Viernes Santo, mal tiempo, Disturbed a la vuelta de una esquina (literalmente), y The Wizards justo a la otra. Vamos, que las condiciones no eran, a priori, las más adecuadas para que Battle Beast arrollasen la ciudad Condal. Pero ya se vería…
Llegué pronto, muy a mi pesar. El viento hacía que la sensación térmica fuese más fresca de la que realmente era. Tuve que dar varias vueltas para aparcar, y si ya vi cola para los amigos de Disturbed, no es menos cierto que los protagonistas de la/mí noche también formaban cola, aunque algo engañosa. Más de una y dos personas me preguntaron si esa fila era para ver a los americanos, y cuando les dije que no, que debían torcer en la esquina, la afluencia a la Razz 2 disminuyo. Destaco que un par de esas personas que me preguntaron, los últimos que lo hicieron, se habían colado, así que aparte de perder tiempo, tuvieron que tragarse dos filas enormes. Karma, le llaman.
Bueno, más o menos a la hora prevista, y tras ciertos ires y venires, abrieron puertas. Lo primero que vi, tras el merch, fue que, de nuevo, aquello estaba plagado de familias (a ver, plagado plagado… digamos que había afluencia de menores con sus progenitores). Últimamente veo muchos a los conciertos que voy, cosa que me hace especial ilusión. El metal tiene buenas manos y buen gusto, ya que se vienen a ver a H.E.A.T. o a los de hoy, en vez de ir a Slipknot o Slayer. Minipunto para los melódicos.
Tras acoplarme en la barra, casi en primera línea junto al corrillo de fotógrafos, tocó esperar un ratito a ritmo de cerveza cara y regulera. Y a la hora prevista la cosa empezó.
Lo que más llamó la atención de Arion fue el kit de batería, bastante más numeroso en toms y platos de lo que últimamente es habitual. Los fineses saltaron a escena presentando su último disco, Life is not Beautiful () (vaya título más esperanzador, la hostia). A pesar de que lo hicieron más que bien (a pesar del sonido, especialmente el de los teclados de Arttu Vauhkonen cuando la guitarra sonaba), musicalmente me dijeron bien poco. No digo que no fuese un buen show, ojo, digo que su música, el rollo sinfónico – power metalero que hacen, no me transmitió demasiado y me aburrí un poco. Pero oye, Lassi Vääränen al frente o Iivo Kaipainen a la guitarra ofrecieron un notable espectáculo. Si tengo que destacar algún tema, diría que “I am the Storm” o la última, “At the Break of Dawn”, sobresalieron del resto.
Más tarde, cuando los protagonistas de la noche estaban en escena, se pudo ver a los jóvenes en primera fila haciendo fotos y grabando. Y tal y como habían dicho, al final del show estaban cerca del puesto de merchandising firmando, haciéndose fotos y mezclándose con el público. Esto es algo que vengo viendo últimamente, y me alegro y me gusta. Bien por todos los músicos que saben que viven gracias a sus fans.
Setlist de Arion:
The End of the Fall
No One Stands in My Way
I Am the Storm
Punish You
Seven
The Last Sacrifice
You’re My Melody
Unforgivable
At the Break of Dawn
Al acabar, me giré y vi que, bien bien, había unas tres cuartas partes de la sala llenas. Teniendo en cuenta el inicio de este texto, creo que es una entrada más que decente. También vi muchas camisetas de Battle Beast, dejando claro que los fineses son uno de los valores más claros de la música potente-melódica (me niego a etiquetarles como Party Powert Metal, como hacen ellos mismos). Había ganas, se notaba en el ambiente. Cuando el propio Pyry Vikki salió a preparar su propio kit de batería (mucho más pobre que el de su colega de gira), el run rún ya era innegable. Y así, tic tac, se apagaron las luces y sonó la intro…
“Unbroken” no sólo sonó tremenda, como el temazo que es, sino que sirvió para constatar que el sonido iba a ser una gozada, que el juego de luces permitiría a los fotógrafos hacer un trabajo magnífico, que como banda están tremendamente compactos y que Noora Louhimo es una auténtica bestia del escenario. Ataviada con un vestido que iría cambiando a lo largo de la noche y unos cuernos de diablilla, demostró tener el divismo de la Tarja de los Nightwish y la potencia de la reina del metal, Doro. Durante toda la noche dio un recital de canto, de saber estar, de carisma y de que eso de que el metal es cosa de hombres es una paparruchada.
