Después de una maravilla como Avatar Country estaba claro que se miraría con lupa el próximo paso discográfico de los suecos. Personalmente les sigo desde su homónimo Avatar el cual me impresiono de lo lindo por mucho que el combo no había dado el cambio oscuro y payasil, y podía ser considerada una banda más de death metal sueco. Su directo de entonces me dejó frío, no así sus discos posteriores a pesar de que tuvieron altibajos. Nunca me convenció Black Waltz. Tienen un concepto muy original, un cantante con unos registros amplísimos, ideas divertidas, que funcionan, y ya toda una personalidad propia. Avatar Country (2018) fue un salto de gigante y es uno de los mejores discos de este último lustro (o incluso década). Huyen de lo conceptual y ya en la entrevista no hay toda la parafernalia cómica que rodeó su anterior obra. Han pasado de la comedia a la trágica realidad, por eso el disco es tan agresivo, con unas letras más personales. Tampoco tenían pensado que fuera todo tan variado, pero el hecho de que varios miembros del grupo compongan facilita que esto suceda, lo cual es toda una bendición.
¿Y han conseguido superar Avatar Country con Hunter Gatherer? Pues la respuesta es sí y no. Esta es una obra oscura en la que la variedad es el denominador común. Tener a Johannes a las voces te permite irte de un lado para otro y jugar a todo. Es una obra muy cohesionada y volverá a ser todo un éxito, pero para nada tiene la inmediatez de su antecesor. Hay muchos viajes a Black Waltz, también a Hail the Apocalypse y también al “rey anterior”. Me ha sorprendido la elección de los dos singles de presentación, no optando por lo más melódico, y en ellos hay homenajes desde Mayhem a Kraftwerk en lo visual. “Silence in the Age of Apes” es toda una declaración de intenciones. Suena que atruena y estamos ante la canción más agresiva del disco tirando más de death metal clásico que de sonido Gotemburgo. Pero pasado por su filtro habitual la cosa queda impecable. John Alfredsson es una bestia a las baquetas y la agresividad y oscuridad que emanan te pueden. A nivel de solos de guitarras y riffs la cosa también luce como se espera. La escuela sueca de death metal no falla…
El inicio maquinal de “Colossus” tiene un pitido de alarma que recuerda la banda sonora de la serie setentera Iron Side. Aquí juegan con riffs Rammstein, voces profundas de aire gótico, pero aquí ya sale la voz aguda de Johannes. Pocos cantantes en la escena pueden hacer estos cambios de registro. El tema es ante todo original, especialmente inesperado en Avatar. Estamos ante un nuevo clásico con todas las de la ley. La joya, y la que más me gusta, es “A Secret Door” con un silbido de riff (hecho por Corey Taylor) que pone la base sobre la que fluye el tema. Suben hasta los seis minutos, cantada en voces limpias y acercándose a ese disco que es Feathers & Flesh. Las sorpresas se suceden y los cambios de tempo están a la orden del día. Esto es justo lo que esperas de esta banda tras una maravilla como Avatar Country. En “God of Sick Dreams” entramos en voces descarnadas y en la mala leche en los versos, pero dotan al tema de un estribillo infalible y melódico. A nivel técnico hay mucho con lo que fijarse y los detalles de producción son inmensos. Está claro que el grupo sabía que está en un momento clave. Sorprende que esté otra vez Jay Ruston pues poco o nada tiene que ver con lo que hizo en el disco anterior.
Aquí ya entramos en estribillos más accesibles, aunque siempre dotados de la dosis de fuerza y oscuridad como es el caso de “Scream Until You Wake”. Ya se atisba un teclado que da mucho color al tema, y ya que estamos, no hay sombra alguna de relleno hasta el momento. Hay silencios generosos entre temas y uno de ellos te introduce a la teatral “Child”. Aquí hay algo de Avenged Sevenfold pero no escatiman con guturales marca de la casa. No baja el listón y “Justice” me parece uno de los temas más completos y efectivos del disco con unos growls cercanos al metalcore, pero, otra vez, con otro de esos estribillos limpios que sólo ellos saben desarrollar. La dupla formada por Tim Örhström y Jonas Jarsbly consigue uno de los solos del disco. Pero si hay algo sorprendente e inesperado es la balada “Gun”, solo a voz y teclado. Y funciona, entronca con lo que es el concepto del disco y les suma otra cuerda más a su arco. Aquí puedes percibir el momento de calidad y atrevimiento de combo sueco.
El tramo final viene con la furibunda “When All but Force Has Failed” dominada por el bajo de Henrik y con otro solo perfectamente integrado a este trallazo de menos de tres minutos con base casi grind aunque suavizada por las guitarras de la escuela sueca. Otro giro de tuerca que juega a sorprender. Y siguiendo con cambios de registro lo más extraño es quizá “Wormhole”, inquietante pieza que llega a recordarme a Nevermore con extra de guturales. Por momentos me ha recordado a lo que perpetraron Warrel Dane y Jeff Loomis hace años, eso sí, siempre con la impronta del grupo escandinavo. Definitivamente hay algo muy Seattle en este tema. Es la menos vistosa, y no la tocarán, pero sé que si la escucho más será mi favorita. Luego hay una parte narrada, y sí, creo que con el tiempo Nevermore van a ser una de las bandas más reivindicadas por mucho que el mundo se haya olvidado de ellos.
Este grupo lo tiene todo para llegar a ser una banda de estadios y poder dar una salida cuando los dinosaurios se extingan. Con Hunter Gatherer se presenta candidatura, pues, por mucho que me quede con el anterior, aquí se asumen riesgos, se busca la sorpresa, se tiene la originalidad por bandera, y todas las composiciones están pensadas en ser trasladadas en vivo, ya sea para hacer cantar a su parroquia como para lucir su espectáculo. El disco es variado, sólido y capaz de demostrar que el nivel que atesoran a día de hoy es inalcanzable para la mayoría. Me sería difícil adivinar qué temas merecen ser representados en vivo pues para nada elegiría los dos singles que han escogido. Festivales hispanos, de cara a 2021 ya podéis fichar a esta gente. Posiblemente estemos ante un nuevo principio.