folk nacional
No soy un experto de metal nacional, ni mucho menos, y en estos festivales es cuando tengo la oportunidad de degustar a las bandas patrias. Ser la primera banda de un festival es siempre un caramelo envenenado, pero no les fue nada mal a los eldenses power celataleros, que salieron con la banda sonora de Piratas del Caribe. Sexteto muy melódico con flauta travesera poco protagonista y más dada a arreglos que a lo solista, haciendo el trabajo que suelen hacer los teclados.
Francisco despachó meritorios agudos y algo de timidez en los parlamentos junto a un Jose María, muy diestro en los solos. Quedan un poco entre dos aguas, como si hubieran empezado siendo muy folkies y estuvieran en plena reconversión hacia un hard rock melódico en temas como “El espíritu del viento”. Aliñaron con una bailarina invitada y aprovecharon bien la pantalla trasera con imágenes de portadas y videoclips.
En algún tema tiraron de coros enlatados, en otros de reales, y la gente respondió bien al son de “Buscando un paraíso” y con ese gran single que es “Never Stop Dreaming”, en el que cuentan con Jeff Scott Soto en estudio. Buscaron un set de contrastes con algún tema oscuro para luego rematar la faena con “Leyendas del Medievo” y la festiva “Las mil y una noches”, con vampira bailando incluida.
Hubo mucha gente que quedó encantada con la propuesta, pero para un servidor hay demasiados tópicos y clichés aparte de quedar en una especie de tierra de nadie entre el hard rock melódico y el folk. Son muy buenos, pero hay muchas bandas similares… Y eso les complica el dar un salto a mayores.
Rhapsody of Fire cumplen bajo el sol
Quedar divididos en dos facciones no ayuda para nada a que una banda tan fundamental como fueron Rhapsody entre finales de los 90 y principios de los 2000, y a ser valorados como merecieran. En Cartagena estuvo la versión “of Fire”, la de Staropoli, el eterno y forzudo teclista que ha conseguido un grupo a la altura. Siempre cumplen, pero recordemos que esta gente tocaba en festivales veraniegos en horarios de privilegio…
Sobre el sol murciano abusaron de intro y outro lo cual es un error contumaz con el que se empeñan desde Legendary Tales. El sonido de “I’ll Be Your Hero” era atroz, por lo que tuve que desplazarme una hectárea atrás. Giacomo Voli es un vocalista excepcional, pero también un clon de Fabio Lione. Hay toda la cabalgata de orquestaciones, pero dan cancha para los muchos detalles técnicos como en “Chains of Destiny”. Y es que sus nuevos discos valen la pena, el problema es que los escucha poca gente.
De su penúltimo disco destacó el “The Legend Goes on”, un arsenal de tópicos que quedó en nada cuando, tras saludar Voli, nos regalaron el “Dawn of Victory” y vivimos en primeras carnes el primer gran momento del festival. Roberto De Micheli tira más de tappings que Luca Turilli, como marcando diferencias, caso de “Rain of Fury”, otra de las más recientes. Nos presentó el vocalista al grupo para luego atacar “Son of Vengeance”.
Pero estábamos allí para disfrutar de los clásicos y ese fue la eterna “Emerald Sword”, excelsa composición que les destacó en su día como los mejores en lo suyo. A Rhapsody solo le veo la única salida de volverse a juntar para elevar caché y tener mejores horarios. Lo peor de todo es que el material de Rhapsody of Fire es bueno, pero sin Lione ni Turilli no es lo mismo. Técnicamente perfectos, pero volvieron a terminar antes de tiempo.
Sodom ofrecen el show de festival perfecto
El tito Tom Angelripper sigue siendo una auténtica máquina del directo y la formación actual es tremenda. Sólo me puedo quejar de que en pleno aniversario del M-16 lo obviaran casi totalmente, pero Tom es perro viejo y sabe cómo encarar un show de festival. Se marcó dos versiones: el “Iron Fist” de Motörhead” y el “Surfin’ Bird” de The Trashmen. Son temas que hacen bailar hasta los que despotrican del thrash metal alemán.
Entraron jugando con el guitarreo generalizado y atacaron a la yugular con cortes como “Sodom & Gomorrah” y “Sodomized”. Tom vestía una camiseta antigua de Tank, tan vieja, que se le rompió en el tramo final al levantar el brazo. Doble guitarra abrasiva para “Agent Orange” y un sonido casi perfecto. “Hola cabrones, viva España” fue el primer contacto con el respetable. Realmente ese hombre va sobrado de personalidad, y es que es toda una institución.
