Después del aclamado y directo a las estanterías de discos de culto, Litourgiya (2015), se atisbaba un futuro prometedor y lleno de éxito de esta banda de integrantes anónimos que practican un black metal litúrgico de raíz eslava muy interesante. Cantando en alguna lengua de origen eslavo (no está muy claro si en polaco o ruso) e imaginería ocultista de raíz ortodoxa, fueron un soplo de “aire fresco” en la escena extrema.
Sus directos, por lo menos el de Bóveda de Barcelona de hace escasos meses, certificaron que era una banda de mucha calidad con una puesta en escena de lo más peculiar. Milimétricos, potentes y crípticos, nos volaron la cabeza desde el minuto cero.
Pero ante la posibilidad de dar el gran salto, la situación en Batushka es digna de telenovela venezolana de finales de los 80’s, principios de los 90’s. Ríos de tinta han corrido al respecto de la situación de los polacos. La situación, en resumen, parece ser que hay un listo en la banda (Bartłomiej “Bart” Krysiuk) que se ha querido quedar con todos los aspectos legales de la banda, y ha ido firmando contratos discográficos (con la todo poderosa Metal Blade) y presencia en festivales estivales (Resu, por ejemplo), jodiendo al alma mater y fundador del proyecto, Krzysztof “Derph” Drabikowski, que lo denunció en un vídeo en youtube.
La situación no augura nada bueno. De momento, dos lanzamientos casi simultáneos. Uno con Bart y Metal Blade, del que hemos podido escuchar un primer adelanto… tirando a mediocre y lejos de la maestría de Litourgiya (2015). El otro de la mano de Derph que es el que nos ocupa en estas líneas, y (¡ojo spoiler!) que demuestra de manera fehaciente quien tenía las riendas compositivas y creativas de la banda, ahondando en lo demostrado en su primer largo. Este Panihida (2019) está dividido en ocho canciones, y siguen la senda marcada por su primer largo, en calidad, concepto y estilo.
Desde el primer punteo pausado quedas atrapado en la liturgia críptica y oscura. Las voces de ultratumba aparecen a la vez que un riff pesado que se agarra al doble bombo de forma natural y va en un in crescendo paulatino que te sumerge en el mundo único de los polacos. ¿Notas el olor a incienso? Yo sí. Estás a punto de vivir una experiencia única, la Iglesia Batushkiana tiene ocho nuevos himnos. Este primer corte es ideal para empezar.
Seguimos con la segunda canción que es un torrente blackmetalero con esa coral oscura de fondo, blastbeat, riffacos y voz desgarrada. Pausa. El riff se torna pesado y ceremonioso, para reengancharse al punteo inicial tan propio de la banda de Derph. Y de forma natural la canción vuelve al estadio inicial de brutalidad sonora veloz. Temazo.
Desde las profundidades del lago se inicia el tercer corte con la intro característica de punteo de guitarra, donde la voz desgarradora y una guitarra más pausada de lo habitual te engancharán sin solución de continuidad. La verdad es que la diferencia de nivel en lo expuesto en estos tres temas respecto a los (fake) Batushka es asombrosa. Como os decía, la cosa empieza pausada pero la cosa se pone tensa y veloz, repartiendo vuestra ración esperada de blastbeats… El cuarto y quinto corte siguen el patrón desarrollado durante el disco, combinando brutalidad blacker y densidad (casi) doom en sus partes más litúrgicas.
El broche de oro final con los tres últimos cortes… Harina de otro costal. El groove inicial del sexto corte combinada con esa liturgia brutal y los ramalazos repentinos, la coral demoníaca, el veloz arrebato guitarrístico y la voz de Derph nos trasladan a lo más profundo de la cripta. El séptimo, es una bacanal de black metal y el octavo corte, que cierra el disco, es una bacanal de todo lo mostrado durante los 42 minutos que dura la obra, colofón épico para cerrar un disco notable.
Con este trabajo se ve y se nota sobremanera, que la disputa más allá de los aspectos legales, no tiene razón de ser, pues Batushka, queda claro, es Derph. Un disco que continua por la senda de su primer trabajo de manera excelente y muy disfrutable si ya lo hiciste con Litourgiya.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.