Aunque Balas sobre Broadway se presentó con un EP en 2015, hasta finales del año pasado no hemos podido disfrutar de un larga duración de la banda, pero la espera ha merecido la pena sobradamente. Marcados principalmente por los grandes del panorama nacional, nos presentan Salvaje, compuesto por diez potentes disparos cargados de energía.
El álbum lo abre “Insoportable”, una descarga de rock and roll sin dobleces, que cuenta con todo lo que un buen tema del género tiene que tener, desde el estribillo pegadizo al directísimo solo de guitarra, pasando por el acompañamiento del bajo y los teclados, que respaldan toda la canción.
Una atmósfera más sureña se nos presenta en “Una bala para ti”, en la que nos trasladan a un ambiente rematadamente western, captándose los tonos sepia incluso en el sonido, y quedando patente la intención de la banda de hacer no sólo temas buenos, si no, además, cargados de personalidad.
“Rock n Roll Madrid” se postula como candidato a himno moderno, siendo un gran homenaje no sólo a bandas míticas de la capital como Leño, Burning o Asfalto, también a los rincones que marcaron una época como el Rock-ola o el Penta. Banda sonora perfecta para ojear fotos y vídeos antiguos con un vaso en la mano. De hecho, es el material que han usado para hacer el video del tema.
Vuelven a montarse en el rock más urbano y directo con “Ya no quiero nada”, donde de nuevo empapan de un sonido personal todas las influencias que tiene la formación, que siguen latentes en “Salvaje”, donde se aprecia también cierta marca más hard rockera, mientras los sonidos punzantes de la guitarra siguen mostrándose como uno de los principales puntales de las composiciones del grupo.
Sigue el tono más macarra y veloz en “Pasa el tiempo”, volviendo a darnos rock de calle sin complicaciones ni florituras, pero rebosante de calidad y buen hacer.
“No queremos ser” viene cargada de mala leche y con un sonido más marcado por bandas internacionales, finalizando como un cañonazo para dar paso a otro corte de puro y simple rock ‘n’ roll, “Posesión”, preñado de la esencia más primigenia del estilo.
En “Bajo el árbol” nos ofrecen un aire más moderno, sin alejarse demasiado de su base principal, jugando con los altibajos en los ritmos y los contrastes durante todo el tema.
Para despedir el disco, “Nada ha cambiado”, con una cadencia mucho más calmada y melancólica, aunque cargada de energía.
Así se cierra este primer trabajo de los madrileños, que aportan un punto de vista muy personal a los principales fundamentos del rock, demostrando, una vez más, que aún queda mucho por decir.