Muchos de los grupos existentes en España en los años 60 fueron disolviéndose incluso antes de comenzar los 70, salvo algunas excepciones como pueden ser los eternos Lone Star o ejemplos más humildes como el grupo del que habla este artículo. Algunos de estos conjuntos supieron reinventarse para continuar haciendo música acorde a los cambios que esta iba teniendo en la nueva década. La explosión de creatividad de los primeros 70 eclipsó el ya viciado rock beatlelesco dando paso a nuevas formas de expresión mucho más amplias. Skorpis son un ejemplo de ello, al ser el primer conjunto de rock en España en contar con un violín, claro síntoma de esa apertura a la innovación y a la experimentación con nuevos elementos como ya estaba ocurriendo en otros países.
El grupo es formado por Juan Luis Pérez, Julio Díaz y Juan Navarro en 1965, adoptando el nombre de Los Skorpis, unos extraterrestres que aparecían en los comics de Flash Gordon. Comienzan tocando en el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid (donde también habían surgido Los Pekeniques), dando conciertos por los diferentes colegios mayores de Madrid, versionando a The Beatles, Rolling Stones y especialmente Creedence Clearwater Revival.
Luis Rivaya tocaba la batería en Los Talcos y, después de conocer a Skorpis en un festival, estos decidieron que sería el nuevo batería del grupo, al considerar que su forma de tocar pegaba más con la música que aspiraban a hacer. La entrada de Luis supone una evolución, pasando por cambios en su formación al transformarse en un grupo con mayores aspiraciones y dejando finalmente la formación en el nombrado Luis Rivaya, Jesús Delgado al bajo, Pedro Lozano como guitarra solista, Javier Huidobro a la voz y guitarra y Carlos Cárcamo, quien tocará el violín, la flauta travesera y percusión.
El comediante cubano-americano Guillermo Álvarez Guedes, fundador de la discográfica GMA, recibe una maqueta del grupo y queda sorprendido, comunicándoles su intención de contratarlos para rápidamente grabar. Dos fueron los singles que en el año 1973 grabaron en los legendarios estudios Kirios de Madrid. La cara A del primer single, «A World to Know», consiste en una balada tranquila acompañada de violín en la que destaca la guitarra distorsionada de Pedro Lozano cuyos solos encajan perfectamente con el resto de la composición. La voz de Javier Huidobro está más que lograda y no tiene nada que envidiar a las voces de artistas anglosajones. La cara B, «My Words», comienza siendo una canción folk, tratando de acercándose al rock sinfónico sin tocarlo, y acaba transformándose en algo más cercano al rock latino con tumbadoras, inspirado en lo que estaba haciendo Santana en ese momento o lo que podemos escuchar en discos de rock latinoamericano de la época, como pueden ser los también mexicanos Peace and Love.
El disco es promocionado en algunas emisoras de radio y pronto son llamados desde Televisión Española para hacer un directo en Prado del Rey, siendo el primer grupo en España en salir en televisión tocando en vivo cuando lo normal era hacer playback.
En el verano de 1973 graban su segundo sencillo, el cual acabará siendo la joya del grupo. Este es un trabajo realizado más concienzudamente, lo que se hizo patente en el recibimiento que obtuvo. La cara A nos deja un corte titulado «No hay tiempo para creer», una balada con guitarra fuzz y única canción en español, llegando a colocarse en el número 12 de Los 40 Principales. El director artístico consideró sacar esta canción como hit en español, pensando que esto le daría éxito entre el público, pero, en contra de lo esperado, la cara B «The Somnambulist», fue el tema que más popularidad obtuvo, recibiendo muchas peticiones en la radio por parte de los oyentes. Es una canción con pegada que se diferencia del resto por su contundencia. Hay una clara influencia de Jethro Tull en la flauta travesera y destaca la voz perfectamente interpretada en inglés por Javier.
Estos logros de Skorpis, y alguna otra excepción como Sherpa o Santeiro, fueron los que mantuvieron con cierta vida a la discográfica GMA, que finalmente no logró ver frutos en la inversión realizada en España y acabó teniendo que cerrar. La intención de Guillermo Álvarez Guedes de contratar grupos y artistas desconocidos para impulsarlos y hacerlos importantes no acabó de funcionar y se vio obligado a volver a Estados Unidos.
Con la debacle de GMA, algunos integrantes pierden el interés en el grupo, como fue el caso de Carlos Cárcamo, que acabará formando Granada, grupo de alto nivel e importante en el progresivo español, y Javier Huidobro, que primero colabora con Desmadre 75 y más adelante junto con José Miguel Monzón (El Gran Wyoming) y formarán El Combo Belga.
El resto trata de recomponerse recuperando a Julio, el que fue cantante fundador del grupo y siguen por un tiempo hasta que, finalmente, y como nos cuenta el propio Luis Rivaya:
«Cada uno fue casándose y eso acabó con todo.»