Qué gran agrupación de rock sinfónico y qué absolutamente desconocidos son en estos lares… Big Big Train es una barbaridad ya en su alineación, con rutilantes estrellas del prog actual, pero con la inmensa tristeza que ha supuesto despedir al fallecido David Longdon, vocalista y referente del grupo. La misma portada del disco un poco evoca a ello con esos niños corriendo bajo un soleado día en la campiña, con esas nubes quedando atrás… un poco ya te dan detalles de que el show debe continuar, y para ello han reclutado a Oskar Holldroff en el teclado y a las voces de apoyo y a Alberto Bravin. Y lo realmente espectacular de todo esto es que Alberto Bravin, su nuevo vocalista, compone hasta cinco canciones del disco…
“Light Left in the Day” es un tema mayormente instrumental, muy bello y que un poco representa la luz al final del túnel y que el sol vuelve a salir cada mañana. Es imposible no acordarse de David Longdon y hay algo de ensoñación debido a toda la carga sinfónica que acompaña el grupo. Uno de los grandes momentos del tema son esas guitarras dobladas, muy exquisitas. “Oblivion” es un tema muy de Nick D’Virgilio, un single muy claro y melódico con la voz de Alberto Bravin en todo lo alto. Si amas el rock progresivo, es imposible no caer rendido ante tamaña pieza, con el violín de Clare Lindey y esa base de hard rock tan potente y lograda.
La monumental “Beneath the Masts” da para mucho y nos ofrece al grupo trabajando alegremente en su más de 17 minutos de duración. Los juegos vocales son impactantes y el tema es de una belleza absoluta aunando el prog clásico con el más actual. Rikard Sjöblom mete su marca personal en voz y guitarra y los clímax del tema se van sucediendo. Hay pasajes que son puramente Neal Morse, y la verdad es que el efecto de Spock’s Beard está presente, pero el grupo va bastante más allá de sus influencias y ese empaque de vientos y arreglos de cuerda son rotundos. La batalla entre violín y guitarra eléctrica es logradísima y la canción pinta que va a quedar como clásico.
Belleza y elegancia en la almibarada “Skates On” en la que los coros parecen de Beach Boys por lo recargado y preciso. Un sutil Bravin lo borda a las voces y hay incluso algunas reminiscencias a Yes y esos arreglos maestros de cuerda. “Miramare” cuenta con más de 10 minutos y es de lo mejor de la obra con momentos muy intensos a nivel vocal y el omnipresente bajo de Gregory Spawton. La musicalidad es patente y el buen gusto en lo compositivo queda reforzado por el violín y la sección de vientos. El gran momento baladesco cae en forma de “Love Is the Light”, acompañado de un vídeo en tonos sepia en el que ves al grupo disfrutar de su cometido y tomando detalles de semejante pieza de orfebrería. Sin ser de mis favoritas, da buena cuenta del elevado nivel del grupo a todos los niveles.
“Bookmarks” es otro tipo de balada, acústica esta vez y con los arreglos orquestales entrando para arropar la maravillosa voz de Alberto Bravin, que aquí es casi de musical de Broadway. Delicadeza, elegancia y momentos realmente emocionantes. Es un tema en clave triste y justo eso eleva la canción y la hace tan especial. La segunda parte ya es más animosa y netamente prog. Y si vamos al progresivo de la vieja escuela, pues “Last Eleven” es una de esas canciones que te van a cautivar, especialmente por la técnica, pero también por la calidez de la batería de D’Virgilio. Dejan el pabellón bien alto.
Big Big Train siguen avanzando sin prisa, pero sin pausa a pesar de los golpes del destino y de que la vida no les ha sonreído especialmente con la muerte de su eterno vocalista. Se sobreponen a la pérdida con nuevos nombres y miran hacia el futuro con armonía y buenos presagios. Alberto Bravin es un vocalista excepcional y el grupo posee grandes nombres como los de Nick D’Virgilio y de un maestro como es Rikard Sjöblom, por lo que todo lo que puedes esperar de ellos ya sabes que está a otro nivel. The Likes of Us es una obra para paladear con tiempo y con todos los sentidos metidos en ella.