Directo, sencillo y bonito… un disco más del proyecto sin apenas novedades y siendo muy similar a lo ofrecido, si bien hay algún tema que sobresale especialmente y se eleva el listón respecto a lo entregado en sus últimos álbums. Tras seis años de silencio prolongado, posiblemente por la vuelta de Rainbow, vuelve el matrimonio Blackmore–Night ofreciendo lo mismo que han ofrecido siempre, desde 1997: folk instrumental barroco y medieval. Como todos sus discos entra fácil, es ameno y esta vez el amor y respeto hacia la naturaleza centra todas las letras, músicas y esfuerzos.
La misma madre naturaleza realiza milagros ante nuestros ojos y en nuestro interior tenemos ese impulso natural de pasar un tiempo a solas con ella, ya sea contemplando el mar o perdiéndonos en un bosque. Esa es la premisa contemplativa que centra el disco. Soy de los que consideran que esos tres primeros álbumes poseían algunas obras maestras y que demostraban que Ritchie podía ser leyenda en el neofolk tras serlo del hard rock y del heavy metal, algo al alcance de muy pocos. Pero el grupo se ha repetido hasta la saciedad por mucho que sigan enamorando la voz de Candice y la guitarra del hombre de negro.
De entre lo mejor de los diez temas está esa inicial “Once Upon December” con cascabeles y la gran voz de Candice brillando en todo lo alto. Folk de corte medieval rico en arreglos y feliz a pesar de ese toque evocador que siempre consiguen. Atención a la exigente subida final. En “Four Winds” vemos una de las canciones típicas del proyecto con una base programada y vientos de época a lo In Extremo dando color y situándonos en pleno medievo. Buena línea vocal en otra composición muy conseguida. En todas ellas Ritchie le pone su sello con punteos y solos y la sensación es que a nivel de singles la cosa es variada.
Zanfoñas en “Feather in the Wind” con clavicordio en un tema que te mece cual hoja en el viento, especialmente cuando entran los violines. Vuelven a apuntar hacia folk medieval con muy buenos mimbres. La primera instrumental, “Darker Shade of Black”, un poco se desmarca de lo previsible y termina siendo un extenso ejercicio oscuro con violines, teclados y coros ampulosos de fondo. Es ambiental, posee cierta intriga, y va cambiando de pasajes con maestría, con Blackmore jugando al juglar para luego añadirle la Stratocaster dejando un regusto de Rainbow que se agradece. Este mismo tema podría ser la base para un nuevo clásico del grupo. Solo hay que imaginar una línea vocal de Ronnie Romero y os aseguro que funcionaría y mucho…
Algo previsible es “The Twisted Oak” con esos ritmos ¾ tan habituales del material folkie. Las flautas y el clavicordio se suman a los grandes pilares formados por la acústica de Blackmore y la preciosa y cálida voz de Night. En “Nature’s Light” hay reverencia y pompa con una composición más de salón, más barroca y menos provenzal. Esta es más noble e invita al baile en el salón de la corte. Han añadido una nueva versión de la brillante “Wish You Were Here” que tampoco aporta grandes novedades a lo que ofrecieron en 1997 en el disco de su debut. Para los fans del viejo Blackmore está la otra instrumental “Der Letzte Musketier” en la que vuelven los efluvios del pasado con el exPurple jugando con su guitarra eléctrica. Sigue haciendo magia si bien un poco parece una concesión (que siempre se agradece).
Bonito pastoral en “Going to the Faire” con ese faro puesto en el “Scarabough Fair”, más en inspiración de letra y espíritu que en lo musical. Finalmente hay esa incursión al pop de calidad en “Silver Lining”, desnuda de arreglos medievales y tirando más de Enya o Mike Oldfield. Cuenta solo con las seis cuerdas de Blackmore, la voz de Candice, una base programada y percusiones de cascabeles y campanitas. Un poco hay el camino marcado en “Moonlight Shadow” puesto que el solo es eléctrico. De lo mejor del disco.
Ritchie Blackmore sigue siendo el mismo Dios de la música de siempre y hace lo que le viene en gana. Desde 1997 que juega a castillos y princesas con su señora esposa, poseedora de una maravillosa voz, tienen ya un extenso catálogo bajo el brazo y una banda más que estable. Si creías que renovar a Rainbow le apartaría de lo medieval y trovadoresco aquí tienes la respuesta: NO. Entiendo que a mucha gente le desespere pero es lo que él disfruta. Yo que pude ver ese concierto en Barcelona en 1997 y os puedo asegurar que hubo magia sobre el escenario y el público actuó como si de un escrache se tratara. Light’s Nature es más de lo mismo si bien mejoran un poco la oferta respecto a sus anteriores trabajos. Esto es lo que hay… no va a cambiar.