Más aún, toda la banda ralló a una gran altura. El dueto de guitarras compuesto por Juuso Soinio a la rítmica y Joona Björkroth a la solista sonó enorme. Los teclados (o el keytar, como se le llama ahora) de Janne Björkroth estuvieron presentes de forma magistral, y la base rítmica de Eero Sipilä al bajo y el mencionado Pyry a la batería sonó potente y sin alardes. Pero sobretodo, se notó que se lo pasaban muy bien encima del escenario. Como punto negativo destacaría que, en demasiadas ocasiones, Sipilä tomó la palabra mientras Noora quedaba en un segundo plano o desaparecía del escenario. Desconozco si es algo habitual o si la cantante tenía algún tipo de problema, pero personalmente me gusta que el frontman/woman ejerza de tal. Y por ser un poco puta-tonto, a algunos les aconsejaría darse una vuelta por un estilista. Esos bigotillos raros quedan fatal y dan una imagen de perseguidor de niños en parques, pero vamos, que con la simpatía y el talento que mostraron, eso queda en un enésimo plano.
Venían presentando su último trabajo, No More Hollywood Endings (2019), y para tal ocasión confeccionaron el setlist, una mezcla perfecta de material nuevo y clásicos, y de estos, principalmente de su etapa post Kabanen. “Familiar Hell” hizo las delicias de los fans más clásicos, así como “Straight to the Heart”, que sonó imponente. “Unfairy Tales”, uno de los cortes destacados del álbum que presentaban, demostró lo que en su día dije en la review: que en directo sería un as seguro.
Así llegamos a uno de sus grandes clásicos, “Black Ninja”. La gente cantó, bailó, botó y alzó los puños en alto. Me gustó, aunque tanto en su último disco como en anteriores creo que hay temas muy superiores. Así dimos paso a “una canción dedicada a los que saben qué es el amor”, “Endless Summer”. AOR puro y duro que, personalmente, no me pega en un directo, como la balda “I wish”, también del No More Hollywood Endings. La cosa se enderezó con “Raise your Fists” y la canción dedicada a todos los asistentes, la imponente “The Golden Horde”. La madre, como sonó, como se sintió, como se saltó y se botó… de lo mejorcito de la noche, de su último disco y de su discografía.
Volvimos a tiempos antiguos con “Out of Control”, donde otra vez Noora demostró que es una auténtica bestia (esto podría al hablar de cualquier tema), “Touch in the Night” y la vikinga “Batard Son of Odin”. Enooooooorme.
Y numerito al canto. Paran todo y, así sin avisar, Pyry y Janne sacan la keytar en un soporte junto a unos pads de batería electrónmica. Todo como excusa para hacerse unos gin toincs en escena, presentarnos al tour manager que fue a por su ración y tocar “The Hero” mientras hacían el tonto simulando hacer flexiones. Se lo pasan bien… “Eden”, otra de las destacadas de su último lanzamiento puso el punto y aparte.
Entre todo lo explicado, por supuesto, “Barcelona, sois el público más loco que hemos conocido”, “mañana vamos a Madrid, ¿quién mola más, Madrid o vosotros?”, “en nuestro primer tour fuisteis el público más numeroso, os debemos mucho” y un “Magic Carpet Ride” de la peli de Aladdin a ritmo de teclados y voz de Eero. Supongo que en el concierto de Madrid dirán lo mismo pero con las ciudades cambiadas. Nada fuera de lo normal.
Con todo a oscuras, una silueta se situó arrodillada en medio del escenario, justo para simular algo de danza clásica cuando “No More Hollywood Endings” empezó. Era Noora simulando, a muy grosso modo¸ el videoclip del tema. “King for a Day” fue el penúltimo guiño a su pasado, y sonó bestial (¿no había dicho antes que contaba muchas canciones mejores que “Black Ninja”? Aquí el ejemplo más claro) y la final “Beyond the Burning Skies” fue, de nuevo, apoteósico.
Quizá, y puestos a ser exigentes, hubiese incluido algún tema como “Steel”, “Out in the Streets” o “Bringer of Pain”, pero en general creo que el setlist estuvo muy bien confeccionado.
Estar delante de todo, junto a la entrada/salida de emergencia, sirve para ver que cuando el concierto empieza a agonizar, gente del staff entra con 10 o 12 pizzas de esa cadena de comida rápida que empieza por Tele para alimentar a propios y extraños. Bueno, supongo que solo propios. Y si es tras un conciertazo como el que dieron, donde demostraron el porqué de su nombre, bien merecido se lo tienen.
Setlist de Battle Beast:
Unbroken
Familiar Hell
Straight to the Heart
Unfairy Tales
Black Ninja
Endless Summer
I Wish
Raise Your Fists
The Golden Horde
Out of Control
Touch in the Night
Bastard Son of Odin
The Hero
Eden
No More Hollywood Endings
King for a Day
Beyond the Burning Skies
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.