Doro sigue su carrera desde una posición privilegiada. Está por encima del resto y se lo ha ganado a pulso, pues su trayectoria le avala e incluso se ve capaz de poder cambiar los set lists a media gira, algo al alcance de muy pocos grupos y solistas. Si algo podemos criticarle a la rubia de Düsseldorf es que quizá siempre se apoya en exceso en el legado de Warlock, en esta gira hispana ha invitado a todo un Tommy Bolan que se marca tres cuartos del concierto felizmente. El otro pero al concierto es el uso y abuso de la fórmula ganadora con la que ha jugado durante toda su carrera en solitario a la hora de facturar sus himnos. Del concierto en general deciros que fue extasiante, a la altura de su leyenda y con un público que respondió a lo grande y cumplió, llenando casi hasta los topes la segunda de las Razz.
No Sleep for Lucy
Desde Alemania venían No Sleep for Lucy, una banda que, a todas luces, difícilmente encajaba o podía encajar, con un repertorio accesible, modernete y que mezclaba la comercialidad de U2, el rock dinámico de Gun y una tecnología emparentable con 30 Seconds to Mars. No gustaron a nadie a pesar de que no cejaron en su empeño y se les vio muy cómodos sobre escena. Pero si en un show de heavy metal estás de telonero y disfrutas de 40 minutos de set, no es la mejor opción meter dos baladas y una versión de “Pride (In the Name of Love)” de la banda de Bono. Imagen y juventud no les faltan, pero temas como “Don’t Let Go” no son la mejor elección para acompañar a Doro Pesch.
Doro
Doro sigue repartiendo carisma y cariño entre sus fieles y devotos. La sala estaba llena a rebosar y el gasto en producción es considerable. Muchos focos y plafones traseros con coloridos dibujos de homenaje a la diva que arrancó con un “Raise Your Fist in the Air”, representante de la fórmula ganadora que le vale y que tan bien funciona en directo. Esos temas tipo se mezclaron con recurrentes visitas a la discografía de Warlock como “Earthshaker Rock” o una de las más grandes joyas de la corona: “Burning the Witches”. Presentada como su primer disco y sin escatimar elogios al público y un “Bona nit, us estimo molt” (en catalán). Antes, en “Bastardos”, había aparecido con una especie de fusil lanza-humo que da el pego y dio espectacularidad al directo. Dicho tema me parece uno de las mejores cmposiciones de su último (doble) disco.
El gran secreto de Doro Pesch es el hecho de mantener fijos a unos músicos fieles y con los que ya lleva décadas. La base rítmica con Johnny Dee (batería) y Nick Douglas al bajo es todo un bastión para un sonido, que sí, a pesar de algún altibajo, en general sonó muy bien. Luca Princiotta y Bas Maas (ex de After Forever) llevan con ella desde 2008 con sus guitarras, pero el secreto a voces era que todo un Tommy Bolan (Warlock) iba a subir a las tablas para no abandonarlas hasta el final del show. “Night of the Warlock” es otro de los ejemplos de la fórmula del himno de directo con el que Doro siempre juega y que le sirve para ganar. Impresionante volver a vivir un “East Meets West” y un intenso “Kiss of Death”, aunque sigue siendo “I Rule the Ruins” una de las favoritas de su público, destacando desde el escenario a fans venidos desde Brasil y desde Hamburgo.
El cariño que le tiene la gente a esta mujer va bastante más allá de lo habitual, pero también os diré que la diferencia entre un show de festival a uno de sala es más bien escasa. Le gusta darlo todo y su voz funciona como antaño. Una de las primeras sorpresas de la noche fue la inclusión de “Call of the Wild” y un solo de Bolan, bastante más corto que el de batería perpetrado por un animoso Johnny Dee. Pero cuando se nos ganó a todos fue con la interpretación de una pieza tan esperada como poco habitual: “Three Minute Warning”. Una de las composiciones más brillantes del álbum Triumph and Agony de 1987. Pero si uno busca momentos potentes obviamente el “Für Immer” fue tan solemne como angelical. Un tema escrito en varias lenguas y en el que se utilizaron dos teclados y mazas por parte de Johnny. Doro la cantó de cine y el público entonó eso de: “hay una promesa en el sonido”.
Ya en el tramo final se combinaron el que es su himno por excelencia: “All We Are” con el que es su versión 2.0: “All for Metal”. Funcionan de maravilla, pero no deja de ser otra vuelta de tuerca a la misma fórmula anteriormente citada. Y como despedida algo que creía que no iba a suceder, la versión del “Breaking the Law” de Judas Priest en versión ralentizada de inicio y acelerada al final. Un buen final y una canción que la diva ya ha hecho propia pero quizá hubiera sido más interesante atacar su nueva versión de Whitesnake que sí que suele caer de vez en cuando en directo. También eché en falta más temas propios de su larga carrera en solitario, pero no hay quejas ante un show de hora y media en el que Doro volvió a demostrar que es la reina absoluta en el heavy metal. Toda adoración es poca.