Os voy a contar una interioridad de Science of Noise. A este concierto teníamos que ir cinco personas: el redactor, el fotógrafo y tres más, ya que creíamos que el principal era un grupo que, más o menos, podría aglutinar gustos. El redactor dijo que no podía ir, así que por alguna razón me nombraron a mí, seguramente el menos indicado de los cuatro restantes, como plumilla. Uno de los otros, por trabajo, se cayó del evento, el fotógrafo dijo que si no íbamos los cuatro, él no iba, y cedió su puesto a otro cazador de instantes, y el último en cuestión tampoco pudo ir. Así que ahí me tenéis, sin comerlo ni beberlo, cubriendo un bolo para el que, ni de lejos, soy el redactor más adecuado. Así pues podríamos decir que, siguiendo la estela de la sección «la reseña improbable», esto es una «crónica improbable».
Abrían las puertas a las 18:00, hora temprana que parece que empieza a ser la tónica y que choca directamente con un horario, el nuestro, lejos del centro europeo y del sentido común. ¡Sí, aún en 2023, hay trabajos cuya hora de salida son las 19:00! En fin, cosas a revisar, pero que hicieron que con los primeros, la sala aún estuviera medio vacía.
Kassgotha
Desde Ginebra, en Suiza, nos llegaban esto señores, chicos y señorita a caldear la noche. Digo lo de chicos porque uno de sus guitarras, vestido muy surfero, me pareció que era tremendamente joven. El batería tampoco le iría demasiado lejos (y destaco que no dejó de sonreír en todo el show, ahí, viviendo el sueño), y la cantante… si es que podría ser su padre, ¡la madre que me parió!
Los suizos practican un metal de cierto toque extremos, con voces limpias y guturales, estas últimas, aparte de la cantante, del guitarrista. El setlist fue corto pero contundente, destacando «Before I Vanish». La respuesta del público no estuvo mal, teniendo en cuenta la escasez, lo poco conocidos y el poco tiempo que tuvieron. Grupo a seguir si te gusta el estilo.
Setlist Kassgotha:
Eclipse
Drown
Venom
Before I Vanish
Complacency
Veil of Maya
No conocía al grupo más que de nombre, y por alguna razón, me imaginaba algo estilo a Epica, con chica al frente cantando de forma suave sobre una música potente. Sí, ya os podéis reír de mí, y con todo merecimiento. Evidentemente, ver a cuatro maromos, a cada cual mayor, y a uno de ellos (el cantante) medio vestido de raperillo, con la chaquetilla incluída, me dejó con cara de muy WTF.
No me veo capacitado para explicar si dieron un buen o mal concierto. La música no me gustó, pero es que no tiene nada que ver con mis gustos. Pero el público lo disfrutó de lo lindo, formando unos mosh pits la mar de majos que me lanzaban cada vez más lejos de las primeras filas. La gente coreaba, cantaba, saltaba y los cuatro músicos (¡musicazos! Especialmente el bajista) lo daban todo encima del escenario. A destacar las poses de majadero de psiquiátrico del guitarra.
Me dijeron que los disfrutase, que son toda una institución. Eso no lo sé, pero observando una Razz 2 cada vez más llena, puedo constatar que la gente se lo pasó muy bien, así que doy por hecho que fue un bolazo. Mis respetos, aunque eso de largarse del escenario sin apenas despedirse… eso hay que cuidarlo.
Setlist Veil of Maya:
Avatar
Y llegaba la hora del gallo, la que todos esperábamos. La sala estaba a reventar y, mirases donde mirases, el maquillaje era la tónica. Había gente de todas las edades, desde abuelos hasta niñas a caballito de sus padres, y eso es algo que siempre me ha encantado. Y esa gente de todas las edades ya colapsaba la sala, haciendo que no cupiese ni un alfiler más. Sí, al menos por poder de convocatoria, la Razz 2 se empieza a quedar pequeña para los suecos.
El escenario era bastante sobrio: la batería en la parte central y, a ambos lados, unas puertas. A las 20:30 en punto, 10 minutos después de cuando estaba ya todo más que preparado, se apagaron las luces y empezó el freak show. Considero que Eckerström es, a día de hoy, uno de los mejores frontman que hay. El dominio de la escena y del personaje es total, y esa mezcla de el Cuervo, Alice Cooper y el Joker es absolutamente genial. Ya me lo pareció en aquél Rock Fest y me lo volvió a parecer anoche. Supongo que una gran parte de lectores se llevarán las manos a la cabeza cuando lean que pienso que estos señores, en cuanto a propuesta de espectáculo, están muy por delante de Ghost, pero es que así lo creo. La popularidad no tiene por qué significar mejor.