“Conflagration” nos demostó que el trabajo de Toni Merkel tas los parches es sencillamente brutal. Hubo un recuerdo a su primer trabajo en “Outbreak of Evil”, seguida del cansino “oéoéoéoé”. Pero saben cómo ganarse a la gente, de eso no hay duda. Tremendo final con “The Saw Is the Law”, “Nuclear Winter” y una rabiosa “Bombenhagel”, que fue de lo mejor, ya no de la velada, sino de toda la primera jornada.
Si os digo que Sodom realizó el concierto perfecto de festival no exagero para nada. En tablas pocos les igualan y supieron entretener incluso a los que ni les interesa el thrash germánico. Perfecto balance entre temas, todos empalmados sin descanso, justo lo contrario que Rhapsody of intros.
Bush defiende con galones lo más alternativo del festival
La papeleta de Bush era tremenda siendo el grupo más alternativo de esa primera jornada. Nada más acabar Sodom centenares de personas se fueron a comer. Es triste, pero para mí, el hecho de poder ver a una banda que nunca he podido ver en directo, me pone tanto como los cabezas de cartel. Post grunge inglés, queda ahora como un recuerdo de mediados de los 90, pero oigan, que este grupo tiene (posiblemente) tantos discos de platino como Whitesnake, o más).
Agradecimos la perfección de sonido para material nuevo como “The Kingdom”. Estaban decididos a jugar entre su último disco y su debut, hecho que nos dejó sin algo tan básico como “Glycerine”. Conscientes de jugar fuera de casa pusieron un extra de entrega y clase en “Machinehead” y “Quicksand”, a la que hicieron terminar con un fragmento del “Children of the Grave” de Black Sabbath. Se apoyaron mucho de la pantalla trasera con imágenes y videoclips y con un Gavin Rossdale que alternó la voz solista con la guitarra eléctrica.
De entre el nuevo material destacar el “Blood River” y la enorme pegada de Nik Hughes. Había más curiosidad que fanatismo entre los presentes, pero para eso están los festivales. De verdad que me parece uno de los grandes lujos del festival el haber incluido a Bush. Cayó la histórica “Everything Zen” y en la bellísima “Flowers on a Grave” Rossdale hizo su larguísimo paseo entre el público hasta llegar a la zona de movilidad reducida. Aquí se ganó un aplauso de los que hacen época.
Terminaron con el “Comedown” y ya con la voz algo tocada de todo el esfuerzo anterior, pero el peso de los clásicos es el que es. Disfrutamos de lo lindo y vivimos algo diferente a lo que ofrecía el resto de cartel. Ver a Bush en esas condiciones fue toda una maravilla.
Lacuna Coil vive una segunda juventud
Los itálicos tienen también muchas tablas y saben perfectamente como encarar los shows de festivales. Se agradece que vayan pintados los músicos, que la Scabbia no te machaque con parlamentos de autoayuda como antaño y que hayan aparcado la versión de Depeche Mode. Intro de rigor, muy directos, con algo de apoyo tecnológico y con bajista (algo que no siempre sucede).
Salieron con “Blood Tears and Dust”, “Kill the Light” y “Trip the Darkness”. Andera Ferro y Cristina Scabbia jugaron a ponerse y quitarse las capuchas, empalmando los temas sin pausa. Había mucha gente entregada y convencieron ampliamente. El problema es que los he visto tantas veces que ya lo encuentro todo muy previsible. Coti Zelati y Richard Meiz forman una gran base rítmica y Diego les ha aportado en su nuevo material solos de guitarra, algo de lo que siempre habían renegado bastante.
“Apocalypse” vino con orquestaciones enlatadas, luego “Layers of Time” y una de las favoritas de sus seguidores: “Heaven’s a Lie”. Más allá de los clásicos su nuevo material suena realmente duro y Ferro tira de muchos guturales. Terminarían con el “Our Truth” y el “Nothing Stands in Our Way” para deleite del personal en una actuación que se hizo corta. Soy de los que siempre reclama más material antiguo, pero innegablemente siempre funcionan maravillosamente bien en festivales, toquen lo que toquen. Lacuna Coil son garantía de calidad.
