«Canto sobre mi pasado, evidentemente, y sobre las cosas que me gustan, pero sobre todo quería que el disco reflejara mi personalidad y mi vida». (Biff Byford)
Primer disco en solitario de todo un Biff Byford, leyenda viva del heavy metal y líder indiscutible de Saxon. Pocas bandas clásicas pasean mejor su longevidad que los ingleses así que parecía un buen momento por mucho que los discos de Saxon a día de hoy tengan relativo interés más allá de los fans más acérrimos. Invitados de relumbrón, compañeros de banda y unos músicos más que solventes para la ocasión con Frederik Åkesson de Opeth a la guitarra, Gus Macricostas (Battleroar) al bajo y Christian Lundqvist (The Poodles) tras los tambores. El disco se inicia como uno puede esperar, sonando a heavy metal de Saxon, pasa por el rock ‘n’ roll, se va al progresivo y termina con varios experimentos sumamente interesantes. El disco no irá más allá de lo que pretende, pero se deja escuchar bien, entretiene, y la voz de Byford eleva los temas y les da mucha personalidad.
«En cuanto a las canciones y su composición, es todo más diverso y no solo se centra en el heavy metal. Quería representar toda la música que me gusta, desde el metal hasta el rock and roll. Soy un tipo que es feliz escuchando desde Metallica o a Judy Garland, porque mientras la música sea genial y me entretenga, ¿qué más necesito? » (Biff Byford)
“Welcome to the Show” es Saxon puro e incluye unos aplausos a lo estadio para darte la bienvenida y situarte frente a lo que vas a escuchar. Riffs marca de la casa y todo el sabor de los clásicos. Aquí hay los Saxon más míticos, con un gran solo de guitarra y es un gran tema que bien podría ser un nuevo clásico para la banda del águila. Atención a los agudos de Biff porque yo no le recuerdo ese nivel de agudos como los que caen al fin del estribillo. En “School of Hard Knocks” tira de estribillo machacón en un rock n’ roll con esteroides certero y bien llevado. Incluye un solo de Phil Campbell (Motörhead) pues un disco así es para invitar a los compañeros de fatigas. La letra es durilla, lo que podría ser perfectamente autobiográfica. “Inquisitor” es un texto narrado con acústicas arpegiando de fondo. No es ninguna novedad el amor de Byford por las bandas de progresivo, de hecho, ya versionaron Saxon un tema de King Crimson. Minutaje, juego de atmósferas en este título tan Edgar Allan Poe. Momentos de acústicas y desarrollos cambiantes. Aquí están Nick Barker a la batería y Nibbs Carter al bajo. Hay muchísimas referencias a los héroes del vocalista, desde la portada, títulos o letras.
Palabras mayores en “Scarboroughs Fair”, una de las canciones más bonitas que existen. Popularizada por Simon & Garfunkel aquí luce a acústicas con su inequívoco ambiente medieval. La batería es lo más metal en la producción y es un tema atemporal y que se pierde en la noche de los tiempos. Solo este tema merecería un reportaje. Balada medieval en la que se nos pide al oyente que encarguemos a alguien que esté en la feria de esa ciudad una lista de cosas imposibles. El tema que cierra el disco mezcla hard rock de base con una producción muy AOR dejando un resultado sorprendente y otra vez alejado de lo que nos tiene acostumbrado este caballero. Otra vez el enorme nivel de Frederik Åkesson queda más que acreditado. “Pedal to the Metal” no engaña y suena y se parece a una del mismo nombre de Gamma Ray. Lluvia de hachas sobre un mar de cuernos con una letra que homenajea a Lemmy.
Electricidad a lo Judas Priest en “Hearts of Steel”, otro buen ejemplo de que el disco está plagado de buenos momentos. Oscura, contundente y muy cercana al sacerdote. La otra versión que nos ofrece el vocalista es “Throw Down the Sword” de Wishone Ash, la banda que empezó a doblar guitarras en el rock. Espectaculares resultados, se nota que las versiones hacía ya mucho que las quería hacer. Se dobla la voz con maestría y el trabajo de guitarras es impecable. Otro detalle que nos deja es el de: “escuchad a Wishbone Ash si todavía no lo habéis hecho”. Y en el brillante tramo final saltan las sorpresas. “Me and You” va dedicada a su mujer y tiene un inicio con muchos aires (en los versos) a Skid Row, concretamente al “I Remember You”. Fresca, muy entretenida y sí, alejada de lo que suele hacer con Saxon. Aquí hay teclados y un saxo por parte de Dave Kemp. Quizá Biff lo preferiría llamar “Saxonfón”. “Worlds Collide” es puramente Judas Prest otra vez, cruda y de riff y base aplastante. Participa aquí Alex Holzwarth a la batería.
Desconocemos si fue por coronavirus o por los escasos tickets vendidos de la que iba a ser su inminente gira para presentar este disco (Biff no se escondió y dijo que por lo segundo), pero nos hemos quedado sin ver a este proyecto con unos músicos muy reputados y, sinceramente, me apetecía verle cantando canciones que se alejan bastante del metal. Sólo de imaginármelo con “Scarborough Fair”, la de Wishbne Ash y “The Pit and the Pendulum” salivo cual perro de Pavlov. No podrá ser, y el mundo será otro cuando vuelve a rodar como solía hacerlo. De momento Biff nos amenizará el lento paso de los días con un disco que merece la pena. Tampoco busques más, es la honesta confesión de lo que le gusta y lo que apetecería hacer. Mención aparte de la portada pues gustará a todos los amantes del arte. Biff lo es. Parece de primeras un homenaje al cuadro de Pieter Brueghel el viejo y su célebre cuadro del paisaje nevado solo que puesto al día.