Ataviados con sus mejores galas y esa sonrisa esquizofrénica, «Dance Devil Dance» sonó espectacular, haciendo muy latente la evolución de lo que ha sido el melodeath. «The Eagle has Landed» y «Valley of Disease» pusieron, aún más, la sala patas arriba, con un público totalmente entregado. En algún momento, más específicamente en «Chimp Mosh Pit», el maestro de ceremonias pidió que se creara eso, un mosh pit en el centro de la sala, para jolgorio de los jóvenes y fuertes y desgracia para mí, que me veía cada vez más arrinconado y desplazado. Además, esos momentos eran usados por desgraciados que se ponían delante a empujones, sacaban el móvil para grabar (cuatro minutos y pico, vi) y cortan la visión de los que estábamos atrás. Coño, gente, ¡que no estáis solos! Soy una persona tranquila, pero os aseguro que el móvil del tío estuvo a puntito de perderse en el suelo.
Mientras, encima del escenario la cosa marchaba la mar de bien. A cada ratito unos pies de micro se levantaban para que Sandelin hiciese coros, y entre canción y canción, cuando el protagonista absoluto del show se quedaba solo con el público, empezaba coquetear y proponer una noche de canción. La gente estaba entregada y disfrutona.
«Scream Until You Wake», «Bloody Angel» y «For the Swarn» fueron tan bien recibidas como todas las anteriores, y sonaron espectacular (mira que el sonido de la sala tampoco es la panacea, ¿eh?), pero uno de los puntos álgidos estaba por llegar. «Puppet Show» fue tremenda, tanto que, a media canción, y mientras los instrumentistas estaban encima del escenario, Johannes apareció en medio de la sala para inflar globos en forma de p… perro, de perro, a pesar del primer mini intento. Luego se sacó un trombón y ahí, en todo el centro de la segunda de la razz, lo petó muy mucho. Y otro tirón de orejas, esta vez para la sala y sus (sub?) empleados de seguridad. Si acompañáis a alguien hacia el escenario, en este caso al cantante, no hace falta empujar de mala manera ni tirar sobre el público (yo) la cerveza de otras personas, que además seguro no son baratas. Las cosas se pueden hacer de muchas maneras, y durante todo el bolo, la gente demostró que se sabe comportar. Ya lo decía un jefe mío, hace años: un mono con porra sigue siendo un mono.
Mientras los músicos entraban y salían del escenario y el maestro de ceremonias bebía de una lata de gasolina, canciones como «When the Snow Lies Red» y «Do You Feel in Control» hacían las delicias de un público entregadísimo. Al acabar, uno de los pipas, enmascarado a lo sado, trajo un gran regalo que dejo delante de la batería… y del que salió el propio Eckerström con globos rojos y dorados, como si fuese de Gryffindor. Los fue explotando uno a uno hasta quedarse solo en el escenario. ¿Solo? Con un piano, si a eso le podemos llamar alguien. El señor Johannes solito nos deleitó con «Tower» para bajar un poco el ritmo y dejar alguna espalda descansar un poco. Al acabar, y como en tanta ocasiones, dio un mini discurso que, preparado o no, fue muy emotivo.
Mientras tocaba, al otro lado del escenario se iba montando otro kit de batería, y es que para «Colossus» y «Let It Burn», John estuvo ahí, delante y sin sillín, con esos movimientos de juguete roto que hace. Ya lo hacía Terrana con los Rage, esto de ponerse al lado y no detrás, pero este señor lo llevó a otro nivel. Desaparecieron todos y todo del escenario. Poco a poco, Johannes, John, Sandelin y Tim se alinearon en una de las puertas para rendir pleitesía al rey Jarlsby, bien vestido con su capa y corona mientras sonaba «A Statue of the King».
Se supone que aquí acababa el show principal y que luego venían los bises, pero como entraban y salían del escenario cada tres por cuatro, no estoy seguro de cuando fue el momento de empezar esos bises. Sea como fuere, «The Dirt I’m Buried In» sonó tremenda, y los oooh se hicieron presentes cuando el frontman nos dijo que solo quedaban dos temas. «Smells Like a Freakshow» sonó brutal, uno de los mejores de la noche, y con «Hail de Apocalypse» pusieron punto y final a un show tremendo que exige una sala mayor para estos señores que practican melodeath cabaretero.
Destacar el último mensaje de Johannes, muy necesario en según que momentos. El universo es casi aburrido e indiferente, así que hay que aprender a que todo nos importe una mierda, a cuidar de nosotros mismos y a cuidar unos de otros.
Grandes, muy grandes, Avatar.
Setlist Avatar:
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.