Avatar no enamora, pero apunta hacia arriba
Turno de los suecos Avatar que se marcaron la vacilada del día con un tema de Julio Iglesias de fondo para ir repartiendo rosas entre el respetable. La tecnología les jugó una mala pasada, y eso que habían empezado muy fuertes con “Hail the Apocalypse”. Resultaron algo alternativos e inclasificables para el público congregado allí. El tiempo dirá, pero su propuesta es de lo más rompedor y atractivo que hay en el circuito metal actual.
Hubo problemas con la programación del ordenador por lo que el batería John Alfredsson lo paso mal y dejó solo ante el peligro a Johannes que intentó entretener a los presentes, pero… todo tiene un límite. Finalmente desistió. Disfrutamos de ese nuevo clásico que es “Colossus” combinando contundencia con voces agudas y guturales. Es fantástico ver al payaso del averno refrescándose, bebiendo de ese bidón de gasolina, mientras nos decía que era el primer concierto importante de festivales que hacían en dos años largos pandémicos.
“Wormhole” evidenció la tradición In Flames–The Haunted que poseen, y a la vez, la virtud de buscar siempre algo nuevo. El bajo de Henrik Sandelin estaba totalmente presente para que luego, el vocalista, apareciera con sus movimientos robóticos y armado con esa vara para bienvenir “Bloody Angel”, otra de las imprescindibles ya en su catálogo. Luego hicimos el parabrisas ante el titánico y melódico estribillo de “The Eagle Has Landed”. Luego, tiempo para un parlamento, algo de lo que suelen abusar, pero Johannes de carisma va sobrado…
Del Avatar Country solo cayó el “Statue of the King”, pues intentan meter tierra de por medio después de algo tan redondo. Quieren demostrar que van más allá de esa obra, y de veras que lo consiguen. Luego gran final con “Smells Like a Freakshow”, acompañada de una canción de feria para dejar al grupo saludando mientras se despedía. Definitivamente Avatar es grupo para ver en su propio show y un concierto de festival, de momento, no les hace justicia. Eso no quita de que estemos ante una banda destinada a reinar.
Amorphis nos dejan con ganas de mucho más
De Amorphis solo puedo decir que es una de las agrupaciones por las que siento especial debilidad y poderles ver en directo es siempre algo enorme. El arte de sus discos y esos colores se fundieron con el impecable directo del sexteto finés al ritmo de “Northwards”. Los nuevos temas suenan excelentemente bien al lado de los clásicos y especialmente “On the Waters”. Echamos de menos los micros vintage de Tuomas Joutsen, pero disfrutamos de los juegos de voz rasgada a limpia.
Esa Holopainen lleva el pelo más largo y los teclados de Santeri Kallio se hicieron oír en “Death of a King”, excelente rescate del Under the Red Cloud. Hubo un momento en el que el sonido quedó pulcro y bien fijado para lanzarnos la tremenda “Silver Bride”, que daría paso y ticket al pasado con “Into Hiding” del Tales from the Thousand Lakes. Hubo un gran equilibrio entre lo viejo y lo actual y el grupo se atreve perfectamente con los coros reales, con Olli-Pekka dando el callo.
Lo más comercial asomó con “Wrong Direction” y “The Moon”. Ganaron devotos y afianzaron los ya fieles. Grandes en “Black Winter Day”, con Tuomas vistiendo esa camiseta de Danzig y soberbios con esa balada étnica y atmosférica que es “My Kantele”. “The Bee” ha pasado ya a ser todo un clásico y “House of Sleep” cerró como absoluto clásico. Tienen canciones excelentes para cuatro horas y el tiempo pasaría volando, como así sucedió. Destacar especialmente la labor vocal de Joutsen y que el sonido estuvo a la altura del grupo (algo que no siempre consiguen).
En un mundo en el que la lógica fuera explicable Amorphis serían la banda más evidente a suceder a los grandes dinosaurios del rock. Lo ofrecido en Cartagena es la enésima demostración de lo especiales e inmensos que son. El día que el mundo descubra a Amorphis su historia dará un vuelco…
Black Label Society se marca uno de los shows del festival
Me perdí el concierto de Barcelona debido a una gastroenteritis, y vaya, no me hubiese importado para nada hacer doblete puesto que Zakk Wylde está a un nivel estelar. Sigue siendo ese loco de siempre que vi en Wacken del 2000, sólo que ha cambiado el whisky por agua, la cadena por una cinta y ya no se escupe encima mientras toca. Agradecimos que llevara otro guitarrista como en el disco Doom Crew Inc. y fue emocionante ver como el telón caía y él aparecía sobre esa tarima en la que se pone con su posturita de piernas semiabiertas.
“Bleed for Me” atronó con ese muro de bafles detrás, con un visible crucifijo sobre calaveras en el pie de micro, un piano de cola y la sempieterna falda escocesa. El cuarteto sonaba potente y acompasado indagando en “Demise of Sanity” del 1919 Eternal (muy buenos coros reales) y “Destroy and Conquer”, en la que ya había cambiado de guitarra. Wylde posee varios cortes que se acercan mucho al material de Ozzy, así que para poner tierra de por medio estaba “Heart of Darkness”.
Obviamente los solos fueron el gran atractivo del concierto, estando perfectamente integrados en los temas y acordes con unos juegos de luces muy trabajados. La energía y personalidad que desprende contrastó con la entrada casi de misa en “A Love Unreal” y ese medio tiempo que es “In this River”, conteniendo uno de los grandes solazos de su discografía. Luego la oscura “You Made Me Want to Live”, con mucha testoesterona, a pesar de que brindó con una botella de agua.
El momento absoluto vino con la balada “The Blessed Hellride” en la que se sentó al piano de cola y en la que aparecieron de fondo las imágenes de los hermanos Darrell de Pantera, ambos fallecidos. Salieron también los chorros de humo, que lo hacían en ocasiones puntuales dando espectacularidad, para seguir con “Trampled Down Below” y “Set You Free”, tema que suena 100% al Madman.
El wah wah dominó ese “Fire It Up” mientras nos lanzaban balones y se fueron animando, primero con un solo de bajo y luego con un espectacular solazo doblado con las dos guitarras detrás de la espalda. Allí estuvieron un buen rato Zakk y su fiel escudero. En “Suicide Messiah” apareció un invitado poniendo voces de megáfono y nos regalaron unos cuantos riffs de Black Sabbath para rubricar con “Stillborn”.
Zakk levantaría su chaleco con el logo del grupo, con el sonido de acople de fondo, ante un público absolutamente convencido. Quedó el “New York, New York” de fondo mientras el grupo se despedía agradecido. Hay gente que no soporta su voz, pero yo soy de los que piensa en que el día que no esté Ozzy… tendremos a Wylde para que nos cante todas esas canciones.
Avantasia recupera toda la magia con importantes cambios de formación
El cansancio parecía poder con nosotros, pero cuando te quedan dos horitas de Avantasia… uno saca fuerzas de flaqueza. Menudo show lleva Sammet esta vez… Las dos últimas veces salí muy decepcionado de este circo vocal y era en gran parte por el señor Geoff Tate, que sustituía a Michael Kiske. Nunca ha estado a la altura y ya no es el excepcional cantante que fue en su día. El concierto fue hechizante y las dos horas pasaron en un suspiro.
El “You Shook Me all Night Long” de los AC/DC sirvió para introducirnos a su directo, en el que cayó el telón y vimos a toda la tropa atacando el “Twisted Mind”. Hasta nueve personas sobre las tablas incluyendo a auténticos jefazos como son Sascha Paeth y Miro exs de Heaven’s Gate, Oliver Hartmann de At Vance y ese trío de voces doradas y variadas en las que destaca Herbie Legans y la excepcional Adrianne Cowan.
Apareció en el alto de la tarima el musculado Ralf Scheepers para esa primeriza “Reach Out for the Light”, y de verdad que cumple perfectamente por mucho que siempre pienses que Kiske encajaba mejor. Tobi nos dice que buscaba cantante para su nuevo disco y que Ralf era perfecto. De paso ya nos dijo que en otoño sale a la venta y que el de Primal Fear es “una máquina de gritar”. Os debo confesar que es la primera vez en mi vida que vi que el tiempo ha pasado para Tobi Sammet, un tío que, como Michael J. Fox, parecía que sería adolescente toda su vida.
Ya de paso estrenó en directo su nuevo single “The Wicked Rule the Night”, también con “el calvo”, que daría paso a “The Scarecrow” con un Jorn Lande muy entonado. A nivel de sonido todo era exquisito, con el bajo perfectamente audible y pudiendo notar las diferentes modulaciones de voz de ese trío vocal. Como suele pasar, Eric Martin estuvo de cine en “Dying for an Angel”, siempre con su bufanda.
Y la sorpresa de la noche fue ver aparecer a Ronnie Atkins para cantar “Invoke the Machine”. No dábamos crédito al nivel vocal del danés, que sigue padeciendo un cáncer en fases muy avanzadas. Habló un poco y compartió protagonismo vocal con una Adrianne colosal, que os puede recordar a Tatiana de Jinjer por la enorme amplitud de registros. Luego apareció por un lateral Bob Catley para cantar “The Story Ain’t Over”. De verdad que la selección de temas bordeó la perfección. Ina Morgan también tuvo su momento, pero Adrianne se la come.
A todas estas cabe decir que Sammet cantó perfectamente bien y que hizo sus habituales parlamentos, pero sin hacerse pesado, cosa que a veces roza a que suceda. Se marcaron un tema muy largo como es “Let the Light Descend Upon You” con Atkins y Lande. Tobias nos dijo que en los ensayos había llegado a llorar al verla en directo. Luego se quedó Jorn para cantar junto a Martin el “Promised Land” -sin Sammet sobre escena-. Los solos de Hartmann y Paeth estuvieron perfectos e incluso las panderetas de Catley eran audibles.
Uno de los grandes atrevimientos es que Tobi ha decidido que sea Eric Martin quien cante “Avantasia” junto a él. Recordemos que es un tema de Kiske-Tate, por lo que no le tocaría, pero es tan bueno el de Mr. Big, que no sólo cantó sus partes, es que Tobi le cedió el estribillo. Sencillamente espectacular. El también líder de Edguy tiene una curiosa tradición que me encanta, y no es otra que preguntar el precio de la cerveza en cada sitio que canta. Siempre se indigna…
Para “Farewell” volvió Cowan en modo princesita mientras el público hizo el habitual parabrisa con el brazo, cantando este himno folk a ¾. Presentó a toda la banda (que son muchos) y turno para el “Shelter from the Rain” con Scheepers y Bob Catley. Se quedó el cantante de Magnum para la exigente “Mistery of Blood Red Rose”, otro tema en el que parece que Sammet juega a mover piezas, pero en esta no creo que Catley encaje a la perfección.
Tiempo para el bis en el que Sammet e Ina entonaron el “Lost in Space”, que fue de las más cantadas por el entregadísimo público. Me fijé que en el ropaje molón de rockstar que lleva Tobias hay un galón en el que pone “Capitán”. Realmente la nave que comanda es importante. Saltaron luego todos a escena cantando desde el andamiaje y banando para regalarnos la habitual despedida que mezcla “Sign of the Cross” con “The Seven Angels”.
Espectacular show… de verdad que encantado de que los podamos volver a ver en el Rock Fest. Se agradece que el grupo haya vuelto a remontar el nivel pues es una fiesta impresionante y transmiten muchísimo. Dos horas en las que no hay momento para aburrirse. Lo que duele es que Avantasia no sea capaz de atraer a tanta gente como llenan los dinosaurios de los 80. No se pudo comparar el viernes con el sábado.
Leprous: Prog de madrugada en división de Champions
Y uno de los lujos del festival es el de dejar que cierre una banda de progresivo actual cada noche. Los noruegos se marcaron un directo monumental, y eso que era dentro del marco de un festival y a las tantas. Impresionantes y mágicos en “Out of Here” y “Below” con la excepcional voz de Einar Solberg y un grupo que funciona como un reloj. Su prog emocional impresiona y colaboró con ellos el trompetista Pablo, que terminaría saludando a la concurrencia.
Einar es un tipo inquieto y organizó un referéndum a mano alzada sobre si consideraban que Cartagena pertenecía a Murcia, pues hay mucho cartaginés que quiere independizarse de Murcia. Quedó claro que el chico se informa allá donde va… Mención aparte merece el espectacular batería (apabullate) y los movimientos teatrales de su líder.
Su esposa es ucraniana por lo que dedicó la canción al país y a su mujer confesándonos que se ha acercado hasta nueve veces a la frontera para ayudar. Grandes en “The Cloak” y espectaculares en “From the Flame” del Malina. Excepcional juego de luces y esos momentos con el teclado tocado a cuatro manos en cortes como “Nighttime Disguise” y “Below”.
Habló cuando tocaba, siempre interesante, tocando temas tan diversos como la Covid o el dolor de espalda de aguantar hasta el final de festivales veraniegos. Hubo también momentos de jam muy logrados que lucieron gracias a un sonido pulcro. Terminó Einar con guturales en un fin de fiesta que dejaba claro que este grupo está a un nivel superior. Apuesto a que todo el que se quedó a verles salió como acérrimo